Los sexenios de Felipe Calderón Hinojosa, Vicente Fox Quesada y Enrique Peña Nieto fueron desastrosos, y el México de hoy requiere una cirugía cuidadosa, señala el legendario Pedro Antonio Valtierra Ruvalcaba, director de Cuartoscuro.
Ciudad de México, 19 de julio (SinEmbargo).– Pedro Valtierra, director de la agencia Cuartoscuro, está optimista. Cree que Andrés Manuel López Obrador puede llevar a cabo una cuidadosa cirugía para el México que quedó lastimado después de los gobiernos de Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto.
“Estoy mesurado, tranquilo, esperando que se ponga a trabajar el Presidente. Cada Presidente tiene su estilo. No soy de los que al primer sombrerazo se asusta”, dice el fotógrafo, quien se encuentra presentado Nicaragua, la Revolución Sandinista, un libro que reúne las imágenes que logró captar cuando era un muchacho.
En entrevista con SinEmbargo, Valtierra habla sobre el periodismo, la fotografía y las guerras de Nicaragua y México.
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–¿Cómo nos preparamos para ir a una Revolución?
–Rollos, cámara, pasaporte, dinero y ganas.
–¿Necesitas vencer el miedo?
–Ese no se puede vencer hasta que estás ahí. Al principio sí decidir ir. Estando en una guerra te da miedo cada vez que sales del hotel, cada que vas en la carretera. No sabes qué te puede pasar y da miedo, pero lo importante es mantenerse.
–Si te asomas durante mucho hacia el abismo, ¿hay un momento en que el abismo ve hacia ti?
–No. No me pasó. Hubo momentos de peligro, de violencia, de golpes, de balazos, pero son gajes del oficio. Las circunstancias se dieron hacia esas circunstancias, hacia esas situaciones. Yo creo que en el oficio periodístico y en una guerra en concreto, lo más importante es mantener las ganas de servir. Lo mismo puede pasar aquí, dando cobertura a hechos. También te puedes caer. Es un oficio generoso. Es un oficio que te permite estar en todos lados. Hay que cuidarse en no caer en el precipicio de la política, o el de la guerra, o el de la vanidad.
–Estuviste en Nicaragua durante la guerra. Cuéntanos dos anécdotas sobre eso.
–Dos anécdotas. En una ocasión, en Managua, cuando nosotros fuimos a hacer una cobertura en un barrio de Managua que estaba ya tomado por los sandinistas, el toque de queda era a las seis de la tarde. Nosotros teníamos que salir de ese lugar a las cinco. Estábamos saliendo de ese lugar, que ya estaba controlado por los sandinistas y de pronto nos empiezan a balacear. A mí me estuvieron balaceando como 3, 4 o 5 minutos. No me acuerdo porque estaba dura la cosa. Empiezan a disparar y alguien me avienta al piso. Caí junto a un tronco y ahí me protegí. No sé cuánto duró. A mí me pareció eterno. Estuvieron balaceándome, yo veía cómo pegaban las balas en la pared. No me podía mover mucho, no podía agarrar la cámara. La cámara estaba tirada, la mochila, todo. Esa vez fue una cosa muy fea.
En otra ocasión, yendo hacia León, encontramos que un retén militar de Somoza había sido atacado por los sandinistas. Habían muerto cinco o seis personas que estaban ahí. Bajamos a hacer un recorrido, íbamos un grupo amplio de personas. Íbamos varios periodistas. Bajamos a ver. Uno de los soldados sobrevivía. Estaban dispersos, tirados en el campo. En UnoMásUno, donde yo trabajaba, la orientación era no hacer muertos directamente [fotografiar muertos]. Teníamos que cuidar ese tipo de cosas. Me acerqué y vi que uno de los soldados movía la mano. Yo le decía: “¿Me escuchas?”. Y le hacía así [mueve la mano como si estuviera apretando algo]. Tenía tierra y la soltaba. Eso me causó un dolor muy fuerte. Me sentí mal. Entré un poco en crisis. Ver una persona en esas circunstancias, siempre es muy delicado. Es muy grave.
–¿Tener contacto con ese tipo de imágenes puede dejar secuelas?
