Antonio Salgado Borge
19/06/2020 - 12:05 am
Por qué las estatuas de colonizadores deben ser retiradas
Lo importante aquí es que si se acepta la verdad de las premisas, entonces el argumento, además de ser válido, es sólido. Arriba he presentado razones por las que estas premisa tendrían que ser tomadas como verdaderas. Y, si este es el caso, la conclusión también tendría que ser aceptada.
Como consecuencia de la ola antirracista que recorre el mundo, las estatuas de algunas figuras históricas que oprimieron racialmente están siendo retiradas o derrumbadas. Para México, la conquista representó un hecho de opresión racial de proporciones escalofriantes. Sin embargo, las estatuas erigidas para homenajear a distintos conquistadores permanecen de pie y nos miran desde arriba.
En este artículo, primero presentaré un argumento para defender la idea de que, de una buena vez y por todas, las estatuas de colonizadores y otros opresores raciales deben comenzar a ser eliminadas de los espacios públicos donde hoy se encuentran. Posteriormente revisaré posibles objeciones a este argumento.
ARGUMENTO
Mi argumento para retirar las estatuas de colonizadores es sencillo y puede ser presentado formalmente como sigue:
(P1) Si una estatua ha sido levantada en un lugar público en honor a un personaje que ejerció opresión racial, esa estatua debe ser eliminada.
(P2) “x” ejerció la opresión racial.
(C) La estatua de “x” debe ser eliminada.
A continuación, presento explico cada una de estas estas premisas.
La primera premisa: (P1)
La primera parte de esta la premisa implica que algunas estatuas son levantadas en lugares públicos, al menos en parte, para rendir honor ciertos personajes por sus acciones. Por ejemplo, si se decidiera colocar una estatua de Lázaro Cárdenas en el zócalo de la Ciudad de México sería parcialmente porque se considera que las aportaciones de ese personaje merecen ser exaltadas. Encuentro este punto difícil de rebatir.
Es importante notar que esta premisa no dice que todas las estatuas en lugares públicos hayan sido levantadas para rendir honor a personajes que se ha considerado merecen ser exaltados. Esto claramente sería falso. Por ejemplo, algunas estatuas ni siquiera representan a personas o instituciones. Lo único que esta premisa dice es que algunas estatuas sí han sido levantadas con estos motivos en mente. Esto, me parece, es un hecho fácil de aceptar y poco controversial.
Una vez que hemos aceptado que algunas estatuas han sido levantadas para rendir honor a personajes que se ha considerado merecen ser exaltados, es fácil ver que si una estatua ha sido levantada para honrar a una persona o institución por sus acciones, y si esa estatua representa a una persona o institución que ejerció la opresión racial, entonces estatua estaría honrando también la opresión ejercida por esa persona o institución. Por su naturaleza, una estatua representa a un personaje completo. Por ende, no puede contextualizar o separar los aspectos positivos de los negativos, incluida la opresión racial, de la vida pública de un personaje. Por ejemplo, en la ciudad de Bristol (Reino Unido) acaba de ser retirada y tirada al agua la estatua de uno de sus fundadores. El hombre no sólo fue clave en la fundación de la ciudad, sino que contribuyó a su bonanza y fue un reconocido filántropo. El problema: traficó, asesinó e hizo sufrir a decenas de miles de esclavos. La estatua no puede dejar de representar ambas facetas.
Algunas estatuas han sido levantadas para rendir honor a personajes que se ha considerado merecen ser exaltados y, si este personaje ejerció opresión racial, su estatua no puede dejar de representar esta faceta. Ahora bien, el motivo de honrar o exaltar a un personaje o una institución es hacerlo presente como un ejemplo digno de ser admirado y emulado. La idea de hacer un monumento a una figura, en particular que se haga en este tiempo, implica por ende reconocerla y tomarla como referente. Por ejemplo, edificar una estatua en honor a Barack Obama tiene sentido si se piensa que Obama es una figura digna de ser emulada por futuras generaciones. En una sociedad que condena el racismo, un personaje que ejerció la opresión racial no puede caer en este supuesto.
