Las suspensiones en templos religiosos de Estados Unidos se registran en momentos en que los fieles buscan una especie de protección divina ante la pandemia de coronavirus.
Por Russell Contreras
RIO RANCHO, Nuevo México, EE.UU. (AP) — Por años, Orlando Márquez y su familia hicieron el peregrinaje al Santuario de Chimayó, un sitio sagrado en el norte de Nuevo México conocido como el “Lourdes de América”. Unas arenas de su “pocito” tienen propiedades curativas que combaten incluso el cáncer, según los creyentes. En los muros del santuario hay pegadas notas de personas que combaten adicciones o tratan de salvar sus matrimonios.
Este agente de bienes raíces y músico mariachi de 42 años, de Albuquerque, quería pedirle a Dios que los protegiese del coronavirus. También pensaba llevarse un poco de arena curativa, por las dudas.
Pero Chimayó es uno de los sitios católicos de la era hispana que están limitando su acceso o cerrando directamente debido al coronavirus, privando a los peregrinos de la oportunidad de ofrecer plegarias que para muchos son su última esperanza. Desde una catedral de Denver donde se encuentran los huesos de la primera esclava negra hasta el sitio donde se celebró por primera vez el Día de Acción de Gracias en San Agaustín, Florida, las diócesis católicas están desalentando las concentraciones de personas y suspendiendo ceremonias tradicionales para evitar la propagación del virus. Las misas han sido suspendidas y es previsible que tampoco se lleven a cabo las ceremonias de la Semana Santa.
Las suspensiones de estos servicios se producen en momentos en que los católicos buscan protección divina –a través de arenas curativas, agua sagrada o plegarias a un santo– de la pandemia.
“Quería rezar. Reflexionar”, dijo Márquez, quien pensaba hacer el peregrinaje de casi 21 kilómetros con su padre, un sargento retirado de la fuerza aérea de 83 años. “Perdí a mi madre hace dos años y medio, por eso esto era importante. Es duro, pero lo comprendo”.
La arquidiócesis de Denver dijo que se habían suspendido todas las misas en Colorado, incluso en la Basílica de la Inmaculada Concepción, la catedral, donde se encuentran los estos de Julia Greeley, una esclava negra emancipada cuya santidad está siendo considerada por el Vaticano. Muchos creyentes acuden a la basílica a pedirle milagros.
El obispo de Phoenix Thomas Olmsted también suspendió todas las misas, incluida la dominical, en buena parte de Arizona y pidió a los fieles que se abstengan de participar en grandes concentraciones de personas. Esto afectó el Altar de San Peregrino de Mesa, Arizona, dedicado a los pacientes de cáncer que piden milagros. Si bien se desalientan las reuniones de más de 10 personas, las iglesias y capillas permanecen abiertas para que un puñado de fieles puedan ir a rezar respetando las normas de distanciamiento social.
En la Florida, el obispo de San Agustín Felipe Estévez suspendió las misas para evitar que se congreguen más de 10 personas. Kathleen Bagg, portavoz de la diócesis de San Agustín, dijo que todavía no se decidió qué hacer con el Altar de Nuestra Señora de la Leche. Se cree que allí se celebró por primera vez el Día de Acción de Gracias en lo que hoy es Estados Unidos, más de 50 años antes de que los peregrinos lo hiciesen en Plymouth Rock, Massachusetts, en 1621. Se dice que ayuda a concebir a las parejas y a las madres con embarazos complicados.
El obispo de Brownsville, Texas, Daniel E. Flores, entre tanto, anunció que suspendía todas las misas, festivales, retiros y programas educativos. Dispuso asimismo que las iglesias estén cerradas al público, incluida la Basílica de Nuestra Señora de San Juan del Valle, de San Juan, Texas. Millones de personas visitan su altar anualmente para expiar sus pecados y pedir milagros para los enfermos.
“Esto es algo sin precedentes”, declaró Andrew Chesnut, de la Virginia Commonwealth University. “Estos sitios son de gran importancia para varias generaciones. La gente quiere sentir el agua sagrada, quiere sentir la tierra sagrada”.
Allen Sánchez, director ejecutivo de la Conferencia de Obispos Católicos de Nuevo México, dijo que estos lugares son sacramentales y ayudan a los católicos con su fe. “Pero esto va a cambiar la forma en que pensamos”, pronosticó.
Otros lugares de peregrinaje de los católicos están siendo afectados en todo el mundo. El Altar de Nuestra Señora de Lourdes anunció que cerraría sus puertas por primera vez en más de un siglo, acatando disposiciones de las autoridades francesas. Se dice que el agua que fluye del manantial de la Gruta de Massabielle y llega al santuario cura a quienes la beben o se bañan en ella.
La basílica de Sainte-Anne-de-Beaupré de Quebec también suspendió sus misas al público. Pero sigue abierta ocho horas diarias. Los fieles creen que la iglesia construida en honor a Santa Ana, santa patrona de los marineros, es responsable de la cura milagrosa de numerosos enfermos y de personas con incapacidades.
No todos los sitios sagrados y milagrosos han impuesto restricciones. Al menos por ahora. La Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, de la Ciudad de México, uno de los sitios más venerados de los católicos de las Américas, por ejemplo, sigue recibiendo gente, aunque se le pide que se lave las manos.
Hay quienes piensan que la gente lo pensará dos veces antes de ir a sitios donde hay concentraciones de personas y que en cambio pondrá sus plegarias en la internet.
Michele Lee Benavidez, de la Fundación Católica de Nuevo México, hace poco decidió no visitar El Santuario de Chimayó debido al virus y simplemente pasó por ahí en su auto. Pensaba poner una plegaria en una aplicación. “Es triste porque estas pequeñas comunidades dependen del turismo derivado de estos peregrinajes”, dijo Benavídez.
Sánchez, por su parte, dijo que la responsabilidad de todo católico hoy es protegerse y proteger a los demás encerrándose.
“El sitio más sagrado no es Chimayó en estos momentos”, expresó. “Es tu casa”.