Según los resultados, si el máximo de capacidad olfativa es de 100 puntos y el máximo de pérdida de esta cualidad es de -100 puntos, la media de la pérdida de percepción olfativa en las personas durante el desarrollo de la COVID-19 está en -79.7 puntos.
Por Noemí G. Gómez
Madrid, 18 de junio (EFE).- En abril, un consorcio de científicos de 43 países, entre ellos España, comenzó un proyecto para tratar de averiguar si la pérdida del olfato y/o del gusto va asociada a la COVID-19 y con qué frecuencia. Ya se conocen los primeros resultados y, sí, estos dos sentidos se ven en mayor o menor grado alterados.
Los primeros datos de este macroestudio se han obtenido a partir de 4 mil 039 encuestas traducidas a una treintena de idiomas y realizadas a pacientes o personas que hayan pasado la enfermedad; detrás está la iniciativa Consorcio Global de Investigadores Quimiosensoriales (GCCR, por sus siglas en inglés).
El objetivo, conocer si durante el periodo de enfermedad es generalizada esta pérdida de olfato, gusto y/o quemestesis, fenómeno este último por el que se sienten ciertas sensaciones en la nariz mientras ingerimos sabores, por ejemplo lo que nos produce el picante en las fosas nasales.
Check out the new @GCChemosensoryR video to participate & share the global study on possible relationships between respiratory illness (e.g., #COVID19, #influenza, common cold) & loss of #smell & #taste. https://t.co/FIhyXctQla, Please Retweet! pic.twitter.com/tCyH2dEJMp
— @GCChemosensoryR (@GCChemosensoryR) May 18, 2020
Así, según los resultados, si el máximo de capacidad olfativa es de 100 puntos y el máximo de pérdida de esta cualidad es de -100 puntos, la media de la pérdida de percepción olfativa en las personas durante el desarrollo de la COVID-19 está en -79.7 puntos.
En relación al gusto pasa algo parecido, donde la media de la falta de gusto en pacientes con COVID-19 fue de -69 puntos, mientras que la pérdida de quemestesis fue de -37.3 puntos de promedio.
En cuanto a sabores específicos, estos primeros datos recogen con qué frecuencia se producen esos cambios, es decir, cuántas personas de las que completaron la encuesta percibieron alguna variación.
Así, un total de 1 mil 840 notaron cambios o dificultades a la hora de detectar el sabor salado; 1 mil 788 mostraron alteraciones para el sabor dulce; 1 mil 586 participantes notaron cambios en los amargos; 1 mil 511 en la captación de los sabores ácidos; y 1 mil 079 personas presentaron cambios a la hora de notar comidas sabrosas (unami).
Estos primeros resultados se han publicado en el repositorio científico medRxiv, sin la revisión de otros expertos, pero el artículo ya ha sido aceptado por la revista científica Chemical Senses.
“Este es un primer estudio muy importante porque, a partir de demostrar que se produce pérdida de olfato (anosmia), de gusto (ageusia) y de quemestesis, podemos estudiar más cosas relacionadas con esos síntomas”, señala a Efe Paloma Rohlfs Domínguez, del departamento de Psicología y Antropología de la Universidad de Extremadura en Cáceres, y una de las firmantes de este primer artículo.
#COVID19 | The latest understanding of the viral biology of #coronavirus is summarised in today’s infographic – covering genetics, infection pathway, viral loads and serology 1/@kyliebelchamber @lesadmick @e_sapey pic.twitter.com/hFBnNzqY5h
— Birmingham Health Partners (@BHPComms) June 15, 2020
Y es que, según Rohlfs, los investigadores han empezado a comparar los cambios quimio-sensoriales, es decir, la reducción del olfato, gusto y quemestesis que se producen como consecuencia de la COVID-19 con aquellos que provocan otras enfermedades respiratorias; la encuesta de hecho pregunta por otras enfermedades respiratorias.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye entre los síntomas más habituales de la COVID-19 la fiebre, la tos seca y el cansancio, e incluye la pérdida del gusto o del olfato en el grupo de los síntomas menos frecuentes.
Según la investigadora española, a raíz de estos primeros resultados y si se confirman en análisis posteriores, la anosmia y la ageusia deberían pasar a formar parte de los síntomas más habituales.
El GCCR está liderado por la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos y es esta institución la que centraliza todos los cuestionarios. Luego el análisis se hace entre diversos grupos del consorcio.
Los científicos y médicos que están trabajando en esta iniciativa lo hacen de manera voluntaria pero no se descarta la futura solicitud de financiación a distintas entidades para actividades investigadoras.
Hasta ahora, se han hecho 36 mil 500 encuestas, unas 3 mil 700 en español, y el estudio sigue abierto, así que el cuestionario se puede rellenar en la web del consorcio (https://gcchemosensr.org). En hacerlo se tarda unos 15 minutos.
“I care” GCCR video https://t.co/UQcA5JHCmg via @YouTube @GCChemosensoryR
— The Smell Podcast (@TheSmellPodcast) June 4, 2020
Los participantes tienen que contestar de forma anónima a preguntas, por ejemplo, sobre el diagnóstico, sobre si han tenido capacidad de oler durante el periodo de enfermedad o si han constatado cambios en gustos específicos: dulce, salado, agrio, amargo y unami.
Cuando se reúnan todas las encuestas, los investigadores del proyecto volverán a sacar y publicar conclusiones, esta vez con más datos, sobre la pérdida del olfato, gusto y/o quemestesis.