El documental sobre populismo, cuyo financiamiento se encuentra en la mira de la FGR, no se trata del único recurso al que recurrieron, de acuerdo con las denuncias, empresarios e intelectuales con la intención de interferir en el proceso presidencial de 2018, como se ha documentado a lo largo de los tres años que sucedieron al triunfo de López Obrador. Los frentes empleados van desde el portal Pejeleaks hasta la denominada Operación Berlín, según los mismos señalamientos.
Ciudad de México, 18 de febrero (SinEmbargo).– El documental “Populismo en América Latina”, uno de los engranajes de la trama de la guerra sucia durante la campaña presidencial de 2018 en contra del ahora Presidente Andrés Manuel López Obrador, se encuentra en la mira de la Fiscalía General de la República (FGR) por el presunto financiamiento ilegal en el que habrían incurrido empresas, entre ellas la española OHL, así como ejecutivos y empresarios, algunos de ellos ligados al priismo.
La serie documental nunca vio la luz en México, pero representó uno de los frentes que se abrieron al entonces candidato de Juntos Haremos Historia, en los cuales empresarios e intelectuales opositores a López Obrador fueron señalados por maquinar una guerra de desprestigio para impedir su llegada a la Presidencia en su tercera campaña, en la cual se acusó la presencia de la llamada Operación Berlín, la consultora Cambridge Analytica y una serie de spots en los que se denunció la mano del sector empresarial.
El financiamiento de uno de estos frentes ya es investigado por la Fiscalía Especializada en Materia de Combate a la Corrupción, que ha enviado oficios a numerosas instituciones para acreditar todos los movimientos financieros de las empresas y personas involucradas en presuntas conductas ilícitas para el financiamiento de “Populismo en América Latina”, como reportó para SinEmbargo el periodista Álvaro Delgado.
“Me parece muy importante en primer lugar que se persigan estos delitos electorales, yo sí creo que hay que detener estas campañas, estas formas de guerra sucia son claramente una forma de fraude electoral, tienen claramente la intención de impactar al electorado, a mí de entrada me parece muy sano que se investiguen estas estrategias de guerra sucia y me parece muy sano que se castigue a los culpables”, comentó en entrevista el monero Rafael Barajas, mejor conocido como “El Fisgón”, quien dirige el Instituto Nacional de Formación Política de Morena.
Mencionó que es impresionante que uno de los patrocinadores de la campaña de guerra sucia en el pasado proceso presidencial de 2018 fuera OHL, una empresa constructora española que dio sobornos y que, ahora se sabe, se metió en asuntos internos del país.
“Debe estar muy castigado el hecho de que se acepte patrocinio en campañas electorales por parte de consorcios extranjeros”, comentó.
Rafael Barajas dijo que es un hecho que en México desde 2006 se utilizan estas estrategias de guerra sucia por parte de la derecha para golpear a los candidatos de izquierda, como, señaló, ocurrió en 2006, 2012 y 2018 cuando López Obrador fue el abanderado.
Sin embargo, no se trata del único recurso al que recurrieron, de acuerdo con las denuncias, empresarios e intelectuales con la intención de interferir en el proceso presidencial de 2018, como se ha documentado a lo largo de los tres años que sucedieron al triunfo de López Obrador. Uno de los testimonios más precisos lo hizo la ahora Secretaría de Economía, Tatiana Clouthier, quien fue la coordinadora de la campaña de Andrés Manuel, en su libro Juntos hicimos historia (Grijalbo, 2019).
“El temor a que Andrés Manuel obtuviera la victoria en las urnas desencadenó una inimaginable guerra sucia en su contra. El principal objetivo de esta brutal ofensiva era contener, de cualquier forma, la intención de voto a favor del candidato de la coalición Juntos Haremos Historia. Hombres de negocios muy poderosos e intelectuales influyentes, contratados y sufragados por los primeros, elaboraron una feroz campaña en redes sociales y medios de comunicación con el fin de desinflar a nuestro candidato”, escribió Clouthier en el capítulo “El manejo de la Crisis”.
LOS FRENTES DE LA GUERRA SUCIA
A mediados de abril de 2018, se desplegó una campaña publicitaria de la serie documental “Populismo en América Latina” en unidades de transporte de la Ciudad de México. Las imágenes del cartel promocional mostraban al entonces candidato Andrés Manuel López Obrador frente a los retratos de Hugo Chávez, expresidente de Venezuela; Juan Domingo Perón, expresidente de Argentina y Luiz Inácio Lula da Silva, exmandatario de Brasil.
En ese entonces, López Obrador acusó que la serie tuvo un costo de 100 millones de pesos y acusó de estar detrás a Alejandro Jesús Quintero Iñiguez, exejecutivo de Televisa y asesor del entonces Presidente Enrique Peña Nieto.
