“Dios nos cuide, carnal”, dice un vendedor. Luego se persigna con el billete que le acaban de entregar. Han pasado 272 días desde que autoridades federales declararan el inicio de la Jornada Nacional de Sana Distancia, 202 desde que comenzara la llamada “nueva normalidad”. Los hospitales se llenan. La espera por la vacuna oprime. Y ahí, en los callejones del juguete de la Ciudad de México, transitados en diciembre por miles y miles, apuestan a eso: encomendarse a Dios.
Las aglomeraciones en el Centro Histórico de la capital siguieron hoy, cuando la Jefa de Gobierno anunció que la amenaza por la COVID-19 para la Zona Metropolitana (la capital mexicana y el Estado de México) es muy seria, por lo que desde el 21 de diciembre regresará al Semáforo Rojo.
Ciudad de la México, 18 de diciembre (SinEmbargo).- En el día 202 de “la nueva normalidad”, algo puede confirmarse: habrá juguetes bajo el árbol el próximo 25 de diciembre. Estarán metidos en cajas o bolsas. Algunos mojados con el musgo del nacimiento, otros arropados por los focos. Sí, habrá juguetes bajo el árbol en la Navidad de 2020. Al menos en las casas de los miles de capitalinos que abarrotan los famosos callejones del Centro Histórico en que los carritos, muñecas y balones son vendidos al mayoreo.
“Señora, acuérdese que al Centro se viene a comprar, a pasear a la Alameda”, dice un joven que lleva horas gritando. Quiere vender una estructura de plástico que fue hecha para bebés. Agarra la caja y la levanta frente a decenas que le rozan las mangas de la playera una y otra vez. A un metro de él, otro joven ofrece figuras de “Los Vengadores”. Y más adelante, una mujer pide que la gente voltee y se lleve “un pulpo de peluche reversible”.
La hamaca en la que duerme Barbie vale 10 varos. Lo mismo que el cubrebocas de tela. Seis monederos con el rostro de Frida Kahlo en 50. Un balón para echar la reta, en 100. Se venden figuras de Dragón Ball, de Toy Story y de los osos escandalosos. En el mismo anaquel se encuentran el Joker y la Polly Pocket más moderna. Carritos de control remoto se avientan tiros en la cabeza del que se convierte en niño. Las mansiones de muñecas se arman con los colores de la caja en la que vienen exhibidas.
“¿Cuánto?”. “¿Cuánto por ese?”. “¿Y por ese?”. “Y ya si me llevo dos, ¿en cuánto me los dejas?”. “Señor, señora, acérquese, todo barato, todo barato”. “Va el golpe, ahí va el golpe, golpea avisa”. Hay desenfreno. Los niños sonríen porque tal vez creen que todo lo de las paredes se va en el diablo que sus padres compraron en el mismo tianguis. Los vendedores también sonríen porque fue un año duro, pero podría haber valido la espera. Se va una caja y luego otra. Viene un diablo y luego el otro. Y aún falta una semana para Navidad…
El callejón Girón es uno de los epicentros. Su sismicidad luego se extiende por la República de Colombia. Y más allá, por las repúblicas de Bolivia y Venezuela. Peluches pequeños, medianos, grandes y extra grandes. Modelos de superhéroes que sólo se le han ocurrido a artesanos mexicanos. Vestidos de muñecas que sólo se le han ocurrido a diseñadoras mexicanas. Y todo barato, todo accesible. Y más si eres mayorista. Es una locura…
No hay espacio para caminar, menos para respirar. Entrar a uno de los callejones del juguete en diciembre es como viajar en el Sistema de Transporte Colectivo (STC) en hora pico. El de adelante está a unos centímetros, y el de atrás igual. También está el que cree que es buena idea conducir su motocicleta por la misma vereda. Alguien estornuda y al que se está comiendo sus plátanos machos nomás le queda mirarlo feo…
Todo eso ocurre a unas cuadras de Palacio Nacional, en el mero, mero corazón de la Ciudad de México, desde donde el mismísimo Presidente Andrés Manuel López Obrador ha solicitado a la población salir sólo a lo necesario los próximos días para evitar que la COVID-19 se siga propagando.
Todo ocurre a metros del altavoz con el que autoridades de la Ciudad de México alertan que se está caminando por una área con altas cifras de contagios. “Vecino, ¡alerta! Estás en una colonia de cuidado extremo. Quédate en casa y sal sólo lo necesario. Si tienes síntomas COVID-19, acude a un centro de salud para aplicarte la prueba. Si sale positiva, aíslate y llama al Locatel. Te daremos seguimiento médico”. Esas son las palabras. Los presentes no oyen o fingen que no oyen.
“Dios nos cuide, carnal”, dice un vendedor. Luego se persigna con el billete que le acaban de entregar. En la misma cuadra un muchacho vende cubrebocas, sin portar uno. En la misma zona adultos mayores cargan bolsas repletas de regalos. En la misma Ciudad los hospitales encienden las alarmas porque las camas se acaban.