Alguien puede alegar que hay casos de opresión racial, como el de Adolf Hitler, que son clarísimo, pero que hay otros más complicados de categorizar. Esta objeción es importante. Sin embargo, la controversia puede ser evitada desambiguado el término “opresión racial”. Considero que pocas personas pueden negar que “opresión racial” incluye, como mínimo, instancias de asesinato, de violación, de tortura o de esclavización de una persona o grupo de personas por motivos de raza. Por ende, para no desviarnos del tema, entenderemos aquí por “opresor racial” exclusivamente a aquella persona o institución que cae en nuestra definición mínima; es decir, que o asesinó, o violó, o torturó, o esclavizó por motivos de raza. Si la persona “x” representada en una estatua caen en alguna de estas instancias, entonces su estatua debe ser removida.
La segunda premisa: (P2)
La segunda premisa del argumento presentado arriba es empírica. Uno debe insertar en el espacio ocupado por la “x” el nombre de un personaje o institución que haya cometido actos de opresión racial. Es decir, el nombre de alguien que haya asesinado, esclavizado, violado, torturado, sometido a una persona o grupo de personas por motivos de la supuesta inferioridad de su supuesta raza.
Por ejemplo, en Bélgica se retiró la estatua dedicada a Leopoldo II, un rey que dominó un territorio africano y cuyos soldados durante años esclavizaron, violaron y desmembraron a los habitantes originarios, reduciéndolos a subhumanos por el color de su piel y convirtiéndolos en máquinas desechables dedicadas a extraer recursos.
Para Bélgica, Leopoldo II fue un personaje positivo. El bienestar actual de las personas que habitan aquel país no se explica sin las riquezas que se acumularon durante su reinado. Su estatua lleva 150 años homenajeándolo. Es decir, es un hecho que este rey benefició a algunas personas y generó prosperidad dentro de su país. Sin embargo, lo hizo ejecutando acciones de opresión racial terribles, e inadmisibles desde cualquier óptica, que no pueden ser disociadas de su persona. Por ende, su estatua cae en nuestro supuesto.
Si Bélgica o Reino Unido retiran las estatuas de colonizadores que oprimieron racialmente a sus colonias, tiene muy poco sentido que un país víctima de la opresión racial de la colonización opte por preservarlas. Y es que las estatuas de los colonizadores que llegaron a América, empezando por el propio Cristóbal Colón, también caen en nuestro supuesto.
Tomo este pasaje del más reciente libro del historiador Rutger Bregman. De acuerdo con el diario de viaje de Colón, cuando legó a las Bahamas se sorprendió de lo pacíficos que eran sus habitantes. Su diario dice, “no llevan armas, no las conocen siquiera”. Entonces a c Colón le vino su “gran” idea: “serían excelentes sirvientes… con cincuenta hombres podríamos someterlos a todos y obligarlos a hacer lo que se nos venga en gana”. Colón no iba preparado; pero, ‘al año siguiente, regresó con 500 hombres e inició el comercio trasatlántico de esclavos. Cincuenta años después, sólo 1 por ciento de la población original de estas islas permanecía en ellas’ (Humankind, 2020).
La conclusión: (C)
Para que un argumento sea aceptado, éste debe ser válido y sólido. La validez viene de la forma lógica del argumento; es decir, es la idea de que, si las premisas son verdaderas, la conclusión se sigue lógicamente de las premisas. Este no es el lugar para tecnicismos sobre la validez de un argumento, pero quien quiera verificar este punto puede revisar en qué consiste un argumento de la forma modus ponens.
Lo importante aquí es que si se acepta la verdad de las premisas, entonces el argumento, además de ser válido, es sólido. Arriba he presentado razones por las que estas premisa tendrían que ser tomadas como verdaderas. Y, si este es el caso, la conclusión también tendría que ser aceptada.
