Sergio Saldaña Zorrilla
19/07/2016 - 12:02 am
Cuando el “voto masivo” no basta
Tanto el actual Gobierno de Enrique Peña Nieto como el anterior de Felipe Calderón Hinojosa, tomaron el poder por la vía del fraude electoral. Mientras Calderón robó la elección, Peña la compró y la robó.
El Estado mexicano hace mucho que está deslegitimado. Sin embargo esa deslegitimación nunca había tenido tantas fuentes:
Fraude electoral
Tanto el actual gobierno de Enrique Peña Nieto como el anterior de Felipe Calderón Hinojosa, tomaron el poder por la vía del fraude electoral. Mientras Calderón robó la elección, Peña la compró y la robó. Esos son hechos de los cuales existe abrumadora evidencia. Sin embargo, el entonces Instituto Federal Electoral (IFE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) hicieron caso omiso a las evidencias.
Usurpación
Las acciones de los últimos dos Gobiernos, por haber llegado por la vía del fraude electoral, son ilegítimas. Ambos, Calderón y Peña, carecen de mandato popular, pues no fueron elegidos por el Pueblo de México. En términos precisos de Teoría del Estado, los Gobiernos de Calderón y Peña carecen de toda autoridad para el ejercicio del poder público. Si Calderón y Peña carecen de mandato popular y por tanto de autoridad, estrictamente, no han sido nunca presidentes de México, sino usurpadores.
Tiranía
Recordemos que cuando Felipe Calderón iba a tomar protesta como presidente ante el Congreso de la Unión, hizo incluso uso de la fuerza para que el clamor popular y de los legisladores ahí presentes no impidieran que le colocaran la banda presidencial. Tanto el fraude electoral de Calderón como el de Peña estuvieron cobijados por el uso de la fuerza pública para defender el fraude. Así, la usurpación del poder de ambos cobijados en el uso de la fuerza representa además la implementación de una tiranía en el país, pues el uso del fraude electoral defendido con violencia ha sido desde entonces replicado en la elección de legisladores, presidentes municipales, gobernadores y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN): todos ellos engranes de la misma tiranía.
Totalitarismo
Desde incluso algunos años previos a la elección de 2012, Enrique Peña Nieto y su grupo ya estaban colocando a sus aliados en posiciones clave de las instituciones en México. Para contar con complicidad para el fraude electoral, pusieron consejeros del IFE y magistrados del TRIFE afines a ellos. Para realizar pre-fraudes electorales, han ido colocando a las dirigencias de la mayoría de los partidos políticos, como quien nombra empleados en su negocio. Esto ha permitido que los fraudes se consumen con cada vez menos reclamos; si acaso ahora sólo reclaman los militantes que se sienten defraudados, a quienes pronto acuden las piadosas voces de sus líderes a calmarlos y pedirles que acepten el resultado del fraude (!). Para manipular la información, desde el sexenio de Calderón, el equipo de Peña compró tiempo al aire en Televisa y colocaron como Director Editorial del diario El Universal a José Carreño, hoy Director General del Fondo de Cultura Económica (y antes Director de Comunicación Social con Carlos Salinas de Gortari). Para desmovilizar al estudiantado, desde el anterior sexenio ya tenían al priista José Narro como Rector de la UNAM (hoy premiado como Secretario de Salud) y recientemente colocaron a Enrique Graue en su lugar, igualmente, para desmovilizar al profesorado y estudiantado en caso de protesta. Para desmovilizar al empresariado ante la inminente venta de activos públicos a extranjeros, colocaron a los líderes empresariales de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA) y al del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), por lo que estas Cámaras están calladitas aún con los actuales estancamiento económico, criminalidad, niveles obscenos de corrupción para la asignación de obra pública, deudas a empresarios y demás agravios. Similarmente, tienen compradas a las principales organizaciones sindicales, campesinas, obreras y populares. Todo lo anterior sumado tiene un nombre: Totalitarismo. Esto es, ejercen el control total de las dirigencias de las principales instituciones públicas y privadas.
Reemplazar órganos electorales
Ahora bien, quiero ejemplificar sobre los riesgos de sostener la actual dictadura. Al momento en que escribo estas líneas, se cumple un año del fraude electoral en el estado de Chiapas. Ese fraude es el principal combustible de la actual movilización popular en apoyo al movimiento magisterial en ese estado. Los grandes responsables de ese fraude electoral son el actual gobernador del estado, Manuel Velasco Coello, quien colocó a consejeros locales del INE y del Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana del estado de Chiapas (IEPC), así como a los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial del estado de Chiapas. Éstos hicieron un desastre sobre el desastre que de por sí ya es el fraude electoral. Su descaro y cinismo fueron notorios e insultantes ya no sólo para candidatos y militantes, sino para toda la sociedad chiapaneca y mexicana. En una maniobra de justicia simulada, hace unas semanas el INE destituyó a los consejeros del IEPC. Sin embargo, los nuevos consejeros del IEPC han sido electos con las mismas mañas de los anteriores: nuevamente van a repetir el fraude para 2018.
No sólo en el estado de Chiapas, sino en la mayor parte del país, los titulares de los órganos electorales son panistas o priistas disfrazados de ciudadanos. Retomo el caso de Chiapas, pues es de donde, en este momento, dispongo de mejor información. En el Tribunal Electoral del estado de Chiapas fue designada Angélica Karina Ballinas Alfaro para ocupar el cargo de Magistrada Electoral por siete años (octubre del 2014 a octubre del 2021). Sin embargo, es de todos sabido que ella es militante activa del PAN (razón suficiente para su destitución), así como amiga cercana del actual Senador del PAN Roberto Gil Zuarth, quien está negociando para que ella quede como Magistrada Presidenta para la próxima elección de gobernador de Chiapas y de Presidente de la República en la entidad. Lo anterior le permitirá al PAN favorecer a Margarita Zavala (cónyuge de un usurpador) desde el interior mismo de los órganos electorales así como negociar quien llegará de gobernador.
Si queremos tirar a esta dictadura, es por demás inocente creer que bastará con el voto masivo por algún candidato o partido. Antes debemos quitar a los que validan el fraude electoral. Ello implica: i) disolver todos los actuales órganos electorales (sí, todos), destituyendo especialmente a los actuales consejeros y magistrados electorales, pues todos ellos vienen viciados (sí, todos); ii) Reconstruir los órganos electorales eligiendo como sus titulares a personas honorables conocedoras de derecho electoral, que sean ciudadanos independientes de partidos y Gobierno. Ello no excluye al actual personal de segunda línea de los órganos electorales, donde existe gente con sobrada honorabilidad, capacidad y experiencia profesional, pero que hasta hoy sigue siendo relegada de los altos cargos por ser desplazada por empleados de la tiranía. Una vez garantizado que nuestros votos se contarán por órganos imparciales y con credibilidad, podremos entonces salir a votar por quien queramos.
Concluyo. Para transitar a la democracia, debemos, en este orden:
1) Quitar a quienes validan los fraudes electorales.
2) Salir a votar masivamente.
¡No al revés!
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