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Alemania, México y Rusia: futbol y guerra. ¿Los fantasmas de la historia ayudaron al TRI?

18/06/2018 - 9:18 pm

Irónicamente, 74 años después, México, país Aliado de la entonces Unión Soviética derrota en el mundial de futbol a Alemania precisamente en Moscú. Quizás la energía sigue siendo adversa a los alemanes en suelo moscovita, quizás el antigermanismo ruso también jugó de nuestro lado el domingo pasado, quizás los alemanes se sienten inseguros en Moscú, o quizás simplemente México jugó muy bien.

Ciudad de México, 18 de junio (SinEmbargo).- ¿Quizás los fantasmas de la historia le hayan ayudado a México a derrotar en futbol a Alemania en Moscú, precisamente en 17 de junio? O quizás sean simples coincidencias.

El 17 de junio de 1944 inició la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial. Ese día tuvo lugar el verdadero punto de inflexión. Es un error común ubicar el punto de inflexión en el desembarque de los aliados en Normandía en el llamado Día “D”. La mayoría de los historiadores rigurosos de la Segunda Guerra Mundial (Glantz, Laqueur, Hilberg, Wieviorka, etc.) reconocen que la balanza se inclinó en favor de los Aliados precisamente a partir del 17 de junio de 1944, y precisamente en Moscú. Después de tres años de ocupación nazi sobre Ucrania, Bielorrusia y el occidente de Rusia, ese día la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) logró la moralización de sus tropas y la unidad de sus pueblos para dar juntos el envión que se necesitaba para derrotar a los alemanes en suelo soviético, de Europa del Este, Alemania y Austria, que es donde se encontraba su verdadero poder –y dificultad.

El 17 de junio de 1944, la Armada Roja tomó prisioneros de guerra nazis capturados días atrás en la llamada Operación Bagration que lanzó sobre Bielorrusia y los hizo desfilar por las calles del centro de Moscú. Se trataba de 19 generales nazis y 57 mil 600 soldados y oficiales del Tercer Reich. Ese desfile tan humillante para los alemanes, al que se denominó “El gran Vals”, intentaba demostrarle a los soviéticos y al mundo entero que la URSS había retomado el control del país y que estaban ganando. Stalin sabía que no podría continuar la guerra con una Armada Roja tan mermada por el Sitio de Leningrado y el asedio nazi en el Cáucaso, por lo que sólo podría continuar si obtenía la unidad y el respaldo de toda la Unión Soviética. Y vaya que lo obtuvo, pues a partir del Gran Vals, la Armada Roja dispondría de millones de nuevos voluntarios con los que inició una marcha indestructible sobre las fuerzas nazis, acumulando victorias soviéticas que ya no pararían sino hasta la liberación de Varsovia, Berlín y Viena y lograr la rendición final de Hitler.

Irónicamente, 74 años después, México, país Aliado de la entonces Unión Soviética derrota en el mundial de futbol a Alemania precisamente en Moscú. Quizás la energía sigue siendo adversa a los alemanes en suelo moscovita, quizás el antigermanismo ruso también jugó de nuestro lado el domingo pasado, quizás los alemanes se sienten inseguros en Moscú, o quizás simplemente México jugó muy bien.

Debo confesar que generalmente no aguanto más de unos 10 minutos sin bostezar cuando veo algún partido de la Liga MX, pero, contradictoriamente, cuando llega el mundial, cada partido de México me parece un tema casi de seguridad nacional. Tenemos algo en nuestro ADN que nos hace a los homo sapiens una especie gregaria que nos mantiene, como los lobos, unidos y leales a nuestra manada. Con el paso del tiempo, nuestras manadas se hicieron más complejas y escalaron en tribus; las tribus entraron en contacto y muchas fueron agrupándose en uniones de tribus que conformaron patrias 1 . Así, el sentido de pertenencia a la manada ampliada que es la patria es lo 1 Por eso las patrias, originalmente, no son más que uniones de patriarcas de tribus afines. Véase el formidable tratado sobre los patriarcas y la patria de Esparta del S. V a.C. de Tucídides en Historia de la que en esencia podría estar detrás de nuestra afición a la selección mexicana para los mexicanos y así para cada patria.

Decía George Orwell que el deporte es la guerra sin armas y tenía razón. Nuestros instintos de defensa de la manada ampliada que es la Patria parecen reactivarse cuando saltan a la cancha nuestros seleccionados nacionales de cualquier disciplina deportiva. Algo en nuestro subconsciente nos hace sentir que son nuestro ejército que ha salido a defendernos; y más aun tratándose del futbol, el deporte favorito de gran parte del mundo. Independientemente de cómo le termine por ir al Tri en este mundial, el simbolismo de este triunfo es valiosísimo. Los fantasmas de la historia parecen jugar de nuestro lado en suelo ruso, aprovechémoslos.

 

 

Sergio Saldaña Zorrilla
Doctor en Economía por la Universidad de Economía de Viena (WU-Wien), en Austria, ex-funcionario de la ONU (CEPAL) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del CONACYT.
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