Bosques que se incendian gira en torno a un hotel, que sirve como metáfora en el que se concentra la “idea del olvido, que tiene que ver con estos cambios de habitación, con los objetos que se pierden, con el proceso que los personajes van viviendo noche a noche en este hotel”.
Ciudad de México, 18 de octubre (SinEmbargo).- El escritor mexicano Roberto Wong, presentó en “La Tertulia”, programa que se transmite en Estudio B, el nuevo canal de YouTube de SinEmbargo, su novela más reciente Bosques que se incendian (Random House ), del que destacó que su propósito fue “explorar el espacio de la memoria como un espacio infinito”.
“Una idea que me parece fascinante es que la memoria no solamente existe como registro sino también como imaginación, y este proceso de la imaginación es un proceso que se expande infinitamente, como podrían ser los mismos libros, las mismas historias, y quería encontrar ese correlato en este hotel que pareciera expandirse también en sus habitaciones en un gran infinito”, agregó Wong.
El escritor mexicano explicó que la historia del libro gira en torno a un hotel, que sirve como metáfora en el que se concentra la “idea del olvido, que tiene que ver con estos cambios de habitación, con los objetos que se pierden, con el proceso que los personajes van viviendo noche a noche”.
Detalló que la selección de sus personajes estuvo influenciada por una anécdota familiar, en la que un miembro de mi familia tuvo una infancia muy complicada: “a mí siempre que regresábamos a ese espacio hablando en charlas familiares y demás, era un regreso a ese pasado que a ella le movía mucho, le causaba mucho dolor”.
“La memoria se empezó a desdoblar a partir de esa anécdota como un espacio de culpa, de arrepentimiento, de dolor, y quise explorar, digamos, esos ángulos, los personajes aparecen y se desenvuelven a partir de esas relaciones un tanto tormentosas con memoria, y cada uno de ellos tiene, precisamente, un ángulo, Rafael es la culpa; en el caso de Nina es un poco más, digamos, el extrañamiento, el abandono; y por el lado de Filiberto es más el tema de la nostalgia”, ahondó.
“Y luego está este otro personaje que no está, digamos, con su voz, que es el escritor, que te lo que vemos de él solamente son las anotaciones que va dejando, que por un lado es el olvido pero por otro también es el registro, esa intención como de apropiarnos de lo externo e incorporarlo en nosotros”, añadió Wong.
Al ser cuestionado de cómo logra enganchar a los lectores con estos personajes, pese a que parecen que sus historias parecen incompletas, el escritor mexicano destacó que su intención fue “por un lado, entretejer sus historias de manera que lo que parecía estar inconexo se fuera entrelazando, en una especie de trenza, y por el otro lado, que esta tensión se fuera construyendo a partir de este encuentro con el pasado”.
“En el fondo creo que la novela de lo que habla es de la reconciliación con el pasado, y cómo llegamos a ese espacio, claro, hay distintas rutas para llegar ahí, algunas más accesibles y otras quizás un tanto más místicas, pero me interesaba ir construyendo, precisamente, esa tensión a partir del olvido, del misterio, de quiénes son estos personajes, y de sus encuentros que se empiezan a cruzar, un tanto extraño, y quizás la otra parte que funciona, tal vez, en el libro precisamente para construir esta tensión es este lugar tan extraño en el que se encuentran”, explicó.
Wong recordó que fue durante la contingencia por la pandemia de la COVID-19, mientras se encontraba viviendo en un hotel, cuando empezó a escribir Bosques que se incendian, y esa sensación de confinamiento quedó reflejada en el libro. “En el hotel viví el confinamiento y claro estar ahí como con esa sensación, que creo que se ve un poco reflejada en el libro”, en el que el hotel se muestra como una especie de “purgatorio”.
“El hotel cuando lo imaginé siempre me pareció como una especie de purgatorio, me gusta más la palabra en inglés, afterlife, porque quita un poco el peso católico de la palabra purgatorio, pero en términos quizás más amplios sería un lugar de paso. El libro tuvo como título tentativo, inicial, Así que esto era la muerte, que me parecía que era un título quizás demasiado obvio, y entonces al final decantó en Bosques que se incendian, pero sí que me interesaba plantear de qué pasa en ese momento decisivo en el que uno está a punto de morir, y cómo nos enfrentamos a él a partir de la memoria”, refirió sobre su obra.
“Bosques que se incendian es un relato sobre la violencia de la memoria y los mecanismos de supervivencia en torno al olvido. Recuerdos, melancolía, experiencias vívidas y desdibujadas se entretejen con la nostalgia y el tiempo, y con la naturaleza humana de moldear la recóndita memoria cuando lo súbito llama a la puerta”, así describe la obra de Wong, Penguin Random House Grupo Editorial.
De la que también destaca que es “una obra onírica, de pasajes inquietantes, donde el absurdo y el misterio van de la mano”, la cual se desarrolla en el “Hotel Hilbert, un extraño lugar donde los huéspedes cambian de habitación cada vez que llega un nuevo cliente. Así, entre sus pasillos, tras enigmáticas puertas y en habitaciones compartidas o solitarias, cuatro personajes viven encuentros que los confrontan con lo que fueron y, también, con lo que decidieron dejar de ser”.
Roberto Wong nació en México, en 1982. Entre sus obras más destacadas se encuentra París D.F., misma que ganó el Premio Dos Passos en 2015; en 2018, su libro Los recuerdos son pistas, el resto es una ficción, ganó la categoría de cuento en el IX Certamen Internacional Sor Juana Inés de la Cruz. “Fue becario del FONCA en su formato Jóvenes Creadores (2015-2016) y, además, mantiene El Anaquel, blog y podcast sobre literatura y cultura”, se destaca Penguin Random House Grupo Editorial.