Luego de semanas de que Estados Unidos cerrara a México la opción de adquirir vacunas, el Gobierno de Joe Biden ha permitido que se doten al país de los excedentes estadounidenses del fármaco de AstraZeneca. No obstante y a falta de una producción interna, el Gobierno de López Obrador también ha recurrido a otras potencias como Rusia y China para poder subsanar la falta de vacunas y atender su Plan Nacional.
Ciudad de México, 19 de marzo (SinEmbargo).- La vacunación en México avanza a paso lento. A falta de la producción de una vacuna nacional, el país ha tenido que apostar la inoculación de su población al abastecimiento procedente de otras naciones. En un primer intento se buscó establecer un puente con Estados Unidos, sin embargo la nación cerró por muchas semanas la puerta a México. Eso ha cambiado en las últimas horas con el anuncio de un acuerdo que dotaría al país de los excedentes estadounidenses.
Sin embargo, ante la necesidad de salir del encierro y echar andar a la economía, la administración de Andrés Manuel López Obrador ha tenido que recurrir a la producción de otras potencias para atender su Plan Nacional de vacunación como es el caso de Rusia y China, países cuya influencia en la región ha sido mínima. Esta apuesta ha sido cuestionada, no obstante el Gobierno mexicano ha señalado que su objetivo es buscar vacunas en donde quiera que se produzcan, para ello ha establecido lazos con los gobiernos rusos y chinos, naciones que en Occidente suelen ser vistas con reserva ante su configuración política.
“Estados Unidos tiene muchos enfermos y le urge vacunar a su población porque es el país que más enfermos tiene, más contagios, más muertos, pero también es cierto que se había comprometido a entregar vacunas y no se cumplió, entonces ante la emergencia pues China y Rusia están produciendo algo que el mundo necesita para volver a reactivarse económicamente y en primer lugar para evitar ya las pérdidas humanas que está generando esta pandemia.Tal vez no es así su objetivo, sino que así se presentó la situación”, comentó en entrevista la investigadora de la Universidad Autónoma de México (UAM), Ana Teresa Gutiérrez Del Cid, cuyo campo de estudio se centra en la situación actual de Rusia y de su ámbito de influencia en Asia Central y el Cáucaso.
En este escenario, Estados Unidos ha sido cuestionado por el acaparamiento de vacunas, un tema que el Gobierno de López Obrador ha llevado ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). A mediados de la semana pasada, el Presidente estadounidense Joe Biden giró instrucciones para ordenar 100 millones de dosis más de la vacuna de Johnson & Johnson contra el coronavirus, incrementando un posible superávit de dosis para finales de este año mientras que gran parte del resto del mundo pasa problemas de escasez.
Antes de esta orden, Estados Unidos se encaminaba a recibir para mediados de mayo suficientes vacunas aprobadas para inocular a todos los adultos, y suficientes para 400 millones de personas para finales de julio. Dosis suficientes para 200 millones de personas más están pendientes en caso de que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) apruebe las vacunas de AstraZeneca y Novavax. Se prevé que las dosis adicionales de J&J, suficientes para 100 millones de personas, sean entregadas en el segundo semestre de este año.
Hasta antes del inicio de esta semana, la Casa Blanca había rechazado las solicitudes de sus aliados como México, Canadá y la Unión Europea, de vacunas producidas en Estados Unidos, donde la producción de varios meses ha resultado en vacunas para uso exclusivo en el país. Esto parece cambiar, a la luz de los más recientes eventos. Desde el miércoles, la agencia Bloomberg reportó que Joe Biden se encontraba valorando la posibilidad de entregar primero vacunas contra la COVID-19 a México y Canadá, países que van retrasados en la vacunación ante la falta de dosis. A esto se sumó el anuncio que hizo el jueves el Canciller Marcelo Ebrard de que Estados Unidos ya decidió darle vacunas a México.
Los detalles sobre este acuerdo serán dados a conocer en las próximas horas. Empero, Jen Psaki, Secretaria de Prensa de la Casa Blanca, afirmó que Estados Unidos planeaba compartir 2.5 millones de dosis de la vacuna con México y 1.5 millones con Canadá, de la vacuna de AstraZeneca, fármaco por el que ha apostado México con la firma de contratos de producción y envasado para abastecer a toda América Latina, pero que en las últimas semanas ha sido objeto de cuestionamientos ante los reportes de que pudiera ser la causa de trombos, una situación que ha desestimado la farmacéutica.