–Deja secuelas, sí. Veme a mí [se ríe]. Sobre todo en la parte profesional: cuestionas tu trabajo o eso hace que cuestiones tu trabajo. “¿Vale la pena?”. Yo concluyo que sí vale la pena. Duele. Ser fotógrafo duele. No es cómodo andar por la calle retratando a la gente o las cosas que no te gustan. Siempre el oficio te lleva… te genera secuelas. Sí hay unas secuelas. En el caso que narro, el de Nicaragua, pues sí me impactó. Duele.
–¿Qué significa Nicaragua para ti?
–Es mi primera oportunidad de entrar al mundo de la fotografía periodística. Salir al bate, en argot más de Juárez, no del país. Es salir. Es la oportunidad de salir a trabajar. No sé si lo habré hecho bien, pero es mi presentación ante la sociedad. Yo tenía 23 años. Era una gran oportunidad de retratar la guerra. Ahí está el trabajo. Cuarenta años después, las fotografías están ahí todavía.
–Hace poco, en Ciudad Juárez, decías que una fotografía periodística tenía que ser estética.
–Lo decía porque en México, por alguna razón muy extraña, se dice que el periodismo no es arte. En realidad, lo que quieren decir es que el periodismo tiene que ser malo. Y no: la fotografía periodística debe tener elementos estéticos de calidad. Debe ser atractiva para que permanezca y trascienda. Si tienes tiempo y puedes darle estilo, mejor. Es como un cronista, que va a hacer una nota y no le pone sabor. La foto periodística debe tener contenido estético de calidad. Todos los lectores merecen respeto.
–¿Qué opinas de las redes sociales?
–Las redes sociales son una Revolución. Mi opinión es de respeto. Recuerdo hace cuatro o cinco años, cuando salieron, que había críticos muy duros. Yo siempre dije que había que esperar, y que había que tener cuidado. Ahora estamos viendo que redes guían hasta el periodismo. Es peligroso por un lado, si no hay control. Si esas redes sociales no reproducen buen contenido, se generará un caos. Yo confío en que las redes sociales van a saber seleccionar la calidad. Todo apunta a que tenemos que dar calidad. Siempre el periodismo ha tenido en México pocos lectores. Las redes sociales no cambiarán el sentido objetivo del periodismo. Se seguirá haciendo periodismo con calidad y la gente seguirá buscando el periodismo de calidad. El periodismo no cambia por la herramienta, sino por lo que le pones a cada imagen, a cada texto. Una foto buena circula en redes sociales más que una foto mala. Apostemos a la calidad. Vamos a subir a las redes sociales periodismo de calidad.
–¿Cuál es tu opinión sobre el sexenio que comienza?
–No opino sobre muchas cosas. Estoy mesurado, tranquilo, esperando que se ponga a trabajar el Presidente. Cada Presidente tiene su estilo. No soy de los que al primer sombrerazo se asusta. Más bien estamos en la reflexión de analizar la Presidencia de Fox y Calderón, que fueron un desastre. El de Peña Nieto ya no digamos. Yo quisiera ser mesurado. Yo estoy apenas revisando el sexenio de Calderón y me dan mucha tristeza todas las barbaridades que hizo, de las que nadie se acuerda. Vamos a estar tranquilos. López Obrador ganó con el 53 por ciento. Debe tener cuidado. Este país es un país que requiere una cirugía cuidadosa. Yo tengo esperanzas de que lo haga. No me asusto. Creo en México y creo que cada Presidente tiene su estilo particular.
–¿Cómo se vivió desde Cuartoscuro el sexenio de Calderón, y el inicio de la violencia?
–Muy grave. Desde el primer momento yo dije que había sido un error gravísimo haber declarado la guerra al narcotráfico. Hay que combatir el narcotráfico, pero no de esa manera. No estoy muy seguro de que sea la mejor manera como lo hacen ahora, pero opinaremos sobre este Gobierno después. Fue una estrategia que generó muchos más muertos que en Guatemala, aquella de Ríos Montt. Generó una violencia que no sabemos cómo va a terminar.
–¿Cómo se vivió desde la agencia?
–Se oye mal, pero nosotros comenzamos a tener mucha más actividad. Nosotros, los periodistas, no generamos la violencia, la cubrimos. La violencia es el resultado de la incapacidad política. Luego a los periodistas y fotógrafos nos echan la culpa de que somos los responsables de la violencia. Somos importantes, pero que no nos den esos niveles.