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Javier Solórzano

19/03/2012 - 12:02 am

¿Puede perder Peña Nieto?

Partamos de que la diferencia entre los candidatos es la que la mayoría de las casas encuestadoras establecen. Quiere decir que entre Peña Nieto y Vázquez Mota hay una diferencia que alcanza máximo 15 puntos porcentuales y, por lo menos, de entre 8 y 10%. López Obrador está en tercer lugar, lejos de Peña Nieto […]

Partamos de que la diferencia entre los candidatos es la que la mayoría de las casas encuestadoras establecen. Quiere decir que entre Peña Nieto y Vázquez Mota hay una diferencia que alcanza máximo 15 puntos porcentuales y, por lo menos, de entre 8 y 10%. López Obrador está en tercer lugar, lejos de Peña Nieto y cerca de Vázquez Mota. La diferencia entre el perredista y la panista debe de ser de entre  5 y 8 puntos porcentuales. Aunque cada quien trae su encuesta bajo el brazo, los números alcanzan consensos con sus variantes antes de que empiecen formalmente las campañas.

¿Es alcanzable Peña Nieto? Evidentemente sí, el asunto es qué tendría que pasar para que esto suceda. El peor adversario de Peña Nieto no son necesariamente los otros candidatos. Es él mismo. Lo saben López Obrador y Vásquez Mota. La apuesta está en que caiga el priísta, y que junto con ello, los ciudadanos que proclaman su voto por Peña Nieto, según las encuestas, cambien su decisión.

El candidato del PRI no puede “nadar de pechito”. Tiene que correr riesgos para conservar la ventaja, la cual se ira inevitablemente reduciendo. Es difícil en un país tan dividido que un candidato pueda conservar una ventaja tan amplia en una elección en que se juega tanto. Con lo que hoy tiene Peña Nieto se puede mantener en la pelea, pero no necesariamente lo va a llevar a triunfar el 1 de julio. Tiene que correr riesgos y tiene que dar la cara, cosa que no es precisamente una de sus virtudes. Si bien los debates no son tan determinantes, cuando llegue el momento de participar en ellos va a venir un dolor de cabeza con altos riesgos para él y su equipo. Además, no todo puede pasar por su hábitat natural, la televisión, ni por las entrevistas pactadas, las cuales es cuestión de tiempo para que se vengan en tropel.

Si logra conservar un perfil que le permita, con la ayuda de sus aliados en los medios, mantener discursos que se muevan bajo lo políticamente correcto acompañado de propuestas efectivas, le puede ir bien entre la población que ha olvidado lo que fue el PRI, y al cual ve como una alternativa y ante lo que han sido 12 años del PAN. El nivel político de las campañas le puede permitir capacidad de maniobra. Tiene enfrente dos candidatos que si bien son fuertes, no han levantado pasiones entre el electorado. La ventaja de Peña Nieto, por decirlo de alguna manera, es que Josefina no ha podido arreglar la casa panista y que está bajo fuego amigo, a lo que se suma que en sus discursos no ha avanzado, la mejor prueba de ello fue su alocución el día del estadio semivacío.

López Obrador sigue caminando con negativos los cuales tiene que hacer positivos para realmente crecer. El futuro del tabasqueño en el proceso es un enigma. Sus fervorosos militantes confían en que en plena campaña puede hacerse ver de otra manera que vaya hacia algo más que su singular propuesta de “República Amorosa”.

La suma de las cosas podría quitarle la ventaja a Peña Nieto, pero ha sido él quien se la ha ido quitando. Sus tropiezos y su escasa capacidad de reacción y audacia son la causa de la reducción de su ventaja. En el PRI lo saben y están preocupados porque además prevalece de manera inquietante en su equipo la cerrazón y las cuentas alegres. Tarde que temprano vendrán nuevos ataques sobre su vida privada, sobre su gestión en el Estado de México y como legislador local, y lo que pongan en la mesa de cualquier oficina de gobierno. En la forma en que actúe Peña Nieto ante lo que le viene estará, como diría un priísta en destacado, el fondo de quien realmente es.

De que puede perder no hay duda. La clave será cómo se arman los escenarios y si Peña Nieto es capaz de aguantar el temporal. Josefina y López Obrador siguen a distancia y para que se acerquen deben espera la caída de quien encabeza las encuestas. Pero también deben mostrar quienes son y si con ellos las cosas serán diferentes, y acorde a lo que se ve de no ser López Obrador no hay propuestas nuevas y diferentes. Serán cuestionables pero si marcan diferencias con los otros dos candidatos.

Peña Nieto va a seguir a la segura. No se va a salir del guión que tiene en el telepromter y va a tratar de que la televisión siga siendo su aliada. Confía en su carisma y en la puesta en escena que tiene en su entorno, pero suponemos que sabe que con lo que tiene no le va a alcanzar para ganar.

Josefina tiene que terminar por capear la rebelión interna en el PAN y debe mostrar qué piensa y qué propone, en lugar de seguir mencionando lugares comunes. Lo que es un hecho es que aunque no sea la candidata de Los Pinos va a tener un aliado incondicional en la Presidencia, y para muestra habrá que preguntarle a Fox.

López Obrador es un enigma. Seguimos sin saber si se quedó en 2006, si va en serio lo de la “República Amorosa” y si los empresarios le creen más allá del grupúsculo que encabeza el siempre acomodado Alfonso Romo quien antes era salinista, zedillista, foxista y hasta calderonista. Si alguien puede cambiar la elección y hasta ponerla emocionante es López Obrador, pero por lo menos hoy no se ve que esto pueda pasar. Lo que está claro es que la ventaja es buena pero no suficiente y menos en un candidato tan endeble.

Javier Solórzano
Es periodista. Conductor de radio y televisión.

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