Los últimos gobiernos federales en México no mostraron interés por apoyar a Birmex, la empresa estatal productora de vacunas, dijo la virotecnóloga Laura Palomares, quien coordina un equipo de investigación en la UNAM para crear una vacuna contra el coronavirus.
Ciudad de México, 19 de mayo (SinEmbargo).– Desde el Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ubicado en Morelos, un grupo de científicos realiza una plataforma de vacunas válida contra los virus Zika y dengue, que ahora están extrapolando para el SARS-CoV-2 que provoca la COVID-19. Actualmente están en la etapa de pruebas con animales y estiman tenerla lista en dos años.
La virotecnóloga Laura Palomares que coordina el proyecto explicó en entrevista en qué consiste, por qué tardará tantos meses obtener la cura en el mundo, cómo será la demanda y dibujó el panorama del desarrollo de vacunas en México, donde la empresa estatal Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex) fue abandonada.
“El abandono [a Birmex] ha sido de parte de las políticas públicas, donde no se ha puesto como una prioridad nacional a la fabricación de vacunas en México, sino como algo secundario”, dijo vía telefónica sobre la compañía estatal fundada el 11 de marzo de 1999. “En las últimas administraciones [la de Vicente Fox Quesada (2000-2006), la de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) y la de Enrique Peña Nieto (2012-2018)] los gobiernos no han mostrado ningún interés en apoyar a Birmex o en respaldar la producción de vacunas ni de farmacéuticos”, afirmó Palomares, quien agregó que la nueva dirección de la Licenciada Laura Velázquez ha mostrado voluntad para reimpulsar la producción. Su presupuesto aumentó de 2018 a 2019 un 50.53 por ciento a más de 4 mil 112 millones de pesos, y otro 43 por ciento en 2020 a más de 5 mil 900 millones de pesos, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda.
SinEmbargo solicitó una entrevista con la dirección de Birmex al área de comunicación de la Secretaría de Salud, pero no obtuvo respuesta hasta el cierre de esta edición. En su página oficial informa que produce la vacuna contra el tétanos y la difteria, así como la antipoliomielítica, a pesar de tener ocho registros ante la Cofepris.
Al menos desde 2006, informes de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) observaron irregularidades en la empresa como atrasos de entregas y productos caducados. Desde 2009, ante el brote de la pandemia por el virus de la influenza, el órgano recomendó a la Cámara de Diputados asignarle más recursos para investigación e infraestructura “para que esté en condiciones de producir las vacunas para su aplicación y enfrentar este tipo de emergencias”.
Aunque Birmex realizó inversiones de más de 957 millones de pesos para remodelar una planta en Cuautitlán Izcalli, Estado de México, para producir vacunas contra la influenza, “no se logró” por lo que en 2015 formalizó un contrato de Asociación Público Privada con la francesa Sanofi Pasteur, para por fin concluir el proyecto iniciado desde 2009, documenta la Auditoría.
Pero no se ha concluido hasta la fecha, dice el libro blanco “Asociación público privada Birmex-Sanofi (2012-2018)”. Mientras tanto, “Sanofi Pasteur sigue desarrollando los productos necesarios para la vacuna de la influenza y de los combos en sus instalaciones de Ocoyoacac, Estado de México”.
La consecuencia es que en México aunque se producen principalmente las vacunas contra la Hepatitis B (Probiomedic) y parte de la influenza (Sanofi Pasteur), el cuadro básico de vacunas se importa de las grandes farmacéuticas del mundo: la francesa Sanofi Pasteur, la británica GlaxoSmithKline, la suiza Novartis y la estadounidense Pfizer, exponen datos de la Cofepris.
Cada año nacen en México alrededor de 2 millones de bebés que requieren vacunas, pero se han registrado desabastos. En 2018 y 2019, documentó la investigadora en una ponencia virtual del Colegio Nacional, tuvimos desabasto de vacuna doble y triple viral, entre ellas la del sarampión, lo que se ha correlacionado con el brote de marzo-mayo en el Valle de México que alcanza hasta el último reporte del 8 de mayo más de 160 casos, en su mayoría en gente que no fue vacunada.
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–¿Cómo es el panorama de producción de vacunas en México en comparación con otros países?
–Depende de con qué países nos comparemos. En Latinoamérica los que están produciendo vacunas activamente son Argentina y Brasil, y ahí estamos por debajo de ellos. Si pensamos en Estados Unidos, India o China no producimos prácticamente ninguna vacuna. Hay dos vacunas que se están fabricando en México, una la fabrica Probiomed contra la Hepatitis B, y la otra la produce Sanofi Pasteur contra influenza y solo en principio activo, y el terminado se hace en Francia.
