Mueller y James Comey, el director que le sucedió en 2013 al frente del FBI y que Trump destituyó la semana pasada, son cercanos. Con George H.W. Bush en la Casa Blanca (1989-1993), Mueller tuvo su primera experiencia directa en el Gobierno como asistente del entonces Fiscal General, Dick Thornburgh, y más tarde en la jefatura de la División Criminal del Departamento de Justicia, con casos como el del ex Presidente panameño Manuel Noriega o el del mafioso John Gotti.
Esa integridad es la que le ha servido como aval a sus 72 años para ser el elegido para supervisar la delicada investigación que atormenta a Trump por los posibles vínculos de su campaña con funcionarios del Kremlin y cuyos hallazgos podrían costarle el puesto si es sometido a un juicio político.
Por NANCY BENAC
WASHINGTON (AP) — Robert Mueller asumió el cargo de director del FBI en 2001 con la intención de ahondar en los casos relacionados con drogas, en delitos de cuello blanco y crímenes violentos. Una semana después ocurrieron los atentados terroristas del 11 de septiembre.
Su misión cambió de la noche a la mañana y Mueller dedicó los siguientes 12 años a convertir a la agencia en una fuerza de combate al terrorismo.
Ahora se encuentra una vez más catapultado al núcleo de acontecimientos históricos: el Departamento de Justicia lo nombró asesor especial para investigar la potencial colaboración entre Rusia y el equipo de Donald Trump durante la elección presidencial de 2016 y asuntos relacionados.
Republicanos y demócratas por igual elogiaron a Mueller, de 72 años, como alguien ampliamente respetado por su integridad e independencia.
Como jefe del FBI, Mueller permaneció de pie junto a James Comey, en ese entonces subsecretario de Justicia, durante un dramático enfrentamiento en un hospital en 2004 con relación a las regulaciones federales sobre las intervenciones telefónicas. Los dos hombres se plantaron al lado de la cama del secretario de Justicia John Ashcroft, quien estaba enfermo, con el fin de impedir que funcionarios del gobierno de George W. Bush realizaran una maniobra y consiguieran el permiso de Ashcroft para reautorizar un programa secreto de intervenciones telefónicas sin orden de un juez.
El representante republicano Jason Chaffetz, presidente de la comisión de vigilancia de la Cámara de Representantes, tuiteó que Mueller era “una gran designación. Credenciales impecables”.
Chuck Schumer, líder demócrata en el Senado, dijo que el nombramiento de Mueller le dio “una confianza significativamente mayor de que la investigación seguirá los hechos a dondequiera que conduzcan”.
El esfuerzo de Mueller por transformar la prioridad principal del FBI de resolver crímenes a nivel nacional a la de prevenir el terrorismo fue un reto impresionante: evitar que se concretaran incluso 99 de 100 confabulaciones terroristas era insuficiente para una nación traumatizada.
En respuesta, el FBI decidió que 2 mil de los 5 mil agentes en sus programas contra la delincuencia pasarían a dedicarse a la seguridad nacional.
Durante el período de Mueller en el cargo, los terroristas fueron frustrados en sus esfuerzos por derribar un vuelo transatlántico en 2001, un avión que iba a Detroit en la Navidad de 2009 y de enviar aviones de carga a Estados Unidos que transportaban bombas en cartuchos de impresión en 2010.
Hacia el final de su responsabilidad como director del FBI ocurrieron dos incidentes terroristas: el atentado con bomba durante el maratón de Boston y las balaceras en el Fuerte Hood. Ambos pesaron fuertemente sobre su ánimo, admitió en una entrevista dos semanas antes de su partida en 2013.
“Uno se sienta con familiares de las víctimas, ve el dolor por el que atraviesan y siempre se pregunta si no hubo algo más” que se pudiera haber hecho, lamentó.
Cuando se convirtió en director, dijo Mueller en 2012, “esperaba enfocarme en áreas familiares a mí como fiscal: casos de drogas, casos de delitos de cuello blanco y crímenes violentos”. En lugar de ello “tuvimos que enfocarnos en un cambio estratégico a largo plazo. Tuvimos que mejorar nuestras capacidades de inteligencia y actualizar nuestra tecnología. Tuvimos que desarrollar colaboraciones sólidas y forjar nuevas amistades, tanto aquí en casa como en el exterior”.
En retrospectiva, la transformación fue un éxito en su mayor parte.