Las jóvenes activistas se retiraron después de un par de horas sin recibir respuesta a su pliego petitorio, en el que exigen acompañamiento legal y psicológico a las víctimas. Así como un protocolo con perspectiva de género para dar curso a las denuncias, entre otros puntos.
Por Blanca Juárez
Ciudad de México, 18 de septiembre (SinEmbargo).– El movimiento scout en México es una “cuna de lobos” para los abusos a niñas, adolescentes y mujeres. Alejandra lo dice con pesar, no le es fácil hablar así del lugar que fue para ella su vida entera. Pero 120 testimonios de otras jóvenes se lo confirman.
La mañana del sábado la colectiva Clan Violeta, a la que pertenece Alejandra, hizo un “tendedero” de denuncias afuera de la oficina nacional de la Asociación Scouts de México, en la capital del país. En cartulinas narraron las violaciones, golpes, acosos y abusos sexuales que vivieron ellas o compañeras de otros estados.
Las jóvenes activistas se retiraron después de un par de horas sin recibir respuesta a su pliego petitorio, en el que exigen acompañamiento legal y psicológico a las víctimas. Así como un protocolo con perspectiva de género para dar curso a las denuncias, entre otros puntos.
Pasen a visitar el tendedero scout feminista a la Oficina Scout Nacional en Córdoba 57, Roma Nte., Cuauhtémoc, 06700 Ciudad de México, CDMX. #scoutsencubren #scoutsmachistas #fogatavioleta pic.twitter.com/qGPlO4R1m9
— Clan Violeta (@ClanVioleta) September 19, 2020
Tan pronto se retiraron, el lugar fue inmediatamente limpiado. Según le han informado a Alejandra (cuyo nombre verdadero ha sido modificado para resguardar su integridad), quienes aún pertenecen a los scouts han recibido la orden de no compartir ninguna foto o video sobre la protesta “para no dañar la imagen” de la asociación.
Ésta fue la primera acción presencial del Clan Violeta. En 2019, en el marco del movimiento #MeToo, muchas jóvenes contaron por primera vez las agresiones de sus compañeros o de “jefes”, como les llaman en la jerarquía scout. “Lo hicimos en Facebook, pero siempre nos tiraban las páginas”.
No todo el esfuerzo fue en vano, porque a partir de entonces muchas se acercaron al feminismo y supieron que lo que habían vivido tenía nombre: violación, acoso sexual, abuso de poder. También descubrieron que se trata de “un grave problema en todo el país”.
Se organizaron entonces para crear el Clan Violeta y compartieron un formulario de Google para que otras jóvenes dieran su testimonio de manera confidencial. Hasta este viernes, les habían escrito 120 jóvenes. “El 40 por ciento de las agresiones sucedieron mientras estaban de campamento. Y muchas, cuando dormían”.
#CDMX | Niñas Scouts de colectivo @ClanVioleta intervienen la Oficina Scout Nacional denunciando casos de acoso, abuso sexual y violación dentro de los grupos.
¡Morritas, resistan que no están solas!#ScoutsEncubren#ScoutsMachistas#FogataVioleta pic.twitter.com/F6CoMR0jJx
— Las brujas del mar (@brujasdelmar) September 19, 2020
Ellas están comenzando a documentar casos estupro y corrupción de menores, asegura. “Hombres de 25, 30, 50 años saliendo con niñas de 12, 14 años, de entrada, es ilegal, pero está normalizado. Nadie dice nada, los grupos lo aceptan. Y a quienes les trae consecuencias es sólo a ellas. Siempre llevan las de perder”, lamenta Alejandra.
Los abusos ocurren en un ambiente “familiar, íntimo, de confianza”. La mayoría de quienes integran esta organización entran siendo niñas, niños o adolescentes. “Crecemos a la par con otras y otros. Pero también con adultos que nos hacen creer que toda esta violencia es normal”.
COMO EN FAMILIA
El movimiento scout (del inglés, explorar) fue fundado por Robert Baden-Powell a principios del siglo pasado. A México llegó en 1912 y está presente en más de 160 países. En febrero de este año los Boy Scouts de Estados Unidos se declararon en bancarrota, argumento que esgrimieron para no dar seguimiento a las cientos de demandas por abuso sexual en ese país.
Muchos de los testimonios que recibió el Clan Violeta repiten: “No sabía que esto fue una violación”, “nunca se lo he dicho a nadie”, “temo contarlo porque no me van a creer”. Es decir, tal y como pasa en muchas familias, porque “supuestamente eso somos en el escultismo, una familia”, comenta Laura, quien también ha pedido cambiar su nombre.
