Los talibanes tomaron el pasado domingo el control de Kabul después de que sus combatientes entraran en la capital sin encontrar resistencia, con casi todas las provincias bajo su control, y tras la huida del hasta ahora Presidente afgano, Ashraf Ghani.
Kabul/Washington, 19 de agosto (AP/EFE/SinEmbargo).– Miles de afganos han salido a las calles para manifestarse contra el Gobierno de los talibanes por segundo día. Esta vez marcharon sobre Kabul, incluso cerca del Palacio Presidencial. En una manifestación en la ciudad, unas 200 personas se habían reunido antes de que los talibanes la disolvieran violentamente.
Las manifestaciones empiezan a hacerse comunes en varias ciudades. Todavía son tímidas. Algunos creen que esto dará pie a que los talibanes endurezcan, sobre todo porque ha corrido la versión de que en el norte del país se prepara una resistencia armada.
Varias personas murieron en la ciudad oriental de Asadabad cuando los combatientes talibanes dispararon contra personas que ondeaban la bandera nacional en una manifestación del Día de la Independencia, según Reuters. No estaba claro si las víctimas provenían de los disparos o de una estampida que iniciaron, dijo un testigo.
Fue una muestra notable de desafío, que se produjo sólo un día después de que estallara la violencia en las protestas en otras dos ciudades, con miembros del Talibán disparando contra la multitud y golpeando a los manifestantes. También fue una prueba más de que, si bien decenas de miles ahora buscan escapar, muchos más quedaron atrás y están decididos a tener voz.
Después de llegar al poder tan rápidamente, la realidad de gobernar una nación que ha cambiado está resultando tan difícil para los talibanes como lo fue su bombardeo militar en las provincias de la nación. Muchos trabajadores críticos se esconden en sus hogares, temerosos de represalias a pesar de las promesas de amnistía. Y servicios como la electricidad, el saneamiento y el agua potable podrían verse afectados pronto.
Si bien los talibanes, por ahora, tienen el monopolio del uso de la fuerza, no existe un servicio de policía en funcionamiento en ningún sentido tradicional. En cambio, los excombatientes están patrullando los puestos de control y, en muchos casos, según relatos de testigos, administrando la ley como mejor les parezca.
INDEPENDENCIA
El Talibán celebró el jueves el Día de la Independencia de Afganistán declarando que venció a Estados Unidos, al tiempo que comenzaron a surgir desafíos a su poder, que van desde la gestión del paralizado Gobierno nacional a la posibilidad de enfrentar una oposición armada.
Desde los cajeros automáticos sin efectivo a las preocupaciones por la comida en un país de 38 millones de personas que depende de las importaciones, los talibanes enfrentan todos los desafíos que tenía el Gobierno civil que derrocaron sin el nivel de ayuda internacional de que disponía éste. Mientras, figuras de la oposición que huyeron al valle de Panjshir hablan ahora de lanzar una resistencia armada bajo la bandera de la Alianza Norte, que se alió con Estados Unidos en la invasión de 2001.
Por el momento, el grupo no ha revelado sus planes para el Gobierno que tiene previsto encabezar más allá de decir que se regirá por la Sharía, o ley islámica. Pero la presión sigue aumentando. “Se está desatando una crisis humanitaria de proporciones increíbles ante nuestros ojos”, advirtió Mary Ellen McGroarty, directora del Programa Mundial de Alimentos en Afganistán.
El Día de la Independencia de Afganistán conmemora el tratado de 1919 que terminó con el dominio británico en la nación del centro de Asia. “Afortunadamente, hoy celebramos el aniversario de la independencia de Gran Bretaña”, dijo el Talibán. “Al mismo tiempo, como resultado de nuestra resistencia yihadista, forzamos a otra arrogante potencia mundial, Estados Unidos, a ceder y retirarse de nuestro territorio sagrado de Afganistán”.
Lo que no reconocieron los insurgentes, sin embargo, fue la represión violenta de una protesta en la ciudad oriental de Jalalabad, en la que los manifestantes retiraron la bandera talibán y la reemplazaron por la tricolor afgana. Al menos una persona falleció.
En Khost, las autoridades talibanes instauraron un toque de queda de 24 horas para toda la provincia tras dispersar una protesta similar por la fuerza, según reporteros de periodistas que monitorean la situación desde el extranjero. Los insurgentes no reconocieron de inmediato el incidente ni las restricciones.
Aunque han instado a la población a regresar al trabajo, la mayoría de los funcionarios gubernamentales siguen escondidos en sus casas o tratando de huir del Talibán. Por otra parte, persisten las dudas sobre los nueve mil millones de dólares del país en divisas, que en su mayoría estarían congelados en Estados Unidos. El Banco Central advirtió que la cantidad de dólares en efectivo en el país está “cerca de cero”, lo que hará que la inflación aumente los precios de los alimentos básicos mientras que deprecia la moneda local, el afgani.
Por otra parte, una sequía ha echado a perder más del 40 por ciento de los cultivos del país, señaló McGroarty. Muchos escaparon del avance talibán y viven ahora en parques y espacios al aire libre en la capital, Kabul. “Este es realmente el momento de mayor necesidad de Afganistán e instamos a la comunidad internacional a apoyar al pueblo afgano en este momento”, agregó.
Mahdi Ali, propietario de una tienda de comestibles en el oeste de Kabul, dijo que aunque algunos mercados y tiendas comenzaron a abrir, sigue habiendo desafíos. “Hoy compré todo lo que pude a empresas locales que traen víveres en auto”, dijo. Mientras, vio cómo combatientes talibanes incautaban autos gubernamentales y levantaban controles para registrar vehículos. Los insurgentes también han cateado su tienda en varias ocasiones.
Dos de los principales cruces fronterizos con Pakistán, Torkham —cerca de Jalalabad— y Chaman —cerca de Spin Boldak— están ahora abiertos al comercio, señaló el Ministro paquistaní de Interior, Sheikh Rashid Ahmed. Pero los comerciantes siguen temiendo la inseguridad en las carreteras, la confusión por los aranceles aduaneros y la presión para elevar aún más el precio dadas las condiciones económicas.
No ha habido una oposición armada a los talibanes. Pero videos grabados en el valle de Panjshir, una región al norte de Kabul que es un baluarte de las milicias de la Alianza del Norte que se aliaron con Estados Unidos contra el Talibán en 2001, parecen mostrar a posibles figuras de oposición reuniéndose allí. Es la única provincia que aún no ha caído en poder del Talibán.
Entre estas personalidades se encuentran miembros del Gobierno derrocado: el Vicepresidente Amrullah Saleh, quien declaró por Twitter que es el Presidente legítimo del país, y el Ministro de Defensa, el General Bismillah Mohammadi, así como Ahmad Massoud, hijo del jefe asesinado de la Alianza del Norte, Ahmad Shah Massoud.
En un texto de opinión publicado por The Washington Post, Massoud pidió armas y ayuda para luchar contra el Talibán. “Hoy escribo desde el valle de Panjshir, listo para seguir los pasos de mi padre, con combatientes muyaidines que están preparados para enfrentarse de nuevo a los talibanes”, se lee en el texto. “El Talibán no es un problema exclusivo del pueblo afgano. Bajo el control de los talibanes, Afganistán se convertirá sin duda en la zona cero del terrorismo islamista radical: aquí se volverán a urdir conspiraciones contra las democracias”.