La investigación realizada por Álvaro Delgado refiere, precisamente, que una de las personas investigadas por la FGR es Sergio Hidalgo Monroy Portillo, el exdirector general de OHL en México señalado de transferir 186 millones de pesos al Bufete de Proyectos de Información y Análisis S.A. de C.V., propiedad de Federico Berrueto Pruneda, quien a su vez pasó 47 millones 900 mil pesos a Grupo TV Promo S.A de C.V y TV Promo S.A de C.V, propiedad de Alejandro Jesús Quintero Iñiguez.
López Obrador denunció en ese entonces que el documental que finalmente no se proyectó era parte de una campaña sucia en su contra, al igual que el portal Pejeleaks. Como parte de esta campaña negra, se generaron materiales apócritos con allegados al historiador Enrique Krauze y con el financiamiento del magnate Agustín Coppel, como denunció también la coordinadora de la campaña, Tatiana Clouthier.
CAMBRIDGE ANALYTICA
En ese contexto, por ejemplo, se dio la irrupción en la campaña de Cambridge Analytica. El 30 de marzo de 2018, al inicio de las campañas, la televisora británica Channel 4 señaló que la consultora trabajó hasta enero con el PRI a la par que se reunió con integrantes de otros partidos.
Dos años después, en el libro La dictadura de los datos, Brittany Kaiser, quien entonces fungía como asesora especial de la compañía, confirmó que directivos de la empresa Cambridge Analytica se reunieron con integrantes del Partido Revolucionario Institucional, con el entonces Presidente Enrique Peña Nieto, en Los Pinos, y con el empresario Carlos Slim Helú, en su despacho de la Ciudad de México, para buscar un contrato para las elecciones presidenciales de 2018 en México.
Las reuniones se dieron entre julio y septiembre de 2017, en vísperas de las elecciones presidenciales en México, Alexander Nix, entonces director ejecutivo y creador de Cambridge Analytica, según la misma información. En el marco de la campaña, en junio de 2018, fue el diario The New York Times que dio a conocer que la propuesta de Cambridge Analytica al PRI comenzó a circular en 2017.
“El PRI revisó esa propuesta durante meses, y al final decidió que no necesitaba pagar millones de dólares a alguien externo para una campaña sucia. El partido podía hacer eso por sí mismo. Sin embargo, como una muestra de las medidas extremas a las que el priismo está dispuesto para afianzar su posición en el poder, le pagó de cualquier manera a Cambridge Analytica… para que no colaborara con ningún otro partido, de acuerdo con dos personas con conocimiento directo de las negociaciones”, publicó en ese entonces el Times.
Cambridge Analytica, hoy quebrada, era una empresa con sede en Londres que usaba el análisis de datos para desarrollar campañas para marcas y políticos que buscaban “cambiar el comportamiento de la audiencia”. Lo que se descubrió después es que manipulaba elecciones había robado 50 millones de perfiles de Facebook. El escándalo, que llegó al Senado de Estados Unidos, llevó a la compañía a la quiebra.
Al respecto, Clouthier consignó en su libro Juntos hicimos historia que Cambridge Analytica fue otro factor “que nos hizo inquietarnos, pues pensamos que el escándalo sobre la presunta utilización de las bases de datos de Facebook para incidir en las elecciones de Estados Unidos —ya sea desprestigiando a un candidato, empoderando a otro o difundiendo información que pudiera incidir en la forma de pensar de los electores— podría trasminarse a México”.
“Con todo lo que había sucedido a nivel internacional pensábamos que podían alterar los resultados de los comicios en el país. Lo que no entendíamos era si lo había pagado el PRI o el PAN o si estaba ligado a Pejeleaks, el sitio de internet que intentó ‘revelar’ o inventar el lado oscuro de Andrés Manuel, pero que en realidad resultó ser una burda estrategia electoral para desacreditar a nuestro candidato. Mi incertidumbre era, con esto de que nosotros no pactábamos ni con PAN ni con PRI, que pudieran enviarle información a los indecisos para inclinar la balanza”, escribió.
LA OPERACIÓN BERLÍN
“Esta Operación Berlín forma parte claramente de las estrategias de guerra psicológica, de guerra mediática y claro que son operativos que lo que buscan es influir en el electorado”, comentó Rafael Barajas en relación a la estrategia en la que fue involucrado el historiador Enrique Krauze, quien negó su participación en esta trama, la cual consistió en una estrategia de desprestigió que se maquinó en una casa ubicada en el número 245 de la calle Berlín en la alcaldía Coyoacán.
La existencia de esta operación los dio a conocer el sitio Eje Central, y el mecanismo lo detalló Tatiana Clouthier en su libro sobre la campaña, ahí mencionó cómo a partir de la información que recabó y partir de distintos testimonios supo que a mediados de 2016 el empresario Agustín Coppel le encargó al exdiputado panista Jesús Ramón Rojo Mancillas habilitar una oficina de “inteligencia” como parte de un esfuerzo contra la campaña de López Obrador.
Precisó que Rojo Mancillas contrató a su vez a Ricardo Rojo quien puso al servicio de esta campaña a su empresa, Expertaria que, explicó Clouthier, “dio seguimiento a