Especialistas consultados por SinEmbargo hablaron sobre los principales factores que impulsaron a cada uno de los cinco aspirantes a la Presidencia de la República a meterse en el camino hacia la elección del 1 de julio, así como factores que los han caracterizado a lo largo de su carrera política. Con base en ello, adelantaron cómo podría ser el mandato de cada uno de ellos.
AMLO llegó autoimpuesto en Morena; Anaya "manipulando" su designación desde el interior del PAN; Meade es el producto de un “dedazo” presidencial, mientras que Zavala y “El Bronco” llegaron, en buena medida, por una orquestación del PRI a través del Tribunal Electoral, lo que “representa un insulto a la historia de la democracia mexicana”, señalaron los especialistas.
Si esa es la tendencia con la que gobernarán, AMLO y Anaya serán autoritarios pero autónomos; Meade y “El Bronco” cerrarán filas con el PRI, y Margarita Zavala traerá de regreso al calderonismo.
En general, los politólogos ven en todos los candidatos una cultura política de tradiciones, en donde el espíritu democrático, en menor o mayor medida, es un fantasma.
Ciudad de México, 18 de abril (SinEmbargo).- Llegue quien llegue a la silla presidencial en 2018, a México le aguarda un sexenio basado en un liderazgo presidencial fuerte, coincidieron politólogos consultados por este diario digital. Andrés Manuel López Obrador (AMLO), Ricardo Anaya Cortés, Jose Antonio Meade Kuribreña, Margarita Zavala Gómez del Campo y Jaime Rodríguez Calderón (“El Bronco”) obtuvieron su candidatura presidencial por rutas que son poco democráticas, refirieron en lo general. Y como reflejo de esto, sus gobiernos podrían ser autoritarios, como en los casos de AMLO y Anaya; “tapaderas” del Partido Revolucionario Institucional (PRI), si llegaran Meade o “El Bronco”, o la continuidad del calderonismo y pactos entre el PRI y Acción Nacional (PAN), con la Presidenta Zavala.
“Los candidatos reflejan muy bien una cultura autoritaria que todavía no se va de México. Reflejan una cultura poco o nula en términos de democracia”, dijo a SinEmbargo el doctorando Juan Luis Hernández Avendaño, director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana en Puebla.
Con él coincidió Enrique Toussaint, politólogo de la Universidad de Guadalajara (UdeG), quien refirió que “el liderazgo que tienen todos, es muy clásico. Es una forma muy vieja de entender la política. Es decir, no es una forma participativa, horizontal, distinta de ver la política en las decisiones. Creo que en términos generales, todos tienen una misma idea de política vertical presidencial”.
Esas fueron las conclusiones a las que llegaron después de revisar los principales factores que impulsaron a cada uno de los cinco aspirantes a obtener la candidatura presidencial. Conclusiones que los llevaron a anticipar que, por más que digan ser paladines de la democracia y luchadores incansables en contra de los vicios del sistema, son parte de él; nacieron con él y reproducen, en menor o mayor medida, estructuras del sistema que los han caracterizado a lo largo de su carrera política.
AMLO es su partido (Morena) y sus cuadros siguen sus órdenes. Anaya llegó “manipulando", desde el interior de su partido (PAN), su propia candidatura. Meade es el producto de un “dedazo” presidencial. Y Zavala y “El Bronco” llegaron, en buena medida, por una orquestación del PRI a través del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que “representa un insulto a la historia de la democracia mexicana”, dijo el doctor José Fernández Santillán, analista político de Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
Los especialistas precisaron que el papel que los ciudadanos debemos de alentar empieza con nuestro voto en las urnas. Y que más allá de la superficie electoral, el camino comienza con un esfuerzo diario para obligar a que el nuevo gobierno "camine de una manera mucho más clara en una ruta democrática”, de acuerdo con lo que explicó Toussaint.
Mientras que el reto de los cinco candidatos será fortalecer el proceso democrático a lo largo del periodo de campañas, una vez alcanzado el poder, el vencedor deberá luchar por revertir el autoritarismo "que se transversalizó a todas las elites partidarias”, expuso Hernández.