“Es un claro ejemplo de cómo las instituciones patriarcales están en lo más profundo de nuestras sociedades. Hasta en las cosas que creemos que son buenas, ahí están”, agrega. Ella denunció a su agresor en la plataforma Conecta, creada para atender denuncias “de cualquier comportamiento indeseado”, según lo señalan los scouts de México en esa página de Internet.
En 5 minutos la organización de @scoutsdemexico limpió toda evidencia de las denuncias y ordenaron a presidente de provincia y jefes no compartir nada sobre el tendedero para no manchar la imagen de la asociación. #ScoutsDeMéxico #ScoutsEncubren #ScoutsMachistas #FogataVioleta pic.twitter.com/ajfLWKvqXL
— Clan Violeta (@ClanVioleta) September 19, 2020
Desde que Laura era una adolescente de 15 años, ese sujeto en aquel entonces era un hombre de 30 años de edad, la tocaba con el pretexto de realizar alguna actividad física en los entrenamientos. Hace un año, cuando ella tenía 24 años, volvió a pasar. “Pero esta vez reaccioné con todo lo que he aprendido de feminismo en mi vida, y le grité: ‘¡Nooo, qué te pasa, déjame!’”. Él respondió que “sólo era una caricia”.
A través de Conecta las autoridades scout le pidieron pruebas y testigos para dar seguimiento. Finalmente le dijeron que ella debía “arreglarlo” en su grupo. Pero la solución que le dio quien dirige su grupo fue “carearlos” para que ella le explicara al agresor por qué actuó mal. Practica considerada como revictimizante.
Al entrar a la página para interponer la denuncia en la plataforma aparece un aviso. “Te preguntan si estás segura de tu queja, porque podrías estar dañando a alguien más”, cuenta Alejandra.
Ella nunca denunció. Sólo se fue de los scouts. Pero recuerda: “tenía 16 años, estaba en una fiesta y nos quedamos dormidos. Es algo aparentemente natural, así convivimos en los campamentos, no lo vemos mal porque no tendría por qué serlo. Era mi amigo, me conocía desde que yo tenía 11 años y él 21”.
Ya entrada la madrugada sintió que ese hombre le tocaba los pechos, luego el abdomen. “Creí que a lo mejor era un accidente, no sé. Me negaba a creer que eso estaba pasando. Cuando me abrió el pantalón y metió la mano ya no pude, sentí mucho asco”.
Alejandra no dijo nada porque, estaba segura que nadie le iba a creer. Después, por amigos en común, supo que “andaba presumiendo, como todo un campeón, que yo fui quien me le aventé”.
SEMILLERO DE AGRESORES
La misión de los scouts es “contribuir a la educación de los jóvenes, mediante un sistema de valores basado en la Promesa y la Ley Scout, para ayudar a construir un mundo mejor donde las personas se sientan realizadas como individuos y jueguen un papel constructivo en la sociedad”. Al menos eso dice la organización en su página oficial.
Sofía, a quien también se le ha cambiado el nombre, estuvo 12 años en el movimiento, salió en 2019, después de denunciar a otro agresor, tras un ataque. Ella estaba en una reunión con amigos scouts, pero se fue a dormir al sentirse cansada. La despertó una sensación en los pechos. “Cuando abrí los ojos y bajé la mirada vi y sentí sus manos debajo de mi blusa. Me salí corriendo”.
El caso no ha sido resuelto y, dice, seguramente no lo será. “Él insiste en que yo lo confundo o que no pasó, que nunca me hizo nada, que yo estaba borracha. Yo estoy segura de lo que me hizo y ahora sé que lo ha hecho con otras chicas. Si nadie hace justicia, al menos que otras mujeres sepan que deben tener cuidado de él”.
Es necesario que las denuncias que se hacen en redes o de manera social sean validadas, subraya Alejandra. “Estamos en un país en el que ni a los feminicidios se les hace justicia y en el que las mismas autoridades violan las leyes. Las víctimas somos quienes recabamos la información y nos tienen que dar credibilidad”.
Y las dirigencias de los scouts, dicen, “tienen que hacernos caso, no admitir a cualquier persona”. A final de cuentas este movimiento forma a niños, niñas y adolescentes, señala. “Es un lugar que podría ser demasiado bueno. Fue mi vida entera, mi lugar favorito en el mundo. Me ayudó en muchas cosas, pero me rompió en otras”.
Además de ser un lugar en el que la jerarquía y las reglas son favorables para que se agreda y se tolere la violencia contra las mujeres, también “es un semillero de agresores. ¿Qué ejemplo pueden tener los niños de dirigente que violan, acosan, golpean?”, cuestiona Alejandra.
Comunicado interno 19S-1