Lo cierto es que paralelo a las conversaciones para dotar a México de estas vacunas, algunos observadores han dado cuenta de cómo Rusia y China han utilizado sus vacunas de producción local para obtener una ventaja estratégica.
“Todos los países que tienen vacunas, todos, sin excepción, capitalistas, comunistas, socialdemócratas, rezagados. Todos las usan políticamente, no es algo exclusivo de China o de Rusia o de Estados Unidos”, señaló Carlos Heredia, profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Heredia indicó que en el caso de China está enfrascada en una rivalidad comercial, tecnológica, por la hegemonía global con Estados Unidos, y ha usado sus vacunas para tener mayor presencia sobre todo en países del sur, en América Latina, en África, en Asia. Con respecto a Rusia, refirió que la peculiaridad de su vacuna es que los países latinoamericanos, sobre todo Argentina y México, tocaron la puerta de Vladimir Putin, antes de que llegara el Gobierno de Joe Biden.
“No habían podido obtener vacunas de los países de occidente, sin embargo las promesas que se hicieron de que llegara la vacuna rusa en las cantidades que México necesitaba y sobre todo con el calendario dictado por la elección del 6 de junio, que es muy difícil que se cumpla, como no llegaron suficientes vacunas rusas, ahora acaban de hacer esta negociación el Gobierno de México con el Gobierno del Presidente Biden para obtener un ‘préstamo’ de Washington de vacunas AstraZeneca que para EU son excedente, nos las van a usar”, indicó.
En ese sentido, Heredia mencionó que aunque no está expresamente mencionado que es a cambio de eso, es probable que México se haya comprometido con EU a contener la migración centroamericana. “Evidentemente como están ocurriendo al mismo tiempo pues no es muy difícil deducir que si con Trump ofrecimos contener la migración a cambio de impedir que nos impusieran aranceles, ahora la moneda de cambio de nuevo son los migrantes. No sabemos qué otro compromiso va a implicar esto”.
EL FACTOR RUSIA-CHINA
Una de las encomiendas del Presidente López Obrador ha sido conseguir vacunas en cualquier lugar que se produzcan. Como parte de este objetivo, el mandatario mexicano tuvo una videollamada el pasado 25 de enero —en medio del confinamiento al que se sometió en ese entonces tras haber dado positivo a la COVID-19— con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en la que se pactó el envío a México 24 millones de dosis de la vacuna Sputnik V, fármaco que ha sorteado toda clase de señalamientos en cuanto a su calidad, los cuales fueron dejados de lado luego de que a inicios de febrero se publicaran en The Lancet los resultados de la Fase 3 que dieron cuenta de una efectividad del 91 por ciento.
Con respecto a las negociaciones que se han establecido con China, la semana pasada el Gobierno de México anunció que apostará a las vacunas de este país. El Canciller Marcelo Ebrard dio cuenta el martes 9 de marzo de acuerdos para recibir 12 millones de dosis de la vacuna de Sinopharm, aún no aprobada, y para elevar a 20 millones el total de dosis de la de Coronavac, fabricada por la farmacéutica china Sinovac.
De hecho, ya han comenzado las entregas de la de Sinovac y se espera completar las 20 millones de dosis en julio, mientras que las entregas de la de Sinopharm se completarán entre marzo y junio. El total son 32 millones de dosis, además de unas cuatro millones de dosis de la de CanSino.
Sinopharm ha dicho que su vacuna tiene un 79 por ciento de efectividad sobre la base de datos provisorios de pruebas clínicas, pero, al igual que otras firmas chinas, no ha publicado los datos de pruebas clínicas avanzadas. Los expertos en Hong Kong estiman que la eficacia de la vacuna de Sinovac es de aproximadamente 51 por ciento. Esa vacuna ya fue aprobada por México al igual que la de CanSino, que tiene una eficacia estimada en 65.7 por ciento.
México ha aprobado en total seis vacunas y ha recibido cantidades relativamente pequeñas de cada una. Ha aplicado alrededor de cinco millones de dosis en una población de 126 millones de habitantes.
A eso se suma el retraso que ha tenido con Pfizer, con quien tiene contratos por un total de unas 34 millones de dosis, de las cuales hasta el momento se han entregado apenas la décima parte. Las que han llegado provienen de Bélgica, ya que las producidas en Estados Unidos han sido para consumo interno, una situación que han aprovechado precisamente Rusia y China.
