El futuro del PRI está en manos de Alejandro Moreno Cárdenas, un dirigente que enfrenta señalamientos de corrupción como Humberto Moreira, que ha perdido 12 gubernaturas —casi el doble de las que llevaron a Manlio Fabio Beltrones a renunciar— y que además lidia con cuestionamientos al interior del partido sobre su capacidad de conducir al tricolor en las elecciones de 2023 y 2024.
Ciudad de México, 18 de junio (SinEmbargo).– El cerco se ha estrechado en torno a Alejandro Moreno Cárdenas. El líder nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) enfrenta señalamientos por presuntas irregularidades durante su gobierno en Campeche y al mismo tiempo cuestionamientos dentro del partido tricolor, en donde exdirigentes han cuestionado su conducción como presidente del Comité del Ejecutivo Nacional (CEN).
Las presiones que ahora tiene “Alito” en el pasado le han costado la dirigencia del PRI a otros miembros del partido. Los señalamientos de corrupción, por ejemplo, llevaron hace casi 11 años a renunciar a Humberto Moreira. La pérdida de siete estados en una elección propiciaron en 2016 la dimisión de Manlio Fabio Beltrones. Y la mala conducción de cara a un proceso presidencial ocasionaron que, en 2018, Enrique Ochoa Reza dejara la presidencia del PRI.
En sus dos años al frente del tricolor, Moreno Cárdenas ha cargado a cuestas cada una de estas situaciones, pero él se ha aferrado al cargo. Ha minimizado los señalamientos de presunta corrupción. Ha dejado al tricolor con tres estados en su poder, pese a que cuando asumió la dirigencia el otrora “partidazo” tenía 12 entidades en su dominio. Es la tercera fuerza política en el Congreso. Y sobre todo, ha puesto el futuro del partido en manos del PAN, que nació para hacerle frente.
En diciembre de 2011, las acusaciones de corrupción llevaron a un presidente del PRI a renunciar. El partido en ese entonces estaba en la antesala de regresar a la Presidencia de la República y el propio líder nacional, Humberto Moreira, reconoció la carga que representaba para el tricolor y sus objetivos:
“Hoy llego con ustedes a decirles que presento mi renuncia como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del partido. La presento porque lo más importante que tenemos los priistas es nuestra institución y nuestro instituto político, porque no voy a permitir que por una guerra mediática se esté tratando de dañar a mi partido que tantas oportunidades me ha dado”, dijo en un mensaje ante la militancia.
Moreira era señalado de haber endeudado al estado de Coahuila por un monto superior a los 35 mil millones de pesos. Una irregularidad que lo siguió en los 272 días que estuvo en la dirigencia del Revolucionario Institucional y que lo orilló a renunciar el 2 de diciembre de 2011.
El dirigente priista tuvo que ceder en ese entonces ante los reclamos que le pedían aclarar el endeudamiento ocurrido durante su administración como Gobernador de Coahuila y sobre todo no manchar la campaña de Enrique Peña Nieto a la Presidencia, que en ese entonces significaba el regreso del tricolor al poder después de 12 años de gobiernos panistas.
La salida de Moreira es una de las caras de la moneda que significó en el pasado presidir al PRI: Mantenerse lejos de los escándalos y dar buenos resultados. En su caso, incumplió el primer punto; en el otro, el de los números, se han truncado los planes de otros priistas, como ocurrió con Manlio Fabio Beltrones, un miembro del partido de la vieja guardia, uno de los alfiles de Peña Nieto en el Pacto por México, Gobernador de Sonora, Diputado, Senador. Todo eso no importó al haber entregado malas cuentas.
“Los electores dieron un mensaje a políticas equivocadas y a políticos que incurrieron en excesos porque no tuvieron conductas transparentes. Ante la sanción de la sociedad es oportuno parafrasear a Luis Donaldo Colosio ‘Lo que los gobiernos hacen, sus partidos lo resienten’”, fue parte del mensaje de Beltrones el 21 de junio de 2016 cuando dejó la dirigencia.
