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Antonio Salgado Borge

18/08/2017 - 12:03 am

Alt-right: la ilustración oscura

Como nadie le creyó, Trump montó en cólera y decidió quitarse la máscara de moderado

Como nadie le creyó, Trump montó en cólera y decidió quitarse la máscara de moderado. Foto: AP

Los ridículos y los errores garrafales de Donald Trump ya no sorprenden a nadie. El Presidente estadounidense parece tener ritmo para los dislates. Uno puede sentarse a esperar su nuevo escándalo con la seguridad de quien espera el inicio de una nueva semana, y Trump no defraudará. Pero lo dicho, desdicho y redicho por el Presidente estadounidense en los últimos días parece ser más de lo que su país está dispuesto a soportar.

Hace unos días, un grupo integrado principalmente por simpatizantes de la derecha radical que marchaban en la Universidad de Virginia cargando antorchas, y cantando consignas como “los judíos no nos reemplazarán” o “sangre y suelo” se encontró con un pequeño grupo de opositores. El primer grupo –que incluía principalmente el Ku Kux Klan, neonazis y otros supremacistas blancos-  no pudo contener su desprecio contra el segundo, al que atacó con palos y golpeó a mano limpia.[1] Empoderado, un neonazi especialmente desquiciado consideró factible embestir a otros individuos con su automóvil, lastimando a 30 personas y asesinando a una activista de apenas 32 años que murió como vivió: defendiendo la igualdad.

Ante el escándalo y la crisis, el Presidente estadounidense no pudo encontrar recursos para parecer mínimamente “Presidencial”. Primero, condenó la violencia de “ambos lados”, equiparando a los supremacistas con el grupo que se les opuso. Sin embargo, la presión interna –incluso dentro de su propio partido- y externa ante semejante despropósito fue tal que Trump tuvo que salir, a regañadientes y dos días después, a señalar directamente a los grupos de ultraderecha y a criticar el “mal” del racismo. Demasiado tarde, demasiado forzado.

Como nadie le creyó, Trump montó en cólera y decidió quitarse la máscara de moderado; el martes pasado redobló a su posición original y legitimó a los ultraderechistas culpando a un grupo de izquierdistas de incitar la violencia. Además, subrayó que “no todos” los ultraderechistas de Charlottesville eran nazis. Desde luego que los aplausos de los grupos de derecha radical estadounidenses, que apoyaron a Trump a lo largo de su campaña y que fueron pieza clave en su triunfo, no se hicieron esperar: “gracias, Presidente Trump por su honestidad y coraje al defender la verdad”, twitteo David Duke, líder del Ku Kux Klan y abierto simpatizante del Presidente estadounidense. [2]

En algo tiene razón Donald Trump. No todos los nacionalistas blancos o grupos de derecha que se manifestaron, que insultaron y que atacaron a grupos pro igualdad eran neonazis. La turba de Charlottesville estaba constituida por un coctel de individuos cuyo común denominador no es el neonazismo, sino su pertenencia a la llamada alt-right o derecha alternativa. La identificación de los principales elementos que comparten prácticamente todos los que pertenecen a este grupo puede ayudar a entender por qué lo dicho por Trump fue tan mal recibido. Y por qué es tan peligroso que el Presidente de Estados Unidos defienda y legitime a este tipo de corrientes.

Parte de la visión de los actores de este movimiento puede ser identificada con una corriente de pensamiento fundada por Curtis Yarvin llamada neoreacción o NRx. Los neoreaccionarios rechazan la democracia; para ellos lo que se requiere para mejorar el mundo es un “hombre” –sexo masculino- fuerte que encabece un régimen autoritario capaz de transformar todas las instituciones democráticas[3]. Pero los neoreaccionarios también rechazan valores fundamentales de la ilustración, como la igualdad entre sexos y entre “razas”. Es por ello que este movimiento se ha autodenominado como la ilustración oscura. La influencia de esta corriente, que claramente no tiene nada de inocente ni de inocua, llega hasta la mismísima Casa Blanca. De acuerdo con el portal Politico, Steve Bannon, ex director del sitio de noticias ultraconservador Breitbart y asesor principal de Donald Trump, ha estado en contacto con Yarvin. Bannon supuestamente lee y suscribe lo que autores neoreaccionarios escriben.

Es fácil ver por qué los miembros de la alt-right pueden encontrar la visión neoreaccionaria atractiva. Y es que dos de los temas que unen a estos grupos son el racismo y el sexismo. Ejemplos de racismo son la islamofobia, la fobia contra los mexicanos “violadores” o el odio a cualquier tipo de migrante. Esto es de sobra conocido en México y el mundo. Muchos de los miembros de la alt-right creen genuinamente que existen las razas –es un hecho científicamente probado que esto es mentira- y que los miembros de razas “no blancas” tienen, por ejemplo, un IQ inferior. Es decir, no hace falta ser neonazi para ser racista o para dañar a seres humanos con este pretexto.

