Las autoridades ambientales de México dictaron 91 medidas y 12 condicionantes para la prevención, mitigación y compensación, entre ellas salvar los arrecifes.
Por Edgar Ávila
Veracruz, 18 marzo (EFE).- Un puñado de 153 hombres y mujeres, en su mayoría pescadores ribereños del Golfo de México, lograron lo impensable: reubicar 48 mil colonias coralinas y más de 400 mil organismos marinos, como pepinos, erizos y anémonas.
Frente a las costas de la ciudad y puerto mexicano de Veracruz, y bajo la mirada de instituciones educativas y gubernamentales, se completó el mayor traslado de un sistema arrecifal del que se tenga memoria en México, y con un nivel de supervivencia del 85 por ciento.
Los arrecifes Punta Gorda Sur y Bahía de Vergara, en el Parque Nacional Arrecifal Veracruzano, integrado a la Red Mundial del Programa del Hombre y la Biosfera, han cambiado de domicilio y hoy están a unos 25 kilómetros de su sitio original.
Para lograrlo, durante seis meses se hicieron 3 mil viajes en lancha en alta mar de una duración entre 60 y 90 minutos con la participación de 120 pescadores además de oceanógrafos, biólogos y médicos, hasta sumar 153 personas.
La orden de salvar a estos arrecifes del Parque Nacional de 65 mil 516 hectáreas llegó junto con la decisión ampliación del puerto de Veracruz, que comenzó en 2014 y se espera terminar en 2030.
“Sentíamos bien bonito porque estábamos rescatando algo que iba a quedar perdido”, dice a Efe Bernardo Hernández Guzmán, un pescador pulpero y arponero que aprendió a bucear y sembrar corales en medio de fuertes marejadas.
Con dos hijos, aseguró sentirse orgulloso del resultado: “ahora por lo menos nuestros nietos verán los corales”, dice.
Como parte de las decisiones de ampliar el puerto de Veracruz, las autoridades ambientales de México dictaron 91 medidas y 12 condicionantes para la prevención, mitigación y compensación, entre ellas salvar los arrecifes.
La Administración Portuaria Integral de Veracruz, responsable del proyecto del nuevo puerto, ha destinado 100 millones de pesos (5.3 millones de dólares) para aplicar las medidas ambientales supervisadas por instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Veracruzana.
“La reubicación era una condicionante para el proyecto de ampliación y una medida forzosa, y se hizo en varias etapas”, dijo el investigador Francisco Javier Matos Hernández, coordinador y superintendente del proyecto de acreditación ambiental.
El traslado del arrecife se ha cumplido en etapas, la primera al censar todos los elementos de los arrecifes en un área de 1.5 kilómetros por 300 metros al mismo tiempo que se revisaban su nuevo hogar y se vigilaba el traslado.
“Era un mar de lanchas”, recuerda Hernández, integrante de la Universidad Veracruzana.
Los pescadores tuvieron que ser certificados como buzos profesionales y con un salario diario de 700 pesos (37.5 dólares) retiraban los corales para colocarlos en recipientes especiales para su traslado a 25 kilómetros de distancia y volverlos a sembrar con un cemento elaborado con cenizas.
“A dos años de distancia, el porcentaje de supervivencia (en el arrecife) es del 85 por ciento cuando las autoridades exigían un 70”, dice, Hernández, quien atribuye el éxito a que las especies reubicadas ya vivían en un área con descargas residuales constantes que los había hecho resistentes.
El pescador Jorge Ramírez Zuñiga, recuerda que lo más difícil fue trabajar con calma, porque en su oficio se necesita rapidez. “Siempre nos llamaban depredadores, pero ahora hay más conciencia ambiental”, agregó.
La población se involucró en el rescate de este ecosistema que contribuye a la mitigación de los impactos a la costa provocados por tormentas, huracanes y vientos como los “nortes”.
Además de la mudanza del arrecife, se trabaja en la retención de los sedimentos generados por la construcción del rompeolas, una obra de concreto de 4.3 kilómetros de largo, dijo el responsable de la Coordinación de Protección Ambiental de la Administración Portuaria, Issac Ramírez.
Los propios pescadores desplegaron mallas anti dispersión cada vez que se colocaban alguna de las 27 mil piezas de concreto que forman este rompeolas.
A la par, se vigilaron en tiempo real en 50 sitios de flora y fauna marinas y parámetros físico-químicos en el Parque Arrecifal Veracruzano, sistema que mantiene la línea de costa relativamente estable, produce oxígeno y capta bióxido de carbono.
Ramírez afirma que el Nuevo Puerto de Veracruz se convertirá en uno de los más grandes de Latinoamérica y el mayor de México, pero con políticas ambientales amigables.