El 5 de junio de ese año el PRI perdió siete de las 12 gubernaturas en juego, cuatro de ellas que no habían conocido otro gobierno que no fuera de este partido: Durango, Quintana Roo, Veracruz y Tamaulipas. Las otras tres entidades fueron Aguascalientes, Chihuahua y Puebla. De todas estas, sólo una ha regresado a su control, Durango, y sucedió con el apoyo del PAN, que en 2016 le ganó precisamente al PRI.
“La vida y la política imponen retos que no siempre está en manos de uno resolver, pero hay que asumir con responsabilidad las consecuencias. Por ello, en congruencia con mi compromiso de servicio que asumí al tomar posesión al cargo, hoy presento mi renuncia ante esta Comisión Política Permanente”, dijo Beltrones.
El caso de Manlio Fabio no es el único. En 2018, Enrique Ochoa Reza dejó una cuestionada dirigencia, en la que se puso en duda su papel como líder del tricolor, a semanas de la elección de 2018, en la que se renovó la Presidencia, algo inédito en la historia del tricolor.
A Ochoa Reza se le criticó el mal manejo que dio a la candidatura de José Antonio Meade Kuribreña, quien semanas después llevó al partido a los peores resultados de su historia en una contienda presidencial, y en general por el proyecto electoral del PRI, que ese año no ganó ninguno de los nueve estados en disputa.
En esa ocasión, el priismo dio un golpe de timón a semanas de los comicios y encomendó la conducción a un experimentado priista, René Juárez Cisneros, quien no pudo hacer nada frente a la marea guinda de Andrés Manuel López Obrador.
El futuro del PRI ahora está en manos de Alejandro Moreno Cárdenas, un dirigente que enfrenta señalamientos como Moreira, que ha perdido 12 gubernaturas —casi el doble de las que llevaron a Beltrones a renunciar— y que además enfrenta cuestionamientos al interior del partido sobre su capacidad de conducir al alguna vez “partidazo” a la elección de 2023, en la que pondrá sobre la mesa a sus dos últimos bastiones: Coahuila y el Estado de México; y sobre todo ante la contienda presidencial de 2024, para la cual no se vislumbran candidatos del tricolor.
De la mano de “Alito”, el PRI ha perdido 10 gubernaturas entre 2021 y 2022, en este mismo periodo sólo ganó una de las 21 elecciones de Gobernador, y se ha reducido como nunca en su historia de casi cien años: sólo gobierna tres estados, dos de los cuales se renovarán en 2023.
Pese a ello, y a que la militancia le ha pedido su renuncia, un planteamiento que le hicieron la semana pasada exdirigentes del tricolor, él piensa acabar su mandato que culmina en agosto del próximo año:
“Nosotros fuimos electos para un período de cuatro años, a mí no me puso ningún Presidente de la República”.
Horas después de reunirse con los exdirigentes del PRI, un nuevo audio fue difundido por la Gobernadora de Campeche, la morenista Layda Sansores, en el que se le escucha supuestamente poniéndose de acuerdo con un Diputado para hacer un negocio con medicamentos, una grabación que se suma a otras en las que se le ha señalado de un supuesto fraude con terrenos.
Moreno Cárdenas ha negado los señalamientos, los cuales se han extendido con la publicación de un reportaje en Mexicanos Contra la Corrupción e Impunidad, organización fundada por Claudio X. González Guajardo, artífice de Va por México, en la que se le acusa de triangular recursos en la compra de propiedades.
En este contexto, el dirigente priista es además investigado por enriquecimiento ilícito, fraude fiscal, lavado de dinero, abuso de autoridad, peculado y por uso indebido de atribuciones y facultades por la Fiscalía de Campeche, según publicó Reforma.
Con todo esto a cuestas, Alito se ha mostrado decidido a permanecer frente al PRI, y desde ahí denunciar una supuesta persecución en su contra.