De acuerdo a información otorgada por otros agentes de la DEA y el FBI, el trabajo del agente consiste en localizar a trabajadores de bajo nivel en la organización, incluyendo punteros, sicarios, mulas, que a su vez informan a los agentes sobre jefes de células, o lugartenientes de más alto nivel.
Por Miguel Ángel Vega
Sinaloa, 19 de enero (RíoDoce).- Testigos protegidos, colaboradores, informantes. Tarde o temprano todo narcotraficante de cada una de las facciones ligadas al Cártel de Sinaloa que son extraditados a Estados Unidos han colaborado con el Gobierno de ese país y dado información que fiscales estadounidenses consideran útil para identificar o ir tras un narcotraficante, a cambio de condenas reducidas.
Así ocurrió con narcotraficantes como Ovidio Guzmán López, José Guadalupe Tapia Quintero, Rafael Caro Quintero, y más recientemente Néstor Isidro Pérez Salas, “el Nini”; todos ellos fueron primero identificados mediante informantes, testigos protegidos y colaboradores, que proporcionaron datos, fotos, videos a agentes estadounidenses para posteriormente acusarlos ante un juez, quien a su vez emitió una orden de aprehensión, y una vez firmada, sólo quedó esperar la llamada del colaborador para que revele el domicilio donde se encuentra el narco.
A partir de ahí, las autoridades tienen dos horas para aterrizar el operativo, previamente preparado, a veces hasta con varios meses de anterioridad, para entonces ir por él.
“Son operativos que se hacen a veces hasta en una hora, porque nosotros como autoridad recibimos la información y la consultamos en lo inmediato con un superior nuestro, y ya que nos dan luz verde, es cuestión de minutos para pedir a los equipos de fuerzas especiales para que preparen todo, y salir”, dijo un general del estado mayor presidencial, y quien fuera uno de los encargados de inteligencia de Sedena, y quien acordó hablar con este reportero a cambio del anonimato.
Al igual que con la DEA, el FBI, y la CIA, toda información de inteligencia que logran los gobiernos de ambos países a través de sus agencias llega mediante informantes o colaboradores, a quienes les pagan fuertes cantidades de dinero, además de prometerles inmunidad o bien penas no tan severas.
Esa nueva red que mantienen ambos gobiernos al interior de las organizaciones criminales ha hecho que la figura de los agentes encubiertos sea obsoleta, pues a diferencia de la década de los 70, 80 y 90, cuando agentes como Mike Vigil, George Gavito, Joe Bon y Mike Davis, ex agentes del FBI y la DEA, se hacían pasar como compradores de enervantes para involucrarse con organizaciones criminales ligadas al narcotráfico en México.
“Ya no es necesario, porque ahora ya los agentes no se tienen que meter dentro de las organizaciones criminales, porque son gente que están dentro de los mismos cárteles quienes informan dónde están sus jefes, dónde se mueven, por dónde, qué tipo de vehículos usan, y los testigos protegidos, esos van revelando los narcos que están creciendo, cómo operan, qué tipo de droga mueven, etcétera”, dijo Mike Vigil, ex agente encubierto de la DEA y quien durante años estuvo a cargo de un grupo de operaciones especiales en México.
Romain Bolzinger, director de la serie documental Narco Circus, que se exhibe en la plataforma HBO Max y quien tuvo acceso a varios testigos protegidos durante su investigación, dijo que resulta muy difícil localizar a los testigos protegidos, y que la única forma de hacerlo es a través de los mismos agentes con quienes iniciaron las negociaciones, o bien a través de los abogados que los representaron durante el juicio.
“Yo me enteré a través de los mismos agentes, es que para que presenten cargos a un narcotraficante que nadie conoce es porque empieza a sonar por todas partes, y son al menos cinco fuentes que dan la misma información sobre un personaje, y sólo entonces es cuando se van tras él”, dijo Bolzinger durante una llamada telefónica con este semanario.
La realidad, agregó el realizador, es que Estados Unidos constantemente está ubicando narcos, y ellos mismos, dependiendo de la ética del agente, pueden llegar a inflarlos, porque se trata de un país que le encanta tener enemigos públicos número 1, como una forma de hacer marketing, y así se enfocan en ellos, como es el caso de “Los Chapitos”, hacen sus reportes de que ellos son los peores del mundo, y entonces van tras ellos.
“Es una manera de justificar el presupuesto que les aprueba el congreso de los Estados Unidos y que cada año reciben, pero también es cierto que los informantes y colaboradores les dan información muy buena”, opinó Bolzinger, quien puso como ejemplo el caso de “Bob”, antiguo lugarteniente con el cártel de los Arellano Félix, y que al momento de ser arrestado accedió colaborar con la DEA, y gracias a él se arrestaron a decenas de líderes de esa organización.
De acuerdo a información otorgada por otros agentes de la DEA y el FBI, el trabajo del agente consiste en localizar a trabajadores de bajo nivel en la organización, incluyendo punteros, sicarios, mulas, que a su vez informan a los agentes sobre jefes de células, o lugartenientes de más alto nivel, a quienes no se acercan, pero van vigilando y escaneando conversaciones telefónicas, y analizando con quien hablan, de qué hablan, así como los lugares dónde se mueven y la gente o familiares con quienes interactúan.
“Una vez que los tienen bien ubicados, les presentan cargos. Y van tras ellos, entonces se les dice qué van a pasar el resto de sus días en la cárcel, a menos que cooperen, lo que les significaría una sentencia mucho menor por haber cooperado con Estados Unidos”, explicó Mike Davis, ex agente encubierto del FBI, y quien durante años investigó la estructura criminal del cártel de Sinaloa haciéndose pasar como “comprador de droga con narcos sinaloenses.
Sobre la posibilidad de que los informantes “inflen” o inventen información, los agentes coincidieron que trataban de ser muy cuidadosos con eso, pues deben de confirmar la información al menos con cinco informantes o colaboradores diferentes, y si todas las fuentes repiten la misma historia, entonces se procede a boletinar al narcotraficante.
“Si un testigo va a declarar, no sólo nos vamos con la palabra de ellos, sino se confirma con otros informantes, y así es como uno protege lo que se dice”.
Sobre esa posibilidad, agregó Vigil, también hay casos que dan mala información porque quieren quedar bien con su jefe o porque ya no quieren dar información, por eso se tiene que tener mucho cuidado, pero al igual hay agentes que pueden ser corruptos, como cualquier otra agencia, pero para eso hay una oficina que los investiga, “pero lo que nunca vi en mi carrera de 31 años son agentes inventando información”.
Respecto a cuánto se le paga a un informante, los precios varían, pero pueden ser hasta de cientos de miles de dólares, dependiendo del narcotraficante que el informante pueda poner, pues al final depende de la calidad y la cantidad de información, y eso no significa que vaya a evitar la justicia o ser encarcelado.
Los casos más emblemáticos recientes de testigos protegidos son Reynaldo el Rey Zambada, Dámaso López Serrano, “el Minilic”; Lucero Guadalupe Sánchez, “la Chapodiputada”; Damaso López Núñez, “el Licenciado”, y los hermanos Pedro y Margarito Flores. Todos ellos, a excepción del Minilic, declararon en su momento contra Joaquín “el Chapo” Guzmán, y habrían dado información sensible para boletinar a los hijos de Guzmán Loera. Todos esos testigos protegidos se encuentran libres en Estados Unidos y con una nueva identidad y en muchos de los casos trabajan como choferes de Uber o buscan rehacer su vida en otras industrias.