Y en paralelo, los mexicanos tendremos la tarea de coordinarnos, ser críticos del gobierno y del poder, además de exigir la rendición de resultados. De lo contrario, concordaron los politólogos, corremos el riesgo de mantener la política de vieja usanza, y con ella, los autoritarismos y los atropellos.
AMLO: LÍDER POPULISTA Y CARISMÁTICO
El 18 de febrero de este año, los consejeros de la Asamblea Nacional Electiva del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) postularon, por “unanimidad”, al único aspirante presidencial registrado: Andrés Manuel López Obrador. La candidatura presidencial del político tabasqueño, refieren Fernández, Hernández y Toussaint, fue posible gracias a cinco principales factores:
I.- Su carisma como líder. Según Fernández Santillán, López Obrador “es el clásico líder populista” -no lo dice como despectivo- porque “los líderes populistas lo que hacen es dividir a los países y a las sociedades; es decir, el pueblo contra la élite (en este caso, la ‘mafia del poder’)”.
Lo mismo recalcó Hernández Avendaño, quien dijo que AMLO refleja lo que Max Weber -uno de los fundadores de la sociología moderna- llamaba "un líder algo carismático, que suele estar por encima de las instituciones” (en este caso, sobre Morena, porque su figura es la base del partido).
II.- Su capacidad para transformarse. No sólo lleva dos intentos fallidos por llegar a la Presidencia de la República. También tiene 12 años en campaña y hoy se muestra más mesurado, o bien, menos reaccionario y hasta conciliador.
Para Toussaint, “la habilidad de López Obrador y el mérito de López Obrador es que supo reinventarse. Supo convertirse no sólo en un candidato que le gusta a la izquierda. En este momento, de acuerdo a todas las encuestas, Andrés Manuel es un candidato transversal. Es decir, un candidato al que apoya gente que es de izquierda, o que es de derecha; gente con alta educación o que no la tiene; y gente con o sin recursos económicos”.
III.- El indiscutible control sobre su partido. “Morena es López Obrador y López Obrador es Morena”, concuerdan los politólogos. Y como sugiere Hernández Avendaño, esta suerte tiene dos caras: “El hecho de haber conseguido una candidatura en términos de soledad, de hacerse a sí mismo o construirse a sí mismo desde un partido de cero, plantea por un lado una epopeya […] porque estamos viendo a un partido que lidera las campañas presidenciales a unos cuantos años de haber sido fundado. Pero, al mismo tiempo, plantea un liderazgo no mesiánico, pero si un liderazgo carismático” que pondría en duda las condiciones democráticas de su partido.
IV.- Los malos gobiernos del PRI y del PAN. Este factor es, quizá, el más importante de todos, coinciden los analistas. “El factor determinante es ajeno a él. El factor determinante es […] la realidad construida por estos dos partidos en los últimos 30 años, particularmente los últimos tres sexenios […], sobre todo, en un escenario de alternancia como en el 2000, o en una segunda oportunidad que se le da al PRI cuando regresa en 2012”, explicó Hernández Avendaño de la Ibero Puebla. Sin este elemento, AMLO no tendría la fuerza que tiene; y de haberlo hecho bien, el PRI y el PAN "hubieran borrado del mapa político a López Obrador”, ahondó.
V.- La debilidad de la izquierda, sobre todo del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Para los politólogos, hace mucho tiempo que López Obrador “compite consigo mismo”. Y en este talante, haberse separado del PRD explica en dónde se encuentra en la actualidad el tabasqueño, quien es el referente de las izquierdas (aunque él no sea completamente de izquierda, refieren). Además, sin esa separación, AMLO no habría construido un partido "a su imagen y semejanza”.
SinEmbargo le preguntó a los analistas políticos que, basados en estas características, comentaran cómo sería el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ninguno dejó de mencionar la idiosincracia autoritaria que lo rodea; su control sobre el partido, o inclusive, las contradicciones en su discurso (un día llama a la unidad, y al otro, es el primer promotor de la discordia entre los mexicanos). Pero coincidieron en que cuenta con mucha autonomía política.