El caso del sexismo es menos mencionado, pero tiene un impacto más profundo en países como México, donde la supremacía blanca no tiene sentido. Ejemplo de ello es la torcida noción de los “derechos de los hombres”, que tan sólo es un eufemismo para denominar a una auténtica cruzada antifeminista. De esta forma, es despreciado y burlado todo lo que tenga que ver con las luchas por la igualdad de las mujeres; a quienes piensen lo contrario se les califica inmediatamente de “feminiazis”. Un par de casos específicos pueden ilustrar este punto. Hace unos meses un torrente de amenazas de violación y de muerte a mujeres del mundo “gamer” –el círculo formado principalmente por aquellos fanáticos de los videojuegos en línea- se convirtió en un escándalo mundial. El conocido como “Gamergate” fue aplaudido por Milo Yiannopoulos y por otros trolls ultraderechistas.[4] Por si quedara alguna duda, apenas hace unos días un ejecutivo de Google despedido por hacer comentarios sexistas fue defendido, recibido y entrevistado en internet por los simpatizantes de la alt-right en calidad de héroe.[5] No es ninguna casualidad que la gran mayoría de los integrantes de estos grupos de derecha alternativa sean hombres y blancos.[6]

Finalmente, otro de los elementos importantes que une a estos grupos ultraconservadores son los canales de comunicación que emplean, cuyas redes van desde una red bien identificada de portales abiertos como Breibart hasta grupos de Facebook o discusiones de Reddit en los que se da rienda suelta a todo tipo de comentarios discriminatorios y violentos. Pero, más allá de los medios que empleados, es preciso reconocer que hay todo un lenguaje, entorno gráfico y forma de comunicación que forma parte de la comunicación a estos grupos –y a los cuales muchos jóvenes mexicanos no son ajenos-.

Uno de los recursos identificados con más claridad es el uso del sarcasmo o la ironía; una táctica mediocre y patética con la que algunos pretenden, por un lado, posar como miembros de un supuesto nivel intelectual de élite sin tener idea de gran cosa y, por otro, reproducir sin suscribir directamente el catálogo de principios supremacistas. En este sentido, uno de los íconos de la derecha alternativa es el meme conocido como “la rana Pepe” –“Pepe the frog”-. Quien teclee este nombre en cualquier buscador de internet encontrará caricaturas detestables de una rana arrogante violando mujeres o asesinando a personas sometidas sin piedad. Estas imágenes son utilizadas en foros de la derecha alternativa para comuicar mucho sin decir nada.

Otro de los recursos empleados frecuentemente por estos grupos es la noción de que hay que terminar con lo “políticamente correcto”. Esto se manifiesta con claridad la repetición de la idea de que ahora la gente, particularmente los millennials, “se ofende por todo”. En lugar de pensar que ahora las mujeres, los homosexuales, los negros, los indios o cualquier grupo históricamente oprimido se ofenden porque el mundo ha cambiado y su opresión ya no es tolerable, muchos de los que coinciden con la alt-right insisten en que lo que realmente ocurre es que todos, menos ellos, se han vuelto débiles o suceptibles.

Las características precisas del grupo que se identifica con las causas que engloba la alt-right son difíciles de delimitar. Pero me parece seguro afirmar que lo mencionado anteriormente es parte importante de los elementos que comparten quienes conforman este grupo. Tampoco es controvertido notar que la alt-right ha tejido una red de canales impresionante en internet, o que fue parte clave en el triunfo electoral de Donald Trump. Es fácil ver que el racismo o el sexismo de Trump y de su proyecto durante la campaña alimentó a estos grupos, y que el triunfo del millonario analfabeta los ha empoderado.

Enfocar la atención en los neonazis implica desviarla de un problema real que va mucho más allá de un grupo de hitlerianos trasnochados que existe en diversos países del mundo y que es siempre una minoría irrelevante con presencia anecdótica. Y es que, basados en el perfil de derecha alternativa dibujado en los párrafos anteriores, en la alt-right caben lo mismo los neonazis, que el Ku Kux Klan, los adolescentes nacionalistas blancos o quienes felizmente comparten basura discriminatoria en internet. Es por ello que afirmar que “no todos” los que se manifestaron en Charlottesville eran neonazis es enfocar la atención en lo irrelevante y desviarla de un problema real y latente del que Trump es lo mismo causa que efecto.

 

@asalgadoborge

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[1] https://www.theguardian.com/us-news/2017/aug/16/charlottesville-violence-right-left-trump

[2] https://www.nytimes.com/2017/08/15/us/politics/trump-charlottesville-white-nationalists.html?hp&action=click&pgtype=Homepage&clickSource=story-heading&module=a-lede-package-region&region=top-news&WT.nav=top-news&_r=0

[3] https://www.theatlantic.com/politics/archive/2017/02/behind-the-internets-dark-anti-democracy-movement/516243/

[4] http://www.motherjones.com/politics/2016/11/trump-white-nationalists-hate-racism-power/

[5] https://www.theguardian.com/technology/2017/aug/08/google-employee-fired-diversity-row-considers-legal-action-james-damore

[6] http://www.motherjones.com/politics/2017/04/far-right-white-supremacists-berkeley-protests-antifa-trump/

 

Antonio Salgado Borge
Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Cuenta con maestrías en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y en Estudios Humanísticos (ITESM). Actualmente es tutor en la licenciatura en filosofía en la Universidad de Edimburgo. Fue profesor universitario en Yucatán y es columnista en Diario de Yucatán desde 2010.

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