¿Eduardo Sojo o Julio Santaella? Tanto el ex, como el actual director del Inegi están en el ojo del huracán tras la publicación del Módulo de Condiciones Económicas de 2015, que por cambiar las variables de medición de los ingresos de las familias –sobre todo de las más pobres– elimina la medición histórica de la pobreza en México, con lo que afectó estándares y procedimientos de transparencia y coordinación con otros órganos con los que se planea la política de desarrollo social.
Ciudad de México, 18 de julio (SinEmbargo).- El problema que desataron las cifras que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) presentó el pasado viernes, corresponden a una encuesta realizada entre el 11 de agosto y el 28 de noviembre de 2015.
Con un cambio en las variables de medición del ingreso, el Inegi anuló la posibilidad de comparar la evolución de la pobreza en México de 2013 a 2015 y con el resto de los años anteriores, ya que los datos, en definitiva, no son comparables.
Miembros de la sociedad civil y expertos, han señalado que este modo de actuar del órgano autónomo, ha levantado una gran sospecha respecto a la credibilidad de los números que presenta, no sólo los de ingreso, ya que también es el encargado de medir la inflación, el Producto Interno Bruto (PIB), la evolución de actividades productivas y diferentes percepciones como la corrupción e inseguridad.
En medio de toda la vorágine, la necesidad de una respuesta y una explicación se hace más fuerte, pero, ¿quién debe darla?
Santaella fue considerado a su llegada, como “un empleado” del Presidente Enrique Peña Nieto, al ser su candidato a presidir la mesa directiva del Instituto; luego fue ratificado por el Senado y tomó las riendas en 2016. Por su parte, Sojo dejó la dirección bajo el discurso de haber defendido la autonomía del Inegi desde 2008, año en que Felipe Calderón lo designó, pero tanto el convenio firmado con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), como el levantamiento de la encuesta, fueron en la fase final de su administración, junto con Rosario Robles Berlanga, que aún estaba al frente de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).
Eduardo Sojo sobrevivió a tres sexenios. Fue jefe de la Oficina de la Presidencia de la Presidencia para las Políticas Públicas, así como coordinador del Gabinete Económico con el panista Vicente Fox Quesada. Con Felipe Calderón Hinojosa ejerció como Secretario de Economía hasta 2008, fecha en la que comenzó a dirigir el Inegi.
Durante su administración se innovaron y se realizaron algunos cambios dentro del Instituto. Por ejemplo, se creó un Mapa Digital de México, se integró un sistema integrado con 37 comités técnicos para generar información sobre diversos temas (comercio, gobierno, género, juventud) y además absorbieron otros indicadores como el Índice Nacional de Precios al Consumidor, el Reloj de Ciclos Económicos; presentaron también el Catálogo Nacional de Indicadores.
Es egresado del Tec de Monterrey y de la Universidad de Pennsylvania, donde cursó la maestría en Economía y el doctorado en Economía con especialidad en Industrial y Finanzas.
Durante su estancia en Inegi, Sojo gozó de un sueldo de 185 mil 896 pesos mensuales (conformado por su sueldo, más prestaciones en efectivo y en especie), una compensación anual garantizada de 2 millones 173 mil 285 pesos, un aguinaldo de 47 mil 343 pesos, una gratificación de fin de año de 371 mil 502 pesos y una ayuda para despensa de 5 mil 580 pesos.
Es decir: se llevan al año, al menos, 4.8 millones de pesos.
Eso y otras cosas, heredó a Eduardo Santaella, quien desde 2016 está al frente del Inegi. Él es licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM); maestro y doctor en Economía por la Universidad de California.
En 2004 se desempeñó como Gerente de Información y Análisis en la Dirección General de Operaciones dela Banca Central del Banco de México; después fue coordinador del Fondo Mexicano del Petróleo.
NECESARIA, UNA RESPUESTA INSTITUCIONAL
Para las organizaciones civiles, los intereses políticos terminaron por perjudicar la labor del Inegi y la relación con el Coneval. Ahora, lo que se espera es que no vuelva a suceder y el tiempo para evitar eso es tan sólo de un mes.
La pobreza en México, históricamente se ha hecho con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), desde 1992 y que tiene una serie histórica que arranca desde la década de los años 80, no con el Módulo de Condiciones Económicas, creado en 2008.
Si bien el MCE anula las cifras históricas, aún queda la ENIGH, que la versión 2016, comienza a levantarse en el mes de agosto, razón por la cual, el Inegi tiene ese periodo de tiempo para explicar qué pasó con el MCE y si los cambios se aplicarán a la ENIGH.
“Lo que procede es revisar para que no vuelva a suceder algo así. En agosto se empieza a levantar la ENIGH 2016. ¿Qué se va a usar? ¿van a aplicarle la “mejora”? Porque esa mejora es para que los hogares de ingresos más bajos fueran analizados más y así corrigieron los ingresos. El problema no está ahí, está en todo el rango de hogares, hasta del ingreso más alto. La ENIGH se empieza a levantar en un mes y antes de que eso suceda, Inegi tiene que explicar qué hicieron en esta última encuesta y cómo realizarán la ENIGH; que se discutan las implicaciones y si sólo se está intentando mejorar el ingreso de los más pobres para reducir pobreza o desigualdad, o si queremos tener datos más fidedignos. Y para eso, lo que hicieron no basta”, comentó en entrevista Rogelio Gómez Hermosillo, coordinador del colectivo Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.
Si bien las fechas y las administraciones al frente del Inegi son claras, Gómez Hermosillo opinó que el tema no debe personalizarse, sino que se debe centrar en que Inegi, como institución autónoma, explique qué hizo y por qué.
“Hay que ser claros: no es el periodo de Santaella, pero la explicación debe ser institucional, porque lo que falló fue la compresión de a quién le rinde cuentas el Inegi: no le avisó a su cliente [Coneval] y ya suena muy raro; no le avisó a la sociedad, que digamos, somos sus dueños. Hubo una situación muy anárquica, de querer mandarse sin dar cuentas a nadie, haciendo lo que quieran”, comentó.
Agregó que sí falta una revisión de cómo debe funcionar la autonomía del Instituto para que no la pierda y de que de razones de por qué cambia algo “tan delicado, supuestamente para mejorar, pero que está provocando muchísimos problemas”.
“No sé si el doctor Sojo estuvo atrás de esto, pero es una decisión de 2015. Y no personalizaría el tema. No creo que los presidentes tengan que estar en todo, aunque al final son los responsables. Pero ahí está la gente que hizo eso, porque es una mejora en el operativo de campo y ahí hay un responsable en las encuestas y que se atrevió a tomar esas decisiones. Es un problema institucional”, sostuvo.