–Usted mencionaba en una ponencia en el Colegio Nacional que la mayoría de las vacunas las importamos y hay cuatro farmacéuticas que acaparan el mercado mundial, quienes suelen comprar a las pequeñas para eliminar la competencia, ¿cuáles son?
–Son Merck Sharp & Dohme (Estados Unidos), GlaxoSmithKline (Reino Unido), Novartis (Suiza) y la otra es Pfizer (Estados Unidos).
–Sobre la empresa estatal productora de vacunas en México, Birmex, usted decía en la ponencia que prácticamente está abandonada, ¿desde cuándo?
–Birmex existe desde el siglo XIX, y después se formalizó como el Institutos Nacional de Virología y el Instituto Nacional de Higiene. Ambos institutos tuvieron liderazgo en la producción de vacunas a nivel Latinoamérica hasta los 90. En esos tiempos se decidió conjuntar esos dos institutos nacionales de salud y fundar una empresa paraestatal [en 1999] que es propiedad del Gobierno, y entonces de pasar a ser un instituto nacional se convirtió en una empresa que ahora sigue teniendo entre su misión la producción de vacunas, pero debe de entregar resultados y ser rentable. Entonces empezaron a enfrentar una serie de dificultades técnicas en las vacunas. Como otras farmacéuticas van evolucionando, Birmex no se pudo mantener en ese ritmo y entonces empezaron poco a poco a abandonar las vacunas que ellos producían y el abandono ha sido de parte de las políticas públicas donde no se ha puesto como una prioridad nacional a la fabricación de vacunas en México, sino como algo secundario. Birmex tiene la capacidad de fabricar vacunas con una muy alta experiencia en los campos y personal con experiencia única, pero al ir abandonando su fabricación inició el declive. De ser una empresa con ventas altas de productos fabricados en México se volvió prácticamente una distribuidora de vacunas y no es su misión.
–Usted tuvo la oportunidad de platicar con la nueva directora de Birmex, la Licenciada Laura Velázquez, ¿ella qué le comentó?
–Ella dijo que tiene un claro compromiso en fomentar la producción en el campo de vacunas en México y ha iniciado este tipo de actividades. Vemos una esperanza de que las cosas mejoren, porque en las últimas administraciones los gobiernos no han mostrado ningún interés en apoyar a Birmex o en apoyar la producción de vacunas ni de farmacéuticos.
–Su grupo de investigación está haciendo una plataforma de vacunas, ¿en qué consiste y de qué manera sirve como base para la vacuna contra la COVID-19 que están desarrollando?
–La idea es tener una plataforma que se pueda muy rápidamente adaptar para la producción de vacunas contra varios virus, no contra cualquiera, pero sí para muchos. Que de una manera rápida se pueda aprovechar la infraestructura para la producción de nuevas vacunas. La producción de vacunas no solo es descubrirla y probarla al día siguiente en pacientes. Se tienen que desarrollar sistemas de producción, de caracterización, de control de calidad y se tiene que ver que pueda permanecer en la farmacia el suficiente tiempo que se requiere para poder aplicarla. La idea es tener todo eso listo para una vacuna en particular y después solo cambiar una parte que es lo que la haría específica para un virus u otro.
Imagina que tienes un reproductor de discos y le puedes poner la canción que quieras solo cambiando el disco. Lo que estamos haciendo es aprovechar una proteína que se autoensambla en una partícula similar a un virus y estas proteínas que se autoensamblan son muy buenas porque el cuerpo las reconoce como vacunas y prende las alarmas ante un virus. Estas proteínas forman unas pelotitas muy pequeñas. Si ves un balón de futbol tiene hexámeros y pentágonos; más o menos con esa geometría se ensamblan los virus. Piensa que lo que nosotros le pondremos será ese balón y le pegáramos encima otras pelotas específicas para el SARS-COV2, en particular el dominio de unión a receptor. Es una vacuna tipo proteína recombinante que estamos nosotros fabricando y que en el pasado ya hemos validado con los virus Zika y dengue, y ahorita estamos extrapolando para el SARS-COV2.
–Van en la etapa de prueba con animales, ¿cómo se apoyan en la bioética para ello?
