A lo largo de la vida se van perdiendo neuronas, pero el cerebro se reorganiza plásticamente y compensa estas pérdidas sin que aparezcan los problemas cognitivos, o de reducción de reflejos, que sí se dan ya en la persona que se considera mayor porque se ha superado la capacidad compensatoria.
MADRID, 19 de marzo (EuropaPress) .- El cerebro pesa en torno a 1.5 kg, y es más pequeño en mujeres que en hombres. Esto no significa que las mujeres sean menos inteligentes que los hombres, ni mucho menos. Lo que a todos sí nos preocupa es cómo envejecemos y, más concretamente, cómo envejece él, ¿quién no tiene a su alrededor algún caso de demencia?
Y es que, tal y como explica en “La edad del cerebro” (RBA) el también director asociado de la revista Neurología, estamos “condenados” por un programa genético que conduce al envejecimiento. “El cerebro envejece igual que el resto del cuerpo, lo que implica una pérdida en nuestras capacidades”, remarca.
En el contexto general del envejecimiento, el caso del cerebro afirma también que es “singularmente complejo” debido a sus peculiaridades. “Como todos los tejidos y tipos celulares del cuerpo, durante las etapas prenatales de la vida las neuronas se multiplican y se diferencian, dirigiéndose a sus posiciones finales, mientras se conectan entre sí, para permitir el flujo de la información nerviosa”, añade.
Actualmente, según destaca, se piensa que en el humano esta incapacidad del sistema nervioso para regenerarse es un requisito para conferir estabilidad a las redes neuronales que lo componen y por tanto, a las funciones esenciales que residen en ellas. Puede decirse que se trata de la cara y de la cruz: “Las delicadas funciones superiores que soporta el cerebro exigen una robustez del sistema que, al mismo tiempo, es un obstáculo de cara a su manipulación. Y de esto, precisamente, tratan las estrategias antienvejecimiento, de modificar el curso temporal natural de la biología con la pretensión de prolongarlo”.
Al margen de observaciones de laboratorio, sostiene que los cambios que se observan son los que la gente conoce, “aunque el cerebro tiene bastante capacidad de suplir esas limitaciones”, pero dentro de un proceso de envejecimiento normal el doctor Sánchez dice que se vería por ejemplo: pérdida en la rapidez, en los reflejos, cambios en la capacidad de equilibrio, más despistes, mayor lentitud en la conducta, y desde el punto vista cognitivo, pérdida de memoria.
Eso sí, recuerda que “no necesariamente el envejecimiento implica una minusvalía” y hay personas de 90 años ‘con la cabeza’ en perfectas condiciones. Aquí reconoce que no es fácil establecer una edad a partir de la que el cerebro empieza a ‘deteriorarse’.
Por tanto, afirma que la juventud empieza perdiendo neuronas y la clave no es la cantidad de neuronas sino su organización. “A lo largo de la vida se van perdiendo neuronas, pero el cerebro se reorganiza plásticamente y compensa estas pérdidas sin que aparezcan los problemas cognitivos, o de reducción de reflejos, que sí se dan ya en la persona que se considera mayor porque se ha superado la capacidad compensatoria”, continúa.
1.- Mantener la actividad intelectual y emocional, y las relaciones sociales.
2.- Gestionar el estrés y tratar de identificar las situaciones que nos las producen para evitarlas y afrontarlas.
3.- El cerebro es un órgano como los demás de nuestro organismo con funciones específicas que consideramos superiores pero su realidad física no es distinta que la de otros órganos. Por tanto, se beneficia de los estilos de vida saludables: alimentación equilibrada, ejercicio moderado, evitación de factores de riesgo para la salud (hábitos tóxicos, vida sedentaria, etc.).
4.- Evitar el consumo de sustancias psicoactivas cuyos efectos a medio largo plazo se desconocen. Salvo en situaciones de terapéuticas por prescripción médica.
5.- Hacer proyectos de futuro.