Han pasado diez años desde que WhatsApp era solo un sistema de alertas de disponibilidad y cinco desde que protagonizó una de las adquisiciones más elevadas de la historia. Su incorporación a la vida de las personas ha sido tan veloz y profunda que ya forma parte de ese grupo de rutinas diarias a las que costaría mucho renunciar.
Por Manuel Noriega
Madrid, 19 de febrero (EFE).- La forma de comunicarse a través de dispositivos móviles cambió para siempre hace ahora 10 años. Hasta ese momento, los mensajes escritos se limitaban a los 160 caracteres que permitían los SMS y las tarifas que cada operador cobraba por cada envío. Pero en 2009, nació WhatsApp y derribó las barreras de pago y extensión.
En la actualidad, según la propia compañía que pertenece a Facebook desde 2014, más de mil millones de personas usan la aplicación en más de 180 países. Si bien aún no ha vencido algunas fronteras políticas, como ocurre en China, WhatsApp revolucionó la comunicación escrita entre personas. La hizo instantánea, ilimitada y “gratuita”.
LOS CREADORES
En 2007, con 31 años, Jan Koum, uno de los creadores de la aplicación, dejó su trabajo en Yahoo! y con algunos ahorros, montó su propia empresa.
David File, uno de los fundadores de Yahoo!, y Koum se conocieron en una conferencia cuando el hombre detrás de WhatsApp trabajaba para Ernst & Young como auditor de ciberseguridad.
Koum abandonó la universidad antes de acabar sus estudios de Matemáticas y Ciencias de la Computación en la Universidad de San José, en el Silicon Valley estadounidense, y compaginó diferentes trabajos, el de Ernst & Young entre ellos.
La relación de Koum con la comunicación viene de lejos. Según cuenta la revista estadounidense Wired, Koum emigró con su madre y su abuela desde Ucrania cuando aún formaba parte de la extinta Unión Soviética, a California en 1992, cuando él tenía 16 años.
“La sociedad era extremadamente cerrada. Puedes leer “1984” -libro de George Orwell-, pero estar allí era vivirlo. Yo no tuve un ordenador hasta que tuve 19 años, pero tenía un ábaco”, relató Koum a Wired sobre su vida en una pequeña ciudad cercana a Kiev, la capital del país.
Ya en EU, con una situación económica complicada que les hacía recurrir a la asistencia social, Koum y su madre no podían permitirse llamar a su familia en Ucrania con frecuencia. Algo que marcó la vida profesional de Koum.
Brian Acton fue el otro cerebro detrás de WhatsApp, se licenció en Ciencias Informáticas por la Universidad de Standford (California, EU) en 1994. Cuando a Koum le fue asignada la cuenta de Yahoo! en Ernst & Young, Acton ya trabajaba en el gigante de medios estadounidense. Más tarde, cuando Koum se incorporó a la plantilla de Yahoo! su amistad se fue consolidando.
Ambos dejaron su trabajo en Yahoo el mismo año, pero su relación continuó. Dos años después, según Koum y Acton relataron a un medio estadounidense, quedaron un día para jugar al frisbee y Koum le dijo a su compañero que acababa de registrar una aplicación. En un principio, WhatsApp fue concebida como un servicio que avisase de la disponibilidad de las personas para recibir llamadas.
WhatsApp evolucionaba y su popularidad crecía. En 2014, Mark Zuckerberg, creador y dueño de Facebook, llamó a la puerta de Koum y Acton. El gigante azul se hizo con la empresa por la escalofriante cifra de 19 mil millones de dólares.
LA REVOLUCIÓN WHATSAPP
El efecto WhatsApp comenzó a notarse a escala global en 2011. Los teléfonos inteligentes ya formaban parte de los objetos indispensables en bolsillos, bolsos y maletines y WhatsApp era ya la aplicación que conocemos ahora.
Aquel nuevo sistema de intercambio de mensajes amenazaba con hundir la popularidad de los SMS. Los WhatsApp eran gratuitos, no usaban una línea telefónica, sino internet, y permitían enviar fotos, vídeos y ubicaciones. Más tarde incorporaron la posibilidad de hacer llamadas, videollamadas y grabar y enviar audios con un simple botón en la pantalla.
La comunicación se volvió instantánea y prácticamente universal. En un principio, el precio de los WhatsApp se circunscribía a la tarifa de datos que cada usuario contratase con su operador.
El hecho de que fuese una aplicación “gratuita” contribuyó a su éxito. Si bien, durante algún tiempo, WhatsApp pedía una cuota anual casi simbólica, hace cuatro años, aproximadamente, decidió eliminarla por completo.
Otro aspecto positivo que resaltan los usuarios es que no incorpora publicidad. “No hay nada más personal que la comunicación con tus amigos y tu familia e interrumpirla con publicidad no es la solución adecuada”, declaró Koum a Wired.
SEGURIDAD Y PRIVACIDAD
A rebufo del cohete WhatsApp despegaron otras aplicaciones que amenazaron con hacerle sombra. Lo que tenían que ofrecer Telegram o Signal frente a WhatsApp, entre otras, era la seguridad.
Aunque la hegemonía de WhatsApp se mantenía, las críticas apuntaron a la fragilidad de la aplicación en temas de privacidad.
La seguridad de WhatsApp era casi una broma pesada. En 2011 se descubrieron algunas vulnerabilidades que ponían en riesgo las conversaciones de los usuarios. El mayor problema era que los mensajes salían y entraban en texto plano fácilmente accesible.
Los ataques seguían poniendo en entredicho la capacidad de la aplicación de resguardar la privacidad de los usuarios y, finalmente, se incorporó el cifrado de mensajes de extremo a extremo.
Con este sistema, las claves de cifrado de mensajes no se almacenan en servidores centralizados de WhatsApp, sino en cada dispositivo que usa la aplicación, lo que refuerza la defensa de los chats.
Los creadores siempre han defendido el respeto a sus usuarios en lo que a venta de datos se refiere y a la posibilidad de control por parte de servicios de inteligencia.
En 2014, antes de la adquisición de la compañía por parte de Facebook, Acton señalaba su independencia. “La gente necesita saber que no somos como Yahoo! o Facebook que recopila tus datos y los almacena en sus servidores. Nosotros queremos saber lo menos posible de nuestros usuarios”, declaró.
Por su parte, Koum tiraba de su propia experiencia. “Crecí en una sociedad en la que todo se escuchaba a escondidas, se grababa y se chivaba. Nadie debería tener la capacidad de espiarte (…)”, dijo a Wired.
Y tal vez este fue el motivo por el que el año pasado desertó de la compañía que había fundado. Koum anunció que dejaba el puesto de CEO para centrarse en otras cosas que le gustaban más allá de la tecnología, como los coches y el frisbee. “Todavía estaré animando a WhatsApp. Solo que desde fuera”, escribió en Facebook.
Según el Washintong Post, detrás de esta decisión están las discrepancias con Zuckerberg sobre la privacidad en la aplicación de mensajería. Según el medio estadounidense, que cita fuentes conocedoras de las discusiones internas, Facebook quería usar los datos personales de los usuarios y debilitar la encriptación.
Han pasado diez años desde que WhatsApp era solo un sistema de alertas de disponibilidad y cinco desde que protagonizó una de las adquisiciones más elevadas de la historia. Su incorporación a la vida de las personas ha sido tan veloz y profunda que ya forma parte de ese grupo de rutinas diarias a las que costaría mucho renunciar.