México

CARTA | Padgett, a Eruviel Ávila: “He dejado de hacer periodismo para contener a narcomenudistas y a usted”

18/09/2018 - 11:46 am

“Usted me ataca en medio de las amenazas de muerte a las que estamos sujetos mi familia y yo por parte de narcomenudistas que imponían su mercado de drogas en el interior de Ciudad Universitaria. Ambos juicios han discurrido simultáneamente y, algunos días, tras desahogar alguna audiencia en el Juzgado Tercero de lo Civil en, me he debido trasladar al otro extremo del Valle de México, al Reclusorio Sur, donde están presos otros cinco de mis pretensos censores”, escribe el periodista Humberto Padgett al Senador priista Eruviel Ávila, quien lo tiene demandado por supuesta “difamación”.

Ciudad de México, 18 de septiembre (SinEmbargo).– El 30 de enero de este año, el ex Gobernador del Estado de México Eruviel Ávila Villegas demandó por daño moral al periodista Humberto Padgett luego de la publicación, en 2017, del libro “Los Suspirantes 2018”, coordinado por Jorge Zepeda Patterson. En el perfil biográfico del político mexiquense, Padgett vertió cinco testimonios de personas que aseguraron haber presenciado situaciones de índole sexual que involucraron a menores de edad y en las que habrían estado presentes el ex Alcalde de Ecatepec y el obispo emérito de ese mismo municipio, Onésimo Cepeda.

Como Gobernador en funciones, Ávila Villegas advirtió de su intención de demandar al reportero y lo hizo ante un juez de Ecatepec demandando, además, a una de las fuentes empleadas en el reportaje. Tras el desahogo de las pruebas, sólo falta la sentencia definitiva.

“Al igual que a los narcotraficantes y asesinos del sur de la Ciudad de México, le digo a usted, político priista del norte del Valle de México: ustedes no son mis enemigos. Sólo los novatos confunden los hechos profesionales con sus esferas personales y, reitero, usted ha decidido ser sujeto de mayor observancia por decidir sobre el destino de millones de personas”, dice el periodista en una carta que publica hoy en SinEmbargo.

“Mis enemigos son la corrupción, la intimidación utilizada como estrategia para el silenciamiento y la impunidad que todo lo arrasan”, agrega.

ERUVIEL ÁVILA VILLEGAS
SENADOR DE LA REPÚBLICA
PRESENTE

Vuelvo a escribirle ahora que usted me pide convenir, negociar, sobre la validez de mi trabajo y que yo acepte ponerme una mordaza. Esta semana he conocido su propuesta de trasladar a un juzgado de mediación el pleito que emprendió en mi contra por el daño moral que yo le habría infringido por haber escrito sobre Usted, funcionario de toda la vida y, en consecuencia, persona sujeta de interés y escrutinio público.

Ha pedido uno de sus abogados: “(…) Visto el estado procesal que guardan los autos cuando de los mismos se desprende que a mi representado le asiste la razón y el derecho y con el propósito de resolver la controversia que nos ocupa, mediante una solución armónica y de paz social; solicito se autorice que la misma, se resuelva a través del Centro Estatal de Mediación y Conciliación del Poder Judicial del Estado de México (sic…)”.

Respetuosamente, le propongo que abramos un diálogo público y responda a esta carta que le dirijo en la víspera de la emisión de la sentencia.

Le pregunto, por ejemplo, si entiende “la “paz social” como la ausencia de prensa libre y el silencio sumiso de los gobernados ante sus gobernantes. ¿Es consecuente la presunción de la “armonía” con el acoso judicial, presión concordante con el asesinato de más de 130 periodistas en 18 años?

En su demanda, senador, únicamente ataca los supuestos hechos de índole sexual, pero no se dice ofendido por la documentación que hago de la corrupción existente bajo su responsabilidad política y administrativa. Respecto de lo que sí se queja, mi reportaje vierte los testimonios de cinco personas —no es una fuente, como en su alegato trata de confundir codemandando a una de mis fuentes— entrevistadas por separado, grabadas en entrevista periodística y cuyos nombres aparecen, sin máscaras, en el texto que tanto le irrita.

Dice que le he ocasionado un daño, pero ni siquiera refiere un sólo inconveniente provocado por mi reportaje. Se limita a presumir las elecciones que ha ganado, todas cuestionadas, como prueba de su capital moral. Me pregunto si agregaría a esa lista curricular el retroceso electoral en que su partido, el PRI, perdió su municipio, Ecatepec, el más poblado del país, y que además cedió los cinco distritos electorales federales y locales circunscritos en esa demarcación.

Usted reclama que le pague 10,000,000 de pesos cerrados. No conceptualiza el perjuicio ni muestra siquiera la sumatoria para llegar a esa cifra que, quizá a los de su especie, resulte de uso convencional.

