Desde mediados de la década de los 80 del siglo pasado, David Faitelson ha cubierto prácticamente todos los eventos deportivos de trascendencia en el planeta: todos los mundiales de futbol desde 1986 en los que ha participado Mexico, y todas las justas olímpicas desde Seúl en 1988. El periodista se hizo un espacio en su apretada agenda de trabajo en Río, desde donde reporta para la cadena ESPN, para conversar con SinEmbargo sobre el desempeño de los atletas mexicanos.
Ciudad de México, 18 de agosto (SinEmbargo).- David Faitelson, el comunicador que transformó el periodismo deportivo en nuestro país, no recuerda un sólo momento en que el deporte mexicano haya tenido un peor desempeño que el que ha tenido en Río. Dice que lo ocurrido en la justa olímpica es reflejo fiel de la crisis que vive el país. El deporte mexicano, asegura, es otra víctima de la violencia y la corrupción que ahogan, desde hace años, a México.
Y no, no puede encontrar en sus memorias un desempeño más desastroso del deporte mexicano que el que la delegación nacional se (y nos) infligió en Río de Janeiro 2016. De una delegación de 127 atletas que viajó a la justa Olímpica sólo se ha asegurado una medalla de bronce, la que consiguió el boxeador, nacido en Chihuahua, Misael Rodríguez, hasta este miércoles.
“Simplemente no recuerdo un episodio más triste, vergonzoso y devastador del deporte mexicano en toda su historia”, dice Faitelson. Y ese “en toda su historia”, duele.
El problema real es que la tragedia atlética que describe el periodista no es sino una mera manifestación de una crisis de mayor calibre, de un infortunio de dimensiones nacionales.
El deporte, Faitelson lo sabe bien, es probablemente la mejor expresión de la salud de un pueblo, de su fortaleza y desarrollo pero, también, de su debilidad y decadencia. Por eso aflige lo que dice este periodista:
“Nuestro deporte es hoy, quizás, el reflejo más acabado de lo que México, nuestro país, es”.
Faitelson, israelí de nacimiento y mexicano por adopción, se instaló con todo y familia en Estados Unidos hace algunos años. Desde ahí sigue desmenuzando con su análisis una amplia gama de disciplinas deportivas y ejercitando esa narrativa que lo hizo célebre y con la que transformó hace años la manera de contar historias deportivas en nuestro país.
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Los atletas mexicanos llegaron a la Olimpiada después de una tortuosa ruta de negligencia, descuido y abandono que ya suma años. Lo verdaderamente sorprendente sería que a nuestros atletas les hubiera ido bien en los estadios y las pistas de Río.
El deporte, desde su perspectiva, es una víctima más de la convulsión y la corrupción que han venido sofocando al país sin clemencia. El deporte quedó marginado porque en el México de la violencia, evidentemente, existen otras prioridades.
La guerra contra el narco marginó al deporte, nadie le puso atención. Y al mismo tiempo, las estructuras e instituciones deportivas nacionales quedaron invadidas por esa pandemia nacional que todo lo pudre; la corrupción.
El dinero que debió destinarse al deporte y a los atletas mexicanos no ha llegado a su destino desde hace mucho tiempo, dice Faitelson. El resultado, un deporte nacional estancado, cuyas contadas victorias han sido casi siempre producto de sacrificios y proezas individuales y no de un plan.
En el pasado, el gobierno mexicano entendió las bondades de asociar su imagen con las glorias del deporte nacional. El ex Presidente Carlos Salinas de Gortari, dice el comunicador, lo entendía muy bien. Por eso se vinculó con el gran Julio César Chávez, probablemente el mejor boxeador mexicano de la historia, y con otros grandes atletas.
El PRI de hoy, dice Faitelson, ni siquiera para establecer ese tipo de relaciones inconfesables entendió que era buena idea desarrollar e impulsar al deporte azteca.
En fin, el único atisbo de esperanza para el periodista es que el deporte mexicano haya tocado fondo en Río, porque si es así, surge la posibilidad de que renazca desde sus cenizas.
Desde Río de Janerio, donde cubre los jugos Olímpico para la cadena estadounidense ESPN, David Faitelson conversó con SinEmbargo.
— ¿Cómo calificas el papel de la delegación mexicana en Río?
— Creo que ha sido desastroso. Finalmente es el reflejo de un descuido desastroso que ha existido en los últimos años en el deporte en México. No sé a quién echarle la culpa, me parece que estamos jugando un partido de acusaciones entre la Comisión Nacional del Deporte (Conade) el Comité Olímpico Mexicano (COM) y las federaciones deportivas… y al final, en medio de todo este asunto están los deportistas, los pobres deportistas de México que lamentablemente han sido abandonados, que han sido dejados a su suerte con poco apoyo, distraídos por las grillas, los intereses, las acusaciones. Creo que en estos juegos estamos viendo la evidencia de lo bajo en que ha caído el deporte mexicano. Hemos caído muy bajo, creo que hemos tocado fondo. Ojalá este sea el fondo, para poder empezar a subir…
—¿En tu experiencia, recuerdas un desempeño más triste que el que estamos viendo de la delegación mexicana?