Esto significa que si se quiere saber qué estatuas deben ser retiradas o tiradas en México, basta con aceptar (P1) y aceptar que el nombre del personaje o institución en cuestión puede ocupar el lugar de la “x” en (P2). Por ejemplo, en 2010 se levantó en la principal avenida de Yucatán una estatua en honor a Francisco de Montejo, los colonizadores españoles que “fundaron” la ciudad de Mérida. La avenida además lleva superficialmente su nombre: “Paseo de Montejo” -aunque el nombre real debería ser “Nachi Cocom”.
Los Montejo esclavizaron, asesinaron y torturaron mayas. Por ende, “x ejerció opresión racial” –(P2)- puede ser perfectamente leída como “los Montejo ejercieron opresión racial”. Dado que a aceptamos que “si una estatua ha sido levantada en un lugar público en honor a un personaje que ejerció opresión racial, esa estatua debe ser eliminada” –(P1)-, entonces la estatua de los Montejo debe ser eliminada.
LAS OBJECIONES
Vale la pena revisar aquí algunas objeciones a nuestro argumento. Esta lista se basa en comentarios que me han llegado o que circulan por las redes sociales.
Objeción 1
“Si se destruyen o retiran las estatuas de colonizadores españoles, también habría que destruir las pirámides mayas o aztecas. Estos pueblos asesinaban y sacrificaban gente”
Respuesta
La premisa (P1) del argumento presentado arriba se refiere únicamente a estatuas erigidas para honrar a personas que ejemplifican casos de opresión racial. Por ende, la objeción no aplica. Tampoco sirve alegar algo como lo siguiente: “los pueblos prehispánicos oprimían a otros por motivos étnicos. Los mayas lo hacían, así que tu argumento implica que había que tirar sus pirámides.” Insisto: mi argumento dice que textualmente si una estatua ha sido levantada en un lugar público en honor a un personaje que ejerció opresión racial, esa estatua debe ser eliminada. Las pirámides no caen en este supuesto. Tampoco caen en este supuesto las haciendas henequeneras de Yucatán, las iglesias, o las casas donde vivieron los colonizadores.
Objeción 2
“Quitar estatuas implica borrar parte de nuestra memoria histórica. Algunos colonizadores tienen una importancia histórica indisputable.”
Respuesta
En primer lugar, esta objeción no ataca directamente ninguna de las premisas del argumento. En segundo, ésta se derriba más rápido que la estatua de un racista. La memoria histórica puede ser conservada a través de libros de texto y museos dedicados a presentar información contextualizada. Por ejemplo, en Alemania no hay estatuas de Hitler, pero sus acciones se enseñan en escuelas y existen museos dedicados a recordar sus terribles actos de opresión racial. Las personas que son educadas en Alemania saben perfectamente lo que esto implicó, se avergüenzan de ello y concientizan a nuevas generaciones. Y todo ello sin levantar estatuas de Hitler en plazas públicas
En contraparte, en Reino Unido hay varias estatuas dedicadas a esclavistas u otros opresores raciales. Sin embargo, la historia de la colonia británica no se enseña propiamente en las escuelas y no hay museos contextualizándola. Es decir, no tiene sentido suponer que las estatuas son pieza clave en “preservar la memoria histórica”.
En todo caso, bien se podría argumentar que mantener las estatuas implica una suerte de “amnesia colectiva”. En este sentido, la ausencia de las estatuas de colonizadores puede ser indicador de que por fin hemos sido capaces de conocer y de aceptar nuestra historia.
Objeción 3
“México no se explica sin la conquista. Al quitar estatuas de conquistadores estamos evitando reconocernos como somos”
Respuesta
Desde luego que México no se explica sin la conquista. Pero de ello no se sigue que los conquistadores deban ser honrados o exaltados. Las personas que ejecutaron la conquista y sus acciones tienen un lugar en los libros de historia. Ahí deben ser abordadas, estudiadas y contextualizadas. Recordemos que en (P1) hemos aceptado que una estatua tiene la función de honrar o exaltar y que cualquiera que haya ejercido opresión racial, como es el caso de los conquistadores, no debe ser honrado o exaltado.