–Las pruebas iniciales son en ratones, el animal de laboratorio que conocemos mejor y tenemos más experiencia. Estos animales necesariamente los debemos usar porque el sistema inmune es muy complejo y todavía no somos capaces de emularlo fuera de un ser vivo. En el Instituto de Biotecnología, y en cualquier lugar donde se trabaje con animales, hay un comité de bioética que evalúa cualquier experimento, con base en las 3 R (reducir el número de animales usados, respetar lo más posible y no causarles sufrimiento ni daño, y reemplazarlos siempre que se pueda), un concepto implementado en Europa. Ese comité de bioética revisa cualquier protocolo y lo autoriza, por lo que solo los autorizados pueden ser implementados.
–La Organización Mundial de la Salud plantea que tienen más de 100 candidatos de proyectos para vacuna contra la COVID-19. ¿Por qué tardarían hasta dos años para estar listas para la población en general?
–La evaluación de vacunas es un proceso muy largo. Se requieren los experimentos en animales y también tener bastante información en cuanto a la eficacia ya en humanos, por ejemplo, cuánto tiempo dará protección a las personas. Para responder eso necesita pasar ese tiempo; los ensayos en cientos y miles de personas toma mucho tiempo. De estas vacunas que se están evaluando más o menos se cree que de cada 100 que se evalúan solo siete pueden ser más o menos exitosas. Por eso no debemos descuidar ninguna porque al final serán muy pocas. También está involucrada la capacidad de producción de las vacunas y finalmente su fabricación, lo cual va sumando tiempo hasta poderlas llevar al mercado. Se debe demostrar si son seguras y eficaces.
–Una vez que ya esté lista una vacuna contra el coronavirus, ¿cómo prevé que sea la oferta y la demanda en México frente a la competencia en el mundo?
–Las primeras vacunas listas sin duda solo estarán disponibles para emergencia. Se van a poder utilizar para personal de salud, porque la autorización del uso de las vacunas siempre debe de evaluarse como un riesgo-beneficio. Un médico, médica o enfermero, enfermera que está en contacto con pacientes tiene muy alto riesgo que no es el mismo de toda la población en general. O personas de seguridad pública. La disponibilidad para el público en general no va a pasar pronto.
Por otro lado está el asegurar el abasto de vacunas para México. Si pensamos que ahora se deben fabricar miles de millones de dosis, es un reto mayúsculo y será necesario priorizar quién recibirá primero las dosis y ver como país cómo podremos tener acceso a esas vacunas, porque todos los países querrán tener acceso.
–Pienso en el VIH, ¿hay probabilidad de que no se logre una vacuna contra la COVID-19?
–No, el VIH es muy diferente. Siempre existe la probabilidad de que no se logre una vacuna, pero creo que hay muy buenas probabilidades de que sí la logremos. Lo que no creo es que sea pronto. Las probabilidades aumentan por el conocimiento que ya habíamos generado con la vacuna contra el SARS (2003, originado en China). El detalle es que cuando dejó de morirse la gente por el SARS, ya no importó, se dejó en el escritorio y ya no siguió avanzando.
–¿Qué le diría a esas personas que temen vacunarse por creer que contraerán parte del virus, por ejemplo, contra el sarampión?
–No, es imposible. En el caso de la de sarampión es una vacuna muy segura. No deben de temer, las vacunas son muy seguras y nos protegen de las enfermedades. Son los medicamentos que tienen mayor monitoreo, evaluación y hay millones de dosis que se aplican cada año. El problema es que cuando nos dejamos de vacunar no solo nos afectamos a nosotros mismos, sino que, por ejemplo en el caso del sarampión, es muy alta la inmunidad de rebaño (el número de personas que deben estar inmunes para que puedan estar protegidas personas que no la puedan recibir como recién nacidos, ancianos porque su sistema inmune ya no responde de manera adecuada o personas inmuno deprimidas). No vacunarse afecta a toda la sociedad en la que estamos.
–Mi última pregunta, Dra. Laura. Usted como investigadora, ¿qué le solicita al Gobierno respecto al apoyo a la ciencia e investigación?
–Lo que debemos hacer es colaborar. El Gobierno debe de estar cerca de lo que se está haciendo en la academia y en la industria. Ojalá todos podamos comunicarnos para hacer frente a este tipo de situaciones de manera conjunta. Nuestro país es de ‘sospechosismo’ donde creemos que todos somos unos corruptos, entonces la agencia financiadora solo ve en qué ejercemos mal una factura. Y nosotros también somos suspicaces y no hacemos frentes comunes. Debemos vernos todos como aliados para resolver este tipo de problemas. Tenemos que aprender a hacerlo.