— La verdad, no. Creo que el deporte mexicano había vivido de algunos esfuerzos individuales, de algún triunfo que siempre se combinaba con ciertas condiciones, digamos fortuitas. Por ahí está el tema de Soraya Jiménez, que en paz descanse, y su medalla de oro en Sidney (Australia). También el esfuerzo individual de una atleta destacada y sobresaliente como Ana Guevara, o el Taekowndo que ha trabajado bien y que ha entregado medallas en los últimos tiempos. De ahí, una medalla en clavados, una en boxeo, otra en tiro con arco, pero yo creo que este es el colofón, el resultado de años y años de descuido y además, lo increíble del asunto es que esas tres, cuatro medallitas que de pronto se rescataban, ayudaban a tapar muchas cosas que pasaban en el deporte mexicano y que sabíamos que ocurrían. Nos quedábamos contentos con esas medallas pero no cambiaba nada. Contestando a tu pregunta, yo no recuerdo un episodio más triste, vergonzoso y devastador en el deporte mexicano en toda su historia.
— El deporte suele ser una expresión de la salud social, política y económica de un pueblo… ¿Lo que estamos viendo del deporte mexicano en Río es reflejo de México?
— El gobierno actual ha intentado impulsar reformas en economía, educación, en temas de salud, en rubros mucho más importantes para la vida nacional, lo entiendo así, pero, yo pregunto, ¿y el deporte? Entiendo que en un país como México haya otro tipo de prioridades, pero eso implicó que el deporte se quedara marginado, olvidado. Se quedó ahí, al margen de todo, de la guerra contra la inseguridad. Fue relegado por la guerra contra el crimen organizado, nadie atendió al deporte. Si las federaciones además decidieron robarse el dinero, ese apoyo no llegó al deportista. Así, el deporte se fue degenerando año con año y pasó el tiempo y las potencias siguieron avanzando, otros países surgieron y mostraron mejores condiciones, mientras México se quedaba detenido.
Es un reflejo idéntico, es verse en un espejo. El deporte suele ser un reflejo de los países, de su educación, de su avance, de su desarrollo, de su idiosincrasia. Eso es el deporte, para eso son los juegos olímpicos, para ver quién encabeza la tabla de medallas, para mostrar los avances de esos países en la cima. Sí, creo que nuestro deporte refleja fielmente lo que pasa en México hoy.
—¿Otra víctima de la corrupción?
— Sí, al final del día es un fenómeno nada extraño en nuestro país. La corrupción que nos agobia en las instituciones, en la calle, ese sistema de vida que usamos todos los días. Esa corrupción claro que también afecta al deporte y a los deportistas.
—¿Qué pierde un país como México cuando su deporte está en las condiciones en que está el nuestro?
—Separaría el deporte de alto rendimiento del deporte como forma de vida, que debe utilizarse en un país para temas de salud, para tener una población sana. Por cuestiones de trabajo cambié a mi familia de país. Mis hijas empezaron a estudiar en México y después las cambié a Estados Unidos y yo observé el cambio que había en la educación física. Vi la alta competencia que hay en Estados Unidos, no digamos ya en el deporte de alto rendimiento, en el deporte universitario, sino hasta en el colegio, en la primaria, en la secundaria, la preparatoria. En países como Estados Unidos les enseñan a los chicos que tienen que hacer ejercicio, que tienen que dejar una vida sedentaria para tener mejor calidad de vida. Después, obviamente, los van conduciendo hacia un deporte competitivo. Ahí está la gran diferencia.
México, al tener una educación física precaria, está atentando contra la salud de sus habitantes, porque no tenemos una educación física propicia en nuestro sistema educativo. Uno de los grandes problemas de nuestro sistema educativo es que el deporte es visto sólo como algo complementario. Si lo haces, bien, si no lo haces, no pasa nada. El deporte en las primarias de los países desarrollados es una asignatura tan importante como las matemáticas.
—Y luego está el deporte profesional, el deporte de alto rendimiento…
—Sí, deporte que utilizaban los gobiernos priistas, sobre todo me acuerdo del de Carlos Salinas de Gortari, que usaban el deporte para mejorar su imagen internacional. Recuerdo los Juegos Olímpicos de 1992, en Barcelona. Igual fueron un fracaso, sólo se consiguió una medalla de plata con Carlos Mercenario en marcha. Pero ahí estaba Salinas de Gortari con Raúl González, como presidente de la Conade, invirtiendo lo que se tuviera que invertir para tener deporte de alto rendimiento. Como falló el deporte olímpico, entonces apareció Julio César Chávez. Después de que Chávez le ganó al boricua Héctor “El Macho” Camacho, Salinas se lo levó a Los Pinos y lo trajo para hacer un desfile. Utilizaban el deporte como imagen. No digo que esté bien, pero esta vez, ni siquiera eso ha hecho el Gobierno, ni si quiera ha utilizado a los atletas como en el pasado.
Yo entiendo que el gobierno necesita en este momento generarse una mejor imagen, a través del deporte podría lograrlo… Ni siquiera en eso han puesto atención. El nivel de popularidad del Gobierno actual hubiera subido con deportistas ganadores.