Las selecciones de Portugal y Turquía debutaron con el pie derecho en la competición y se colocaron como cabezas de su grupo.
Por Aritz Gabilondo y Steve Douglas
Ciudad de México/Dormund, 18 de junio (AS/AP).- Cerraba el telón de la noche en Leipzig, menguaba la lluvia que no paró por un instante, y entonces, casi en el albur del partido, apareció el más pequeño de la clase, el hijo de Conceiçao, el hijísimo, perseguido siempre por su apellido, para marcar el tanto que salvó a Portugal de un debut áspero, ingrato.
Un impulso al estreno portugués que hasta entonces le tenía inquieto, pues llegaba a la Eurocopa con Cristiano entre flashes y una selección capaz de todo. El primer muro que se encontró enfrente, el de la República Checa, le dejó sin aliento, pero al menos el gol de Conceiçao le otorga una victoria para respirar de alivio.
Roberto Martínez puso un once ideado para jugar en campo contrario. Cancelo fue interior cuando hubo que atacar, Nuno Mendes cerró como tercer central y Dalot fue carrilero pero a una gran altura. La banda izquierda era en exclusiva para Rafael Leão. Portugal jugó con autoridad y sin tapujos. Incluso con perros de presa como los checos enfrente, parapetados bajo tres centrales y dos mediocentros que como si lo fueran, lograron los portugueses que el partido arrancara según sus intenciones.
Hizo daño Rafael Leão por su costado. Es un purasangre el extremo del Milan, a veces tan descontrolado que ni él ni sus compañeros saben aprovechar sus arrancadas. Levantó el césped cada vez que atacó los espacios, aunque sus estruendos siempre se evaporaron entre la muralla de defensas checos.
Cristiano, muy rodeado entre rascacielos, entendió que la mejor manera era salir de ellos. Empezó a combinar con Bruno Fernandes y Vitinha, y Portugal mereció el gol. Tuvo dos el propio Cristiano, ambas bien resueltas por Stanek, aunque las vías más directas hacia el gol resultaron los tiros exteriores. Así lo rozaron Rúben Días y Bruno Fernandes, más prácticos que el resto cuando la pelota merodeaba el área rival y ante la tromba de agua que cayó en Leipzig. No era día para florituras.
Pero los checos están hechos de hormigón. Le mentalidad colectiva está por encima de todo. Son empleados perfectos, da igual si trabajando en una cadena de supermercados, en la fabricación de coches o en un equipo de futbol. La comunidad manda. Al ejercicio defensivo encomiable se le unió una solidaridad en mediocampo digna de elogio.
Está muy infravalorada la capacidad competitiva checa, bien aquella de los Bejbl, Poborsky y Koller o esa otra de los Nedved, Rosicky o Baros. En su escenario favorito, la Eurocopa, la República Checa volvió a dejar su humeante sello con otro partido competitivo salido de fábrica.
No sólo eso, sino que el golazo de Provod zarandeó a una Portugal que se vio por debajo cuando más cuesta levantarse de estos golpes: en el debut de un gran torneo. La receta a la crisis y al éxtasis rival fue empatar casi de inmediato. Quizá la ventaja checa era demasiado castigo y el 1-1 llegó como caído del cielo. Un centro al corazón del área pequeña lo despejó Stanek con la mala fortuna de que la pelota golpeó en Hranac y se coló en su propia portería.
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Portugal reseteaba de nuevo, ya con Nuno Mendes por la izquierda con todo el carril para él, Cancelo por la derecha y Diogo Jota, recién incorporado, revoloteando en busca de un picotazo definitivo. Llegó, y hubiera sido decisivo, pero el VAR anuló su gol por un fuera de juego milimétrico de Cristiano en el remate previo.
Parecía todo destinado al empate cuando Roberto Martínez metió dos cambios, Pedro Neto y Conceiçao, y entre los dos voltearon la noche hacia su lado. El primero centró raso, para despiste de Stanek, que escupió el balón, y el segundo remató a placer. Gol del hijo, gol del hijísimo, gol por él, por su padre, por su familia y por Portugal.
GÜLER BRILLA EN LA VICTORIA DE TURQUÍA
Con Kylian Mbappé a punto de unirse a un elenco de astros en el ataque del Real Madrid, Arda Güler tendrá una batalla aún más difícil para abrirse un hueco en el actual campeón de Europa.
Pero el adolescente turco podría lograrlo por lo visto tras su rutilante debut en un gran torneo internacional el martes.
Güler sacó brillo a su reputación como una de las grandes promesas del futbol europeo al firmar un exquisito gol en el segundo tiempo para darle a Turquía la victoria 3-1 ante la debutante Georgia en la Eurocopa.
El atacante de 19 años cerró en gran forma su primera temporada en el Real Madrid y trasladó ese nivel a la Euro 2024 con una definición para enmarcar. Tras el robo de un balón, Güler se perfiló desde fuera del área para sacar un zurdazo combeado que le sacó las telarañas a la escuadra derecha del arquero Giorgi Mamardashvili.
La anotación restableció la ventaja 2-1 para los turcos en el duelo del Grupo F, disputado en Dortmund.
Ya se verá si logrará tener una buena cantidad de minutos en la próxima temporada con las incorporaciones de Mbappé y el atacante brasileño Endrick. El técnico merengue Carlo Ancelotti habrá tomado nota de la perla que tiene en Güler, quien dijo que recibió un mensaje del italiano tras el partido.
“Ancelotti me motiva bastante”, señaló Güler. “Desde luego que estoy muy contento por anotar mi primer gol con Turquía. Espero que este primer partido nos muestre el camino a seguir”.
Güler se convirtió en el jugador más joven que anota en su debut en una Euro, superando a Cristiano Ronaldo en 2004.
Kerem Akturkoglu culminó una jugada de contragolpe en los últimos segundos del tiempo añadido para poner cifras definitivas.
Para Georgia, una nación del sur del Cáucaso con 3.7 millones de habitantes, fue un momento inolvidable al debutar en una de las grandes citas del futbol internacional desde que se independizó de la Unión Soviética en 1991, en medio de protestas e inestabilidad política.
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Georgia pudo haber sustraído un punto en un partido que se disputó a un ritmo infernal.
La intervención de Güler fue crucial, añadiendo otro notable gol de larga distancia en esta Euro.
También fue otra muestra de su talento desplegado al firmar cinco goles en igual cantidad de partidos en el cierre de la temporada de la Liga española, en la que se perdió un buen tramo por culpa de una lesión. Se quedó en la banca de suplentes en la final de la Liga de Campeones que el Madrid le ganó 2-0 al Borussia Dortmund.