“Vemos que (Rusia y China) empezaron a tener una enorme influencia, porque la salud es una cuestión vital, y si una gran potencia no puede venderte, pues claro que otras potencias si están en posibilidad van a ganar influencia y por lo tanto ahora se ha ganado un respeto hacia la ciencia Rusia”, consideró la doctora Gutiérrez Del Cid.
A nivel global, China se ha comprometido a entregar casi 500 millones de dosis de sus vacunas a más de 45 países, de acuerdo con un conteo de nación por nación realizado por The Associated Press. Cuatro de los varios fabricantes de vacunas en China aseguran que serán capaces de producir al menos dos mil 600 millones de dosis este año.
Rusia, por su parte, ha enviado millones de dosis de su vacuna Sputnik V a países de todo el mundo, incluso mientras inocula a su propia población. Algunos analistas aseguran que uno de los objetivos de esta campaña es proyectar la imagen de Rusia como potencia científica, tecnológica y benevolente, en especial mientras otros países se topan con problemas de escasez de vacunas de COVID-19 debido a que naciones más ricas acaparan las versiones fabricadas en Occidente.
No obstante, para el investigador del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México (Colmex), Humberto Garza Elizondo, quien ha centrado parte de su investigación en temas de Rusia y China, la realidad es que no hay suficientes vacunas para abastecer el mercado ya que todos los países, incluso Estados Unidos, están necesitando más vacunas de las que actualmente tienen en existencia, por lo cual la posibilidad de que Rusia o China utilicen su producción para incrementar su influencia en este momento “es una mera hipótesis”.
“El problema de origen no es político, se puede politizar, sí. China y Rusia no pueden en este momento ofrecer una influencia a través de las vacunas porque simplemente no tienen vacunas”, advirtió.
EL ABASTECIMIENTO RUSO
En agosto, Rusia anunció ser el primer país en autorizar una vacuna contra el coronavirus, una situación que fue recibida por el mundo con escepticismo ya que no se habían completado los ensayos, la cual persistió incluso aún de que se publicaran los resultados en The Lancet.
A la fecha, los expertos han puesto en duda la capacidad rusa de poder atender los pedidos de todos los países que la quieren. México, por ejemplo, confiaba en tener 400 mil dosis en febrero, aunque para esas fechas sólo habían llegado 200 mil. En América Latina, en tanto, Argentina había recibido 2.5 millones de dosis hasta el 1 de marzo, aunque el Gobierno de esa nación, que encabeza Alberto Fernández, esperaba cinco millones en enero y otros 14 millones más en febrero.
“No hay las condiciones para que Rusia o China provean de esas vacunas, no las tienen. México tiene convenios con el Gobierno ruso y con el Gobierno chino para la adquisición de vacunas que no están llegando. No llegan porque simplemente no hay vacunas, no hay producto que ofrecer”, advirtió el investigador del Colmex, Humberto Garza Elizondo.
Rusia manufacturó poco más de dos millones de dosis el año pasado, entre reportes de que los productores locales tenían problemas para comprar equipamiento y fabricar el segundo componente de la vacuna de dos dosis.
Para el 20 de febrero, el primer ministro ruso, Mikhail Mishustin, dijo que se habían producido más de 10 millones de dosis de la Sputnik V. El Fondo Ruso de Inversión Directa tiene acuerdos con fabricantes en países como Brasil, Corea del Sur e India para impulsar la producción, pero hay pocos indicios de que los fabricantes extranjeros hayan producido grandes cantidades hasta ahora, refieren los mismos datos.
A esto hay que sumar que la campaña de vacunación en Rusia ha sido lenta en comparación con otros países. Para finales de febrero se había vacunado a unos cuatro millones de personas, o menos del tres por ciento de la población, aunque eso podría deberse en parte a los reparos generalizados entre los rusos a confiar en las vacunas, refiere AP.
Estos inconvenientes parecen no ser tomados en cuenta por el Kremlin. The Associated Press daba cuenta a inicios de marzo de cómo los canales estatales de televisión han cubierto extensamente las exportaciones de vacunas como una manera de destacar el avance de esta nación en la lucha contra la COVID-19 a nivel mundial.
Pese a ello, la eficiencia que ha demostrado tener la Sputnik V podría ayudar a mejorar la imagen de Rusia como la de una potencia científica y tecnológica.
“Desde luego ha reivindicado a la ciencia rusa, a la cual se le despreciaba mucho con la calidad de la Unión Soviética y también ha reivindicado la posición de Rusia”, opinó la doctora Ana Teresa Gutiérrez Del Cid.
-Con información de AP