Un cuerpo delgado y un índice de masa corporal (o IMC) “normal” a menudo son aceptados como evidencia de bienestar básico, aunque, médicamente hablando, sabemos que eso no es cierto. Sin embargo, un cuerpo delgado no es sinónimo de cuerpo saludable, pues existen personas con “sobrepeso” que son metabólicamente saludables, mientras que personas delgadas pueden desarrollar trastornos alimenticios, como el de alimentación selectiva (ARFID, por sus siglas en inglés).
Ciudad de México, 18 de octubre (Vice News).–Estamos condicionados a creer que ser delgados significa, en términos de salud y de otra manera, que estamos haciendo algo bien. Un cuerpo delgado y un índice de masa corporal (o IMC) “normal” a menudo son aceptados como evidencia de bienestar básico, aunque, médicamente hablando, sabemos que eso no es cierto. Sabemos que en Estados Unidos, alrededor de un tercio de las personas designadas como “obesas” por las métricas de IMC, y más de la mitad de las personas con “sobrepeso”, en realidad son metabólicamente saludables. También sabemos que el IMC es un marco cuestionable en general.
La idea de que un cuerpo delgado es un cuerpo sano es persistentemente dañino, sin importar lo que salga en la báscula cuando te pesas, ya que oculta problemas de salud reales que no están relacionados con el peso. Jade Youngman, de 25 años, quien describió su dieta en el Daily Mail como “pizza, pasta sola, [papas fritas] y nuggets de pollo”, dijo que aunque cae dentro del rango de peso “normal” que le atribuye el IMC, vive con un trastorno alimentario que afecta su vida, llamado trastorno de alimentación selectiva (ARFID, por sus siglas en inglés).
Según la Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación (National Eating Disorder Association), el ARFID tiende a desarrollarse a partir de una alimentación exigente en la infancia, y a menudo se encuentra en personas con ansiedad o trastornos del espectro autista. Los síntomas de ARFID incluyen limitaciones extremas en los alimentos consumidos en función de la textura o el sabor, el miedo a asfixiarse o vomitar, las reacciones fóbicas a ciertos alimentos (como frutas o verduras) y la falta de preocupación en torno a la imagen corporal o el aumento de peso. En particular, las personas con ARFID también tienden a caer dentro del rango normal en términos de peso corporal, a pesar de la falta de ingesta nutritiva.
Los profesionales de la salud a menudo pasan por alto este trastorno alimentario debido a la falta de fluctuación de peso. Youngman le dijo al Daily Mail que los médicos y conocidos tienden a ignorar sus preocupaciones sobre su dieta restrictiva, y su círculo social tampoco toma muy en serio su trastorno.
“Parece que las personas critican por todo”, dijo Youngman. “Como no me veo obesa o realmente delgada, piensan que no es posible que tenga un trastorno alimentario”. También dijo que no ha podido hacer que los médicos le realicen pruebas más extensas, a pesar de que tiene una deficiencia de hierro e informa problemas de insomnio. “Parece que los médicos no reconocen mis problemas como una condición médica, por lo que no me hacen pruebas para nada”, dijo. “Simplemente dicen que en algún momento tendré que cambiar mi dieta”. Es difícil imaginar que alguien que está fuera del rango de peso normal, en cualquier extremo del espectro de peso, reciba las mismas garantías.
Según la Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación (National Eating Disorder Association), el ARFID tiende a desarrollarse a partir de una alimentación exigente en la infancia, y a menudo se encuentra en personas con ansiedad o trastornos del espectro autista. Los síntomas de ARFID incluyen limitaciones extremas en los alimentos consumidos en función de la textura o el sabor, el miedo a asfixiarse o vomitar, las reacciones fóbicas a ciertos alimentos (como frutas o verduras) y la falta de preocupación en torno a la imagen corporal o el aumento de peso. En particular, las personas con ARFID también tienden a caer dentro del rango normal en términos de peso corporal, a pesar de la falta de ingesta nutritiva.
Los profesionales de la salud a menudo pasan por alto este trastorno alimentario debido a la falta de fluctuación de peso. Youngman le dijo al Daily Mail que los médicos y conocidos tienden a ignorar sus preocupaciones sobre su dieta restrictiva, y su círculo social tampoco toma muy en serio su trastorno.
“Parece que las personas critican por todo”, dijo Youngman. “Como no me veo obesa o realmente delgada, piensan que no es posible que tenga un trastorno alimentario”. También dijo que no ha podido hacer que los médicos le realicen pruebas más extensas, a pesar de que tiene una deficiencia de hierro e informa problemas de insomnio. “Parece que los médicos no reconocen mis problemas como una condición médica, por lo que no me hacen pruebas para nada”, dijo. “Simplemente dicen que en algún momento tendré que cambiar mi dieta”. Es difícil imaginar que alguien que está fuera del rango de peso normal, en cualquier extremo del espectro de peso, reciba las mismas garantías.
A pesar de la creciente conciencia de cuán dañinos son los trastornos alimentarios y cuántas personas impactan. Mientras un cuerpo delgado siga siendo suficiente para engañar a los médicos, definitivamente valdría la pena tomar muy en serio las patologías y trastornos que pudiera presentar.