Dice que mi único propósito al publicar el reportaje sobre su persona fue lastimarlo teniendo yo, según usted, entendimiento de la falsedad de la información contenida en mi trabajo periodístico, es decir, que actué con “malicia efectiva”. Para demostrar lo anterior, sus abogados pretendieron hacerse de una única prueba: preguntarme si, sabiendo que escribía algo falso, lo publiqué sólo para ocasionarle daño.

No, senador, no publiqué por esa razón. Lo hice porque usted ha decidido ser responsable de lo que hoy es el Estado de México, de lo que ahora es Ecatepec y porque coqueteó con una candidatura presidencial y porque yo soy periodista. ¿Qué tan lastimado queda su honor cada que asistimos al horror de una multitud linchando a uno de los suyos convertido en ladrón? ¿Cuánto dinero le resta a su reputación la carencia de agua sufrida por millones de mexiquenses?

Usted presume un grado de doctor en Derecho Constitucional, así que sabe bien del reducido futuro de su ofensiva. Quizá logre que me sentencien en Ecatepec, donde algún poder le debe restar tras sus dos presidencias municipales, sus dos diputaciones locales y su gubernatura. El juez al que acudió acepta todo lo que usted pide y más: existiendo validez en mi petición de ser juzgado en la Ciudad de México, donde resido y donde habría más certeza de imparcialidad, Epitacio Gumaro García García resolvió en cinco minutos que mi carrera de 20 años quede a su disposición. ¿Cuántos asuntos por concepto de daño moral se pueden atender en un lugar que hay madres buscando pedazos de sus hijas en los canales de aguas negras? Sin embargo, habrá otras instancias y es al final del camino que ahora compartimos cuando se sentará algún precedente positivo para el periodismo mexicano.

Usted me ataca en medio de las amenazas de muerte a las que estamos sujetos mi familia y yo por parte de narcomenudistas que imponían su mercado de drogas en el interior de Ciudad Universitaria. Ambos juicios han discurrido simultáneamente y, algunos días, tras desahogar alguna audiencia en el Juzgado Tercero de lo Civil en, me he debido trasladar al otro extremo del Valle de México, al Reclusorio Sur, donde están presos otros cinco de mis pretensos censores.

Aquellos me pretenden callar con un cachazo y usted lo quiere hacer con una demanda frívola que emprendió y en cuyo inicio se negó a conciliar pues ni en el juzgado se ha apersonado.

Al igual que a los narcotraficantes y asesinos del sur de la Ciudad de México, le digo a usted, político priista del norte del Valle de México: ustedes no son mis enemigos. Sólo los novatos confunden los hechos profesionales con sus esferas personales y, reitero, usted ha decidido ser sujeto de mayor observancia por decidir sobre el destino de millones de personas.

Mis enemigos son la corrupción, la intimidación utilizada como estrategia para el silenciamiento y la impunidad que todo lo arrasan.

Semanas atrás rechacé una propuesta de reparación del daño mediante un monto que yo propusiera. Me negué, porque, a pesar del desgaste y el riesgo al que me someto, no puedo convenir con los violentos.

Ahora le respondo lo mismo a usted: no puedo negociar con quien ejerce la violencia, así lo haga bajo el disfraz de la civilidad jurídica. Sin mayor mérito que su petición, estoy sujeto a un juicio por el que, de ser sentenciado, le deberé el producto íntegro de 60 años laborales en función de los ingresos que he percibido en dos décadas, incluidos los metálicos de los premios periodísticos que he recibido y las regalías de los libros que he publicado.

Instancias internacionales, como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; organizaciones de carácter mundial como Reporteros sin Fronteras o Artículo 19, y nacionales, como Propuesta Cívica y la Asociación Mexicana de Derecho a la Información se han pronunciado ya por el abuso de la figura del daño moral como un mecanismo de uso creciente o abuso para legitimar la censura, un nuevo método para satisfacer una vieja demanda de los poderosos: su pretendido derecho a la impunidad.

Puedo decir ante quien sea todas y cada una de las acciones que he emprendido para defenderme. ¿Podría hacer lo mismo usted con todos los medios que ha empleado para dañarme?

He dejado de hacer periodismo para contener a los narcomenudistas y a usted. Por esto es que entiendo este pleito no como el de un ex Gobernador y senador contra un reportero, sino como la confrontación de dos poderes absurdamente desiguales en contienda y de dos maneras de entender el interés público.

No aceptaré que sus abogados y yo discutamos cómo me voy a zurcir la boca y amarrar los dedos. Y también porque pelear con honor y la verdad de aliada otorga prestancia y alegría, sensación que quizá usted nunca haya conocido.

Humberto Padgett León
Reportero

en Sinembargo al Aire

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