Escuchar grandes y hermosas armonías es como un baño del alma. Purifica de todas mancha, de todo lo malo y mezquino, eleva al hombre y lo pone de acuerdo con los más nobles pensamientos que es capaz y entonces comprende con claridad todo lo que vale, o más bien, todo lo que puede valer. Cuando oigo música mi imaginación juega a menudo con la idea de que la vida de todos los hombres y la mía propia no son más que sueños de un espíritu eterno, decía Schopenhauer.
Por Amandititita