La semana pasada fuimos sorprendidos con la muerte de Proteo, uno de los perros de rescate de la Marina que fueron enviados a Turquía tras los sismos, una noticia que sinceramente para mí fue amarga y más que darme orgullo me da vergüenza, me da vergüenza que como especie no paramos de explotar a los animales y que los seguimos usando y poniéndolos en peligro porque consideramos a nuestra especie la principal y que todos los animales están en el mundo para servirnos.
Estos perros son seleccionados, criados y entrenados como perros de búsqueda y rescate desde cachorros, y se les otorga el “trabajo” de apoyar a los humanos rescatistas, si bien no niego que existe una conexión entre su binomio y ellos y que pueden estar bien tratados y entrenados de manera positiva, no dejan de ser utilizados como herramientas para beneficiar al humano.
En este caso Proteo falleció, según su entrenador, por el clima extremo que tuvo que soportar, el viaje y por su edad, es decir, llevaron a un perro que ya debería estar en edad de jubilarse directamente a su muerte, es increíble que el personal a cargo de ellos no supiera que no estaba en condiciones de soportar una misión así, es francamente una negligencia enorme.
Ningún animal es “de trabajo”, no, los burros no son de carga, los caballos no son de carreras, los gallos no son de pelea, y aunque tal vez se pueda considerar que los perros de rescate son una causa noble y que el fin justifica los medios, aun así, sigue siendo explotación.
Los animales tampoco fueron puestos en la tierra para ser utilizados como comida, o como vestido, o para nuestro entretenimiento, los animales existen por sus propias razones y es demasiado antropocentrista el creer que sus razones tienen algo que ver con nosotros.
Nuestra relación con los animales y en este caso con los perros es tan desigual, con tanta falta de reciprocidad, por un lado, explotamos a los perros, llamándoles héroes como si ellos se hubieran ofrecido para serlo y por otro lado existen millones de animales callejeros, los cuales son invisibles para la mayoría y ni siquiera voltean a verlos, no sólo eso, muchos de estos animales sin hogar son maltratados y sufren penurias y dolor en las calles hasta su muerte.
México es el tercer país en América Latina en maltrato animal y el primero en perros callejeros, en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) se establece que de 27 millones de animales de compañía que hay en el país, el 70 por ciento de gatos y perros, se encuentran en abandono.
Desgraciadamente el especismo y la cosificación de los animales es algo que aprendemos desde que nacemos y la sociedad está construida sobre los animales y la justificación de su uso, creyéndonos que somos merecedores de utilizarlos para lo que sea porque somos humanos…la especie superior.
Descansa pequeño Proteo, fuiste un héroe involuntario, más me hubiera gustado que simplemente hubieras sido un perro, vuela libre en donde te encuentres y ojalá no te cruces con humanos nunca más.