El PRI pasa apuros para mantener relevante su campaña antes de las elecciones del 1 de julio. Los anuncios de campaña de su candidato, José Antonio Meade, incluso han dejado de mostrar el logo del partido. En lugar de ello contienen tres triángulos de colores que representan a los partidos que conforman su coalición.
Los expertos señalan que hay tantos votantes que están tan enojados con el PRI que es posible que ni siquiera estén escuchando lo que dice el candidato puntero, López Obrador, y únicamente lo respaldan para quitar del poder al partido gobernante. Los analistas señalan que esa es una espada de doble filo para el aspirante de izquierda.
Ciudad de México, 19 de abril (AP).— Mientras México se prepara para el primero de tres debates entre sus candidatos presidenciales, el PRI pasa apuros para mantener relevante su campaña antes de las elecciones del 1 de julio.
Los anuncios de campaña del candidato del Partido Revolucionario Institucional, José Antonio Meade, incluso han dejado de mostrar el logo del partido. En lugar de ello contienen tres triángulos de colores que representan a los partidos que conforman su coalición.
La decisión es comprensible dada la fuerte impopularidad del partido gobernante. En una encuesta entre mil 200 votantes publicada el miércoles por el diario Reforma, el 59 por ciento dijo que la máxima prioridad en las elecciones es sacar del poder al PRI.
En ese mismo sondeo, el 22 por ciento señaló que su objetivo es evitar que el líder en las preferencias, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, asuma la presidencia. La encuesta tiene un margen de error de cuatro puntos porcentuales.
Meade “está haciendo lo mejor que puede. Lo que pasa es que le tocó una misión imposible, porque el rechazo al PRI ya es brutal, es enorme”, dijo José Antonio Crespo, analista político en el Centro de Investigación y Docencia Económicas.
“Tiene buenas credenciales, ha sido un buen funcionario, tiene una imagen más o menos amable”, añadió Crespo. “Está cargando con el peso de su partido”.
Con media docena de ex gobernadores del PRI bajo investigación por corrupción e incontables escándalos durante sus décadas en el poder, el partido pareció percatarse que uno de sus militantes no podía aspirar al triunfo. Así que nominó a Meade, ex miembro del gabinete que no está afiliado formalmente al partido. Pero el aspirante ha llevado una campaña demasiado inclinada al PRI, lo que le anuló esa ventaja.
“Un candidato que no es militante y además no aparece el logo, queriendo decir ‘oiga, aquí no es el PRI… bueno, sí es pero no es’. Pues no, la gente no se engaña con eso”, dijo Crespo.
Ricardo Anaya, quien se ubica segundo en las preferencias como candidato de una coalición de izquierda y derecha, ya descartó a Meade.
“El PRI ya se va”, dijo Anaya en un anuncio de campaña. “La pregunta es, ¿qué tipo de cambio quieres?”
Anaya, de 39 años, se presenta a sí mismo como el cambio del futuro. A menudo se describe como una especie de gurú tecnológico en el lanzamiento de productos “inteligentes” y dice que López Obrador representa el viejo pasado estatista del país.
El problema es que la mayoría de los mexicanos, en especial los menores de 40 años, no recuerdan lo que fue vivir bajo la vieja economía dominada por el Estado que caracterizó a México antes de 1982.
Y López Obrador, paradójicamente, se ha beneficiado de una de las viejas tácticas del PRI: dividir a la oposición. Existe un fuerte contingente de votantes que no quieren verlo ganar, pero sus preferencias están divididas entre los otros cuatro candidatos, que incluyen a dos aspirantes independientes.
López Obrador fue favorecido por un 48 por ciento en la encuesta de Reforma, mientras que Anaya obtuvo un 26 por ciento y Meade el 18 por ciento.
Los expertos señalan que hay tantos votantes que están tan enojados con el PRI que es posible que ni siquiera estén escuchando lo que dice López Obrador, y únicamente lo respaldan para quitar del poder al partido gobernante. Los analistas señalan que esa es una espada de doble filo para el aspirante de izquierda.