Objeción 4
“Quitar estatuas no va a eliminar el racismo”.
Respuesta
Mi argumento no dice que quitar estatuas de opresores raciales es una condición suficiente para terminar con el racismo. Lo que único que dice es que los opresores raciales no deben ser honrados.
Objeción 5
“Si quitamos estatua tendríamos que quitar la de otros personajes racistas. Y de ahí tendríamos que seguir con los homofóbicos. Por la época en que vivió, seguro Lázaro Cárdenas era homofóbico, pero nadie pide tirar su estatua”
Respuesta
Recordemos que especificamos que, para fines del argumento, “opresión racial” se refiere exclusivamente a aquellas instancias de asesinato, violación, tortura o esclavización de una persona o grupo de personas por motivos de raza. En este caso, bien podemos intercambiar “raza” por “género”. Pero entonces la objeción no aplica a no ser que el personaje en cuestión haya ejecutado asesinato, violación, tortura o esclavización por motivos de género. Insisto: el argumento presenta una definición mínima y, por ende, fácil de aceptar. Bien se puede discutir cómo se puede ampliar esta definición; pero ello no aludiría al argumento y, por ende, no sería una objeción válida.
Objeción 6
“A nadie le importa la estatua de un conquistador. Estas estatuas son irrelevantes.”
Respuesta
En primer lugar, el argumento no dice que una estatua tenga que “importar” a un número determinado de personas para ser removida. Además, claramente no es el caso que a nadie le importan estas estatuas.
En segundo lugar, las estatuas están lejos de ser irrelevantes, pues a través de ellas una sociedad envía un del tipo de estructura social que tiene, del tipo de valores que comparte o de lo que considera aspiracional o positivo.
Finalmente, es fácil decir que una estatua erigida en honor a un opresor racial es trivial cuando uno no sufre o no es consciente de que sufre las consecuencias de la estructura de opresión que ese personaje ayudó a construir o a preservar.
Objeción 7
“Algunas estatuas son patrimonio histórico.”
Respuesta
Lo que se recomienda en este caso es enviarlas a museos. Ahí pueden ser preservadas, exhibidas y contextualizadas para pedagógicos. El patrimonio se mueve frecuentemente entre museos, así que transportar una obra no es inusual ni herético.
Objeción 8
“Si quitamos la estatua de un conquistador que caiga en el supuesto mencionado por el argumento, entonces tenemos que quitar cientos de estatuas.”
Respuesta
Cierto. Y más nos vale empezar pronto. México tiene una infinidad de personajes dignos de honrar y a los que puede considerar referentes capaces de inspirar aquello que consideramos positivo.
CONCLUSIÓN GENERAL
En este artículo he defendido que las estatuas de los colonizadores deben ser retiradas de los espacios públicos de México. Si se acepta la verdad de las premisas del argumento, su conclusión debe ser aceptada. También he revisado y refutado las principales objeciones a este argumento. Sé, por experiencia, que estamos ante un asunto que es altamente polarizante: algunas personas se indignarán por la sola mención del tema sin considerar cuidadosamente el argumento.
Ante este tipo de respuesta sólo me queda hacer dos señalamientos.
El primero es que me parece que este tipo de indignación muestra que bien vale la pena hacer un análisis dedicado a los motivos que explican este fenómeno.
El segundo es que aquellos que lamentan la pérdida de una estatua como las aquí descritas tendrían que confrontarse a dos preguntas del reconocido historiador David Olusoga que presento en versión adaptada: ¿Piensan honestamente que México sería un lugar peor sin las estatuas de probados opresores raciales? ¿En serio no pueden entender por qué algunas personas, particularmente las descendientes de las víctimas de los colonizadores pueden sentirse indignadas por monumentos que honran su presencia en sitios públicos?
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