La revista británica The Economist destaca en un artículo que el Presidente de México se ha enfriado con Carlos Slim Helú para abrazar a Ricardo Salinas Pliego. "Slim y AMLO apenas hablan en estos días, pero sus caminos se cruzan lo suficiente como para revelar mucho sobre el enfoque de negocios de López Obrador”.
Ciudad de México, 19 de febrero (SinEmbargo).– El Presidente de México se ha enfriado con Carlos Slim Helú, con quien antes hizo mancuerna para rescatar el Centro Histórico de la capital mexicana, para abrazar a Ricardo Salinas Pliego, el rico empresario que hace dinero con bancos, medios y el comercio minorista. Así lo dice en su última edición la influyente revista inglesa The Economist. Y esas son las formas de tratar a la clase empresarial en el nuevo Gobierno, agrega.
El texto empieza narrando cómo Andrés Manuel López Obrador y Carlos Slim empezaron una fuerte relación renovando el Centro Histórico de la capital mexicana cuando el primero era Jefe de Gobierno.
“El crédito por la renovación a principios del milenio era de dos hombres que siempre han hecho una pareja poco probable”, dice la revista, que califica al Presidente mexicano como “izquierdista mesiánico”.
Pero, dice, Slim y AMLO “apenas hablan en estos días, pero sus caminos se cruzan lo suficiente como para revelar mucho sobre el enfoque de negocios de López Obrador”.
The Economist cita que el Presidente tiene una popularidad es muy elevada; que la confianza del consumidor ha aumentado y que los mercados financieros se han asentado desde fines del año pasado, cuando tomó la decisión de cancelar un aeropuerto de 13 mil millones de dólares en la Ciudad de México “e hizo que el peso se desmayara”.
“Los inversores extranjeros se están quedando [en México], aunque están cuidando de su efectivo”, dice. “Para entender lo que está en juego, considere la concentración económica casi endémica de México. Hace más de 30 años, cuando este columnista visitó el país por primera vez, era un Estado de una sola empresa y de grandes compañías. Pemex era un monopolio absoluto, al igual que Telmex, la compañía telefónica estatal. Las principales firmas privadas que florecieron tuvieron estrechos lazos con el partido gobernante. Los estantes de los supermercados contenían solo una o dos marcas de cualquier cosa”, agrega el artículo de la revista inglesa.
“Luego, en la década de 1990, las cosas se pusieron tecnicolor. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte produjo una inundación de bienes de consumo. Se privatizaron muchas empresas estatales; la más lucrativa, Telmex, se vendió a Slim. Sin embargo, el poder económico permaneció concentrado en unas pocas manos, especialmente en telecomunicaciones, televisión y banca”, dice.
Según The Economist, fueron los órganos reguladores los que pudieron frenar a un expansivo Carlos Slim.
“Hasta que López Obrador llegó al poder, es decir, con una agenda de negocios que, en el mejor de los casos, puede describirse como laberíntica. Después de que AMLO se convirtiera en Gobernador de la Ciudad de México en 2000, los dos hombres hicieron causa común en el centro de la ciudad [...]. Su plan para embellecer el corazón de la Ciudad de México involucró a Slim, quien aportó la mayor parte del dinero a cambio de poder comprar muchos de los edificios que se beneficiarían de la renovación. Mostró el gusto del señor López Obrador por cerrar tratos con empresarios que podrían ayudarlo políticamente”, dice la revista.
“Desde entonces, su relación se ha vuelto fría, especialmente después de la cancelación del aeropuerto, del cual el señor Slim fue un gran patrocinador. Pero AMLO tiene otros multimillonarios, como Ricardo Salinas Pliego, cuyo imperio abarca la televisión, la banca y el comercio minorista. Él es un rival de muchos años del señor Slim”, señala.
La revista dice que recientemente, el Presidente “ha profundizado la sensación de inquietud en el sector privado. Ha cancelado subastas para contratos privados de petróleo que formaron parte de una reforma de la energía mexicana, y puso todo su peso detrás de Pemex, que todavía es propiedad del estado. El 11 de febrero anunció que su gobierno buscaría la revisión de contratos de gas natural problemáticos. Contratos de ductos que las firmas, incluido el Grupo Carso de Slim, habían firmado con la empresa eléctrica estatal [CFE]”.
“Quizás lo más insidioso es que está atacando a los dos reguladores de energía”, dice, y señala que el mes pasado, Alejandra Palacios, presidenta de la Comisión Federal de Competencia Económica, criticó al gobierno por otorgar la administración de proyectos de lucha contra la pobreza a Banco Azteca sin realizar una subasta competitiva. “Su objetivo era el gobierno, no el banco Azteca, que es propiedad del señor Salinas Pliego”. Y ahora él ha anunciado una denuncia formal contra ella.
“Puede sentirse envalentonado por la retórica de AMLO”, dice The Economist.
“Por el momento, el resto del sector privado mantiene la cabeza baja y trata de verse bien ante los ojos del Presidente con obras de caridad en favor de los pobres. Pero donde una vez el poder económico del señor Slim asfixió a México, el poder político del señor López Obrador lo hace ahora. Eso es igual de preocupante para el libre mercado”, concluye.