Ciudad de México, 18 de agosto (SinEmbargo).- Pabli Makivar y sus hermanos no son como los demás chicos de la escuela. Pertenecen a una antigua estirpe de guerreros sobrehumanos, los dorsai. Junto a su padre han aprendido sus tradiciones y rituales, el manejo de armas antiguas y a enfrentar los peligros de un México desgarrado por la guerra civil y la amenaza de telépatas fuera de control.
Al descubrir que son capaces de hackear la mente de los telépatas, Pabli y sus hermanos deciden dedicarse en exclusiva a cazarlos. A ellos se une Starla, una enigmática y valiente dorsai de la que Pabli se ha enamorado.
Cuando el padre de los chicos muere y Starla se va del país, surge la gran pregunta: ¿cómo seguir juntos? Pronto llega una misteriosa misión que volverá a reunirlos: el gobierno les pide que detengan al peligroso telépata Frank Chibi. Pero lo que en un principio parecía un trabajo rutinario, se revela finalmente como la batalla decisiva no solo para México, sino para todo el planeta.
¿Ha llegado el fin del mundo?
La sinopsis de Hackers del fin del mundo. Operación: Overlook (Destino / Planeta) es la expresión de una fidelidad: la del autor Ruy Xoconostle (Naucalpan, México, 1973) a la literatura juvenil y al subgénero de lo que podríamos denominar “historias de las nuevas tecnologías”, a cargo de un escritor con gran presencia en las redes sociales y constructor de un mundo fantástico y muy de nuestros tiempos.
Ruy Xoconostle inició su carrera literaria con la publicación de Pixie en los suburbios (2001), al que siguió el libro de relatos Miller y Giménez (2003). Luego publicó La vida sin Pixie (2005) y la conclusión de su primera trilogía con Pixie y los románticos de clóset (2009). Vino el tiempo de su nueva serie Hackers del arcoiris 1. Código: Garuda (2011), que continuó con Hackers del arcoíris 2. Código: Indra (2013).
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–¿Cómo construiste esta historia?
–Bueno, soy un autor muy dado a las nuevas tecnologías digitales que me permiten tener un contacto más directo con los lectores e involucrarme más con ellos. Creo que la mayor influencia de este libro es precisamente haber tenido una retroalimentación inmediata mientras lo escribía. Estar redactando, por ejemplo, un sábado a la noche, darme una vuelta por Twitter y por Facebook, y recibir algún mensaje en relación con mi trabajo. Eso es algo invaluable que no había disfrutado en el pasado.
–¿Hay que tener un olfato especial para escribir para los jóvenes?
–Es muy complicado escribir para los jóvenes. Mi primer libro lo hice para la Generación X, a la que pertenezco, luego hice uno para la Generación Millennial y este Hackers del fin del mundo podría decir que está dirigido a la que hoy conocemos como Generación Z, es decir, chicos entre 14 y 16 años, a los que tenía bastante perdidos en mi radar. Se hizo difícil, lo admito. La premisa con la que empecé a escribir la historia fue pensar que a los 15 años debes de tener los problemas que suelen tener las personas a esa edad, seas de la generación que seas. Problemas en la escuela, te gusta equis persona, cómo son tus maestros, problemas con la identidad, etcétera. Ese fue mi punto de partida.
–¿Ese punto de partida incluye una descripción de la violencia en que vivimos o es sólo un mecanismo de imaginación?
–En principio es una novela de violencia fantástica, una violencia de superhéroes. Sin embargo, se me hizo imposible separar la historia de la realidad que vivimos en nuestro país. El libro sucede en un Veracruz separado del resto del país, por ejemplo. Hay un conflicto armado, hay sangre, hay golpes y podríamos decir que eso es fruto de haber comenzado a escribir la serie en el sexenio pasado, particularmente caracterizado por la violencia extrema.
–¿Sientes que Veracruz se separó del país?
–No, no lo pensaría así. De mi parte tengo motivos personales para no verlo así, pues mi padre es veracruzano. La separación de Veracruz en mi libro es sólo un artificio literario.
–Hackers del fin del mundo plantea una ciencia ficción que podríamos calificar como local…
–Sí. Me he sentido muy contento con la salida del libro, sobre todo por la retroalimentación con los lectores. A la serie la publiqué primero como autor independiente y ahora tengo la oportunidad de acercarme a un público nuevo, a otros puntos demográficos. El desafío de la ciencia ficción local consiste precisamente en tomar los símbolos de nuestra cultura ancestral y convertirlos en cultura pop, como se hace en los Estados Unidos, Europa y Japón.
–¿Y se hace eso?
–No de forma natural. Todavía vemos a la iconografía nacional como algo intocable, para los museos. Hay algunos trabajos en la literatura mexicana contemporánea, pero no alcanza.