Para Hernández Avendaño, el problema radica en ese liderazgo carismático que lo caracteriza y que se superpone a las instituciones. Esta circunstancia, mencionó, siempre plantea el riesgo de "condiciones no democráticas” que requieren de contrapesos reales para evitar autoritarismo. En ese sentido, el académico de la Ibero consideró que AMLO fue “astuto” e “inteligente” al nombrar, entre los integrantes de su gabinete, “a personas con honorabilidad y prestigio como la que podría ser Secretaria de Gobernación, la ministra Olga Sánchez Cordero, por ejemplo”.
Fernández Santillán, por su parte, indicó que el problema con AMLO es que “para él la democracia consiste en el ejercicio del poder en nombre del pueblo. Pero ese es un error garrafal, porque la democracia no es el poder del pueblo sino el poder de los ciudadanos”. Y esa visión del poder puede hacer que caigamos en “formas malas de democracia”, entre ellas “la dictadura democrática que se llama demagogia”, explicó. Ya lo decía el orador griego Andócides (siglo V a.C.): “Palabras de demagogo son actos de tirano”.
Por eso, el analista del ITESM advirtió que “el gobierno del Presidente López Obrador sería regresar al presidencialismo que hemos tratado de derrotar, por lo menos desde la época de [Gustavo] Díaz Ordaz [1964-1970]: un presidencialismo autoritario, en donde sólo había la voz del Presidente, [con la diferencia de que antes] el partido oficial tenía el control del Legislativo. Por eso, ahí se ve hacia donde quiere ir cuando pide al electorado que voten por los candidatos al Poder Legislativo de Morena”.
Cabe recordar que es a partir de 1977, durante el sexenio de José López Portillo (1976-1982) y de la mano del entonces Secretario de Gobernación Jesús Reyes Heroles, que se da la primera reforma política que, sumada a las de 1986, 1989-1990, 1993, 1994, 1996 y 2007, permitió establecer la representación democrática que conocemos, con instituciones encargadas de organizar y calificar elecciones; con procedimientos electorales; con pluralidad de organizaciones políticas y coaliciones; entre otros. Si regresáramos al presidencialismo previo, sería una época de menor democracia.
ANAYA: “MANIPULADOR”, PERO INTELIGENTE
En febrero de 2018, la mayoría de los más de 281 mil militantes del padrón del partido blanquiazul eligieron a Ricardo Anaya como su candidato presidencial. Casi tres meses antes, ya con Margarita Zavala fuera del partido, el llamado “niño maravilla” renunció a la presidencia del PAN. Tuvo que hacerlo por norma y en medio de señalamientos al interior del partido, por el presunto uso de su cargo para impulsar su propia candidatura presidencial.
Ese mismo día, el ex Jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera Espinosa, anunció que no buscaría la candidatura presidencial. Un día antes, el 8 de diciembre, el partido que lo apoyó (PRD), junto con el blanquiazul y Movimiento Ciudadano (MC), registró la coalición "Por México al Frente” ante el Instituto Nacional Electoral (INE). Y Ricardo Anaya, sin mayor obstáculo, se convirtió en el abanderado aliancista. Para llegar a ese punto, varios elementos se conjugaron.
I.- Se apoderó del PAN, y con ese control, desafió a los calderonistas. “Ricardo Anaya logró entender muy bien cómo se había estructurado el PAN desde los tiempos de Felipe Calderón […], donde los liderazgos estatales y locales empezaban a tener mucho peso. Ricardo Anaya diseñó toda una estrategia para poder hacerse del partido, de la mayoría de la militancia y de los liderazgos regionales”, explicó Toussaint. Refirió que, al menos, 25 de 32 comités directivos del PAN están con Anaya.
Esa manera de operar su candidatura "es una forma muy priista, porque lo que hace es dominar la estructura y convertirse en una especie de presidente omnipotente del partido, ahondó. En esto coincidieron Fernández Santillán y Hernández Avendaño, quienes además indicaron que “se apropia del Consejo Nacional del PAN", que después de la Asamblea Nacional de Delegados, es el máximo órgano del partido. Este tipo de circunstancias le permitieron vencer a oponentes como Rafael Moreno Valle Rosas, ex Gobernador de Puebla.
