Aunque algunos datos han sugerido que la variante Ómicron puede escapar en cierta medida a los anticuerpos neutralizantes, otras investigaciones indican que la administración de una tercera dosis de vacuna de refuerzo puede proporcionar protección, sin importar que sea baja, lo que protegería a las personas contra la enfermedad grave del COVID-19.
Por Mick Bailey
Professor of Comparative Immunology, University of Bristol
Nicholas John Timpson
Professor of Genetic Epidemiology, University of Bristol
Ciudad de México, 18 de diciembre (The Conversation).- La variante Ómicron tiene muchas mutaciones y se propaga rápidamente, por lo que la gente quiere saber si la inmunidad que otorga la vacunación o una infección previa será suficiente para protegerlos contra la infección o el desarrollo de una enfermedad grave.
Si la inmunidad previa proporciona suficiente protección, las medidas de precaución para frenar la propagación de Ómicron, junto con la vacunación y el refuerzo de la población, deberían evitar una presión intolerable sobre los sistemas sanitarios. Pero si no es así, es inevitable que aumenten las restricciones sociales a medida que la variante se extienda por todo el mundo y sustituya potencialmente a la variante Delta, que es actualmente la dominante.
Los primeros estudios –todos ellos son todavía preprints, por lo que aún deben ser revisados formalmente por otros científicos– sugieren que la Ómicron es manejada peor por la inmunidad existente. Pero la investigación también sugiere que la administración de una tercera dosis de vacuna de refuerzo puede proporcionar protección. Así pues, las malas noticias no son tan malas como podrían ser, pero las buenas noticias también deben tratarse con precaución. He aquí por qué.
LA INMUNIDAD ES ALGO MÁS QUE ANTICUERPOS
Inevitablemente, los primeros informes se han centrado en los datos más rápidamente accesibles, que son la cantidad de anticuerpos que las personas tienen en la sangre y que son capaces de neutralizar la nueva variante.
En general, los datos sugieren sistemáticamente que el Ómicron puede escapar en cierta medida a estos anticuerpos neutralizantes: la reducción de la neutralización en las personas doblemente vacunadas se sitúa entre 10 y 20 veces y 40 veces en comparación con el Delta. Dicho esto, en las personas que habían recibido dos vacunas y que también habían sido infectadas, el nivel de neutralización del Ómicron era mayor.
Esto puede parecer alarmante. Pero no es toda la historia. En estudios anteriores que han analizado formas anteriores del virus, los niveles de anticuerpos neutralizantes se han correlacionado bien con los niveles de protección: una mayor actividad neutralizante equivale a una mejor protección.
Pero unos niveles más bajos de anticuerpos neutralizantes no significa necesariamente que las personas estén completamente expuestas. Estudios anteriores también han descubierto que muchas personas con niveles bajos de anticuerpos parecen estar suficientemente protegidas, sobre todo contra la enfermedad grave, incluso con las nuevas variantes como la Delta. Es posible que ocurra lo mismo con la Ómicron.
Lo más probable es que esto se deba a que los anticuerpos neutralizantes que atacan y anulan el virus son sólo una parte de la respuesta inmunitaria. También hay anticuerpos de unión, que se adhieren al virus o a las células infectadas para señalarlas a otras células inmunitarias para su destrucción, y células T y células B de memoria, que pueden atacar al virus directamente y producir más anticuerpos para combatirlo.
Incluso en ausencia inicial de anticuerpos que puedan neutralizar el virus, estos mecanismos pueden proporcionar un nivel de protección contra la infección o la enfermedad sintomática. Esto podría ser suficiente para reducir la probabilidad de que Ómicron cause una enfermedad grave y limitar su impacto en los sistemas sanitarios.
¿BUENAS NOTICIAS?
Dos de los informes recientes también sugieren fuertemente que una tercera dosis de refuerzo de una vacuna aumenta drásticamente los niveles de anticuerpos neutralizantes contra la variante Delta generalizada y que esto también aumentaría la neutralización de la variante Ómicron.
Uno de ellos (un comunicado de prensa de Pfizer) sugiere que un refuerzo puede proporcionar un aumento bastante marcado en la neutralización de Ómicron, aunque esto sólo incluyó un resumen de los resultados y no el conjunto de datos completo.
Un examen más detallado de los datos disponibles en estos estudios revela que la reducción de la neutralización de Ómicron puede ser extremadamente variable (por lo que sería útil ver los resultados de Pfizer en su totalidad). Mientras que algunas personas vacunadas o previamente infectadas son buenas para neutralizar Ómicron, otras casi no tienen anticuerpos neutralizantes, incluso después de una dosis de refuerzo.
Entonces, ¿es probable que estas personas sigan estando protegidas contra las infecciones o las enfermedades graves? Es difícil de decir. Como ya se ha dicho, no sabemos hasta qué punto los otros mecanismos del sistema inmunitario pueden proporcionar protección.
Sin embargo, sí sabemos que estos otros mecanismos inmunitarios se dirigen a diferentes partes del coronavirus para neutralizar los anticuerpos. Y mientras que la parte del virus a la que se dirigen los anticuerpos neutralizadores –la proteína de la espícula– está muy mutada en Ómicron, las partes en las que se centran estos otros mecanismos no están tan afectadas.
Podemos esperar que las personas con bajos niveles de anticuerpos neutralizantes, incluso después de un refuerzo, estén protegidas por estas otras defensas inmunitarias que permanecen en gran medida sin disminuir. Sin embargo, esto no es un hecho, y necesitamos más estudios para medir la protección en la vida real.
OPTIMISMO MÁS QUE CONFIANZA
En general, pues, lo que sabemos hasta ahora es que la vacunación o la infección previa deberían proporcionar cierta protección contra la variante Ómicron, y que para la mayoría de las personas la protección debería aumentar con una dosis de vacuna de refuerzo.
Pero el mensaje crucial de estos primeros estudios es que todavía necesitamos mucha más información para evaluar el impacto nacional y global de la rápida propagación de esta nueva variante. Necesitamos más estudios y de mayor envergadura sobre los anticuerpos neutralizantes después de diferentes combinaciones de vacunas e infecciones previas.
También necesitamos estudios sobre la capacidad de otros mecanismos de protección (células T, anticuerpos de unión) para controlar las infecciones y enfermedades causadas por Ómicron. Y necesitamos saber en qué medida estos mecanismos se potencian también con una tercera dosis de vacuna.
Y, sobre todo, necesitamos estudios amplios y en tiempo real de los niveles de infección y enfermedad atribuibles a Ómicron para poder tomar decisiones rápidas y racionales en materia de salud pública. Los grupos de investigación de todo el mundo están abordando todas estas áreas y, en un futuro próximo, podemos esperar que sus informes aclaren la situación.