Las jugadas de Anaya pueden ser “éticamente cuestionables”, consideraron los especialistas. Y al haber dividido al partido, perdió las corrientes que apoyan a Margarita Zavala, mismas que pudieron haber reforzado su fuerza electoral (en al menos siete puntos porcentuales).
II.- Se distanció de las administraciones presidenciales del PAN. Los politólogos sostienen que primero se distanció de Calderón para separarse de Margarita Zavala; y ya después, se distanció de Vicente Fox. Esta dinámica tuvo la finalidad de evitar que lo ligaran a lo que el PAN no logró en dos sexenios al frente del Ejecutivo federal (2000-2006 y 2006-2012).
III.- Se colocó como el único candidato posible del “Frente por México”. Fernández, Hernández y Toussaint aseveran que Anaya fue "habilidoso", no sólo al interior de Acción Nacional, sino también, al apostar por el Frente y ser el único candidato o aspirante que podía construir el Frente. Por un lado, ya que "Margarita Zavala podía llegar a ser candidata del PAN pero no podía ser candidata del Frente, porque tanto MC como PRD la vetaban”, señaló Toussaint.
Y por el otro, debido a que "ni el PRD ni MC tenían la más mínima posibilidad de colocar a uno de los suyos como candidato presidencial, sabedores de que las condiciones y los arreglos de la alianza pasaban justo por una suerte de distribución de candidaturas en donde los partidos coligados fueran más competitivos”, resaltó Hernández Avendaño.
El gran desafío es, ahora, que Ricardo Anaya pase de formar coaliciones electorales a crear una coalición de gobierno, "que es un gobierno multipartidista derivado de una coalición electoral”, dijo Fernández Santillán.
IV.- Tejió alianzas con grupos de la sociedad civil y académicos. Según el doctorando Juan Luis Hernández Avendaño, Ricardo Anaya “ha logrado hacerse de un espacio de la sociedad civil: Los vínculos que logró tejer con Ahora, de Emilio Álvarez Icaza; y con algunos otros académicos como Denisse Dresser", que de alguna manera reflejan que Anaya ha encontrado beneficio “en jalarse a un sector más crítico de la sociedad civil”, aspecto positivo ya que en México "hace mucha falta escuchar a la vida académica y a la vida social organizada”.
De llegar a la Presidencia de la República, los politólogos consultados lo ven como alguien que podría ser autoritario pero autónomo (al igual que AMLO).
MEADE: EL “DEDAZO DEL PRESIDENTE"
Noviembre de 2017 fue el mes de Jose Antonio Meade Kuribreña. Entonces el PRI preparaba el destape del “bueno” rumbo a las elecciones presidenciales de este año. Y conforme noviembre moría, los actos y símbolos al interior del partido perfilaron a Meade como el primer aspirante sin militancia que representaría al tricolor.
El día 21, ya en calidad de dirigente del PRI en la Ciudad de México, Eruviel Ávila Villegas descartó que Aurelio Nuño Mayer, ex Secretario de Educación Pública, y José Narro Robles, actual Secretario de Salud, fueran a contender por la candidatura presidencial. Sin embargo, no desestimó la posibilidad de que pudieran ser candidatos a la Jefatura de Gobierno capitalino (que tampoco sucedió).
El día 22, el actual Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, lo “destapó” (Videgaray perdió su oportunidad en agosto de 2016, luego de orquestar la visita del candidato presidencial estadounidense, Donald Trump. En mayo de 2017, hizo público que no contendería). Y el día 27, el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se bajó de la carrera presidencial. Ese mismo día, Ávila Villegas también anunció que no se registraría al proceso interno del PRI y que respaldaría a Meade.
En el caso del ex dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, sus aspiraciones presidenciales languidecieron a finales de junio de 2016, cuando se vio obligado a renunciar a la dirigencia priista, luego de la aparatosa derrota electoral en los comicios del 5 de junio, en que el partido tricolor perdió siete gubernaturas.
Esta "eliminatoria interna”, en parte, respondió a la debilidad del partido tricolor, porque “si el PRI hubiera estado como en 2012” o "fuerte en imagen pública", comentaron los especialistas, "sería imposible que Jose Antonio Meade fuera candidato. Eso nos lleva a los factores que impulsaron la candidatura presidencial de Meade.
I.- La debilidad del PRI hizo que necesitaran a un perfil como el de Meade (que está relacionado con el segundo elemento).
II.- Su perfil “apartidista” de cara al público. Para los politólogos, "lo que el PRI se estaba jugando, en ese escenario, es a alguien que representara, en términos de imagen, no precisamente la imagen priista”. En cambio figuras como Ávila, Beltrones, Chong y Videgaray “reflejaban la partidocracia priista”. Además, su perfil panista-priista lo volvió más atractivo que personajes como Narro y Nuño.
Pero al mismo tiempo, los priistas buscaban "esta aparente posibilidad de que fuera una suerte de ciudadano sin partido que lograra enarbolar los intereses priistas”, aunque según Hernández Avendaño, “este es el argumento más débil” por cuanto pareciera “que el PRI nos está diciendo que en medio de los millones de militantes priistas no hay uno sólo honesto que defienda los colores del PRI”. Es decir, es una táctica con doble filo.
III. El “dedazo presidencial”. Los analistas concordaron en que, por los dos puntos anteriores, “con todo y que hubo un juego de primarias al interior del partido”, la decisión de Peña Nieto “ni siquiera tenía el interés o la posibilidad” de contemplar otras opciones que no fueran Jose Antonio Meade.
IV y V.- Aunado al hecho de ser el menos priista del grupo cercano a Enrique Peña Nieto y a que el PRI necesitara a un candidato lejano a los cuadros pistas históricos, Meade destacó como aspirante presidencial por dos razones: uno, no tener casos directos de corrupción en su contra; y dos, tener relación con los poderes económicos o “los que más deciden en este país”, dijo Toussaint.
Como Presidente de la República, más allá de querer distanciarse de la marca PRI, Meade sería leal a Enrique Peña Nieto, comentaron los especialistas. Es visto como alguien que defendería las reformas estructurales y que continuaría con el modelo neoliberal, que de acuerdo con el doctor Fernández Santillán, su resultado más evidente es "dejar a la mayoría de los mexicanos en pobreza y a un puñado de familias apoderadas de la riqueza nacional”.
Meade sería "un gobernante sin autonomía política” y un personaje que, si llegara a ganar, “estaría defendiendo a la cúpula y élite política que ha malgobernado a este país [y estaría defendiendo] a este sexenio. Naturalmente, taparía todas las investigaciones que podrían señalarse sobre este gobierno; y al mismo tiempo, los negocios que se han hecho en este gobierno”, sentenció el doctorando Juan Luis Hernández Avendaño.
ZAVALA Y “EL BRONCO” ESTÁN POR EL PRI
En octubre del año pasado, Margarita Zavala Gómez del Campo renunció a 33 años de militancia panista. Lo hizo, según ella, tras dos años de batallar al interior del PAN con la finalidad de impulsar su candidatura presidencial. Dijo entonces que, Ricardo Anaya Cortés, tenía al partido en sus manos y que era él quien decidía quién sería el candidato presidencial de la derecha. Más allá, existen dos factores que determinaron la candidatura presidencial de Zavala:
I.- Su candidatura fue impulsada por su esposo, el ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa. De acuerdo con los analistas consultados, no se podría entender su candidatura sin la estructura de su cónyuge. Sin embargo, señalan, eso no fue suficiente, porque si lo hubiera sido, habrían sido más competitivos para mantenerla en el PAN. Eso hace pensar que otros grupos (empresarios, sociedad civil, etcétera) la están ayudando. Y mucho de ello tiene detrás a la figura de Calderón.
II.- Llegó con el apoyo del PRI, que busca dividir los votos en su contra. Los politólogos explicaron a SinEmbargo que hubo "mano negra" del PRI para manipular el sistema electoral y el sistema de partidos, con la finalidad de llevar apoyos a los candidatos independientes que ayudarían a dispersar el voto antiPRI. Y esa condición explica, en parte, por qué está donde está Margarita Zavala.
“Todo lo que hemos podido apreciar de cómo han podido conseguir los ‘independientes’ las firmas (las maquinarias electorales y la compra de las firmas, etcétera) hacen que uno pueda albergar la hipótesis de que, con la candidatura de Margarita Zavala, a quien mejor le va es al PRI”, señaló Hernández Avendaño.
De ser la primera mandataria a cargo del Ejecutivo federal, el sexenio de Zavala se caracterizaría "significaría la reelección del calderonismo”, apuntó el doctor José Fernández Santillán. No obstante, dijo, aunque existirían “algunos matices, la parte fundamental, el tronco esencial sería el calderonismo. ¿Y qué significa el calderonismo? En términos de seguridad nacional, la lucha frontal, la guerra contra el narcotráfico”.
Por otro lado, Hernández mencionó que el retorno del calderonismo significaría regresar a los acuerdos entre Calderón y Peña, o bien, entre el PRI y el PAN "para no investigarse mutuamente, para cuidarse las espaldas y para cuidarse los negocios”.
***
En el caso de Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, los politólogos aseguraron que “es muy lamentable" lo que hemos visto en términos del control de las instituciones electorales por parte de la estructura de gobierno actual. Esto en el marco de la reciente decisión del Tribunal Electoral a favor de “El Bronco”, misma que “representa un insulto a la historia de la democracia mexicana” y que claramente es un ardid del PRI para beneficiarse de manera directa.
El 10 de abril de este año, alegando que el INE no dio a Jaime Rodríguez Calderón la garantía de audiencia para revisar la totalidad de las firmas invalidadas, el TEPJF ordenó al INE “otorgar el registro correspondiente” a “El Bronco” para permitir que contienda, de manera independiente, por la Presidencia de la República.
Esto a pesar de que “El Bronco” no cumplió con las más de 866 mil firmas requeridas por las autoridades electorales para darle su registro, luego de que el INE le invalidara el 41 por ciento de las más de 2 millones de firmas que presentó, por ser apócrifas o sujetas a diversas “inconsistencias”.
Trascendió que de los cuatro votos a favor de la candidatura de "El Bronco", tres fueron emitidos por magistrados del PRI (Felipe Fuentes, José Luis Vargas y Mónica Soto) que han sido relacionados con Humberto Castillejos Cervantes, ex asesor jurídico de la Presidencia de la República y uno de los hombres más cercanos a Enrique Peña Nieto.
Para Enrique Toussaint, más allá de ser un “golpeador” del PRI para debilitar la fuerza electoral de AMLO, “el PRI quiere utilizar a ‘El Bronco’ para ensuciar la contienda; para llenarla de lodo; para que sea el que ataque, el que traiga la guerra sucia, el que diga las cosas que Jose Antonio Meade no quiere decir porque se puede ensuciar de cara a su electorado”.
“Es una pena, lamentablemente, que tengamos dos independientes a la Presidencia del país, y que sean esos: Margarita Zavala, alguien que quiere retomar un proyecto como el de Calderón y que está allí porque no recibió el aval de su partido, del PAN. Y otro como ‘El Bronco’ que hizo trampa, delinquió, hizo todo tenía que hacer para llegar a la boleta y al final el Tribunal se lo validó”, concluyó el analista de la UdeG.
De llegar a la Presidencia, “El Bronco” no sólo generaría un "retroceso democrático”, sino que veríamos a un “oportunista”, a un “farsante" en el poder, indicó el doctor Fernández Santillán. El académico del ITESM recordó que en alguna ocasión “dijo que iba a mandar a los partidos políticos de vacaciones. Eso quiere decir implantar la dictadura, porque la democracia funciona con partidos políticos. Entonces eso anuncia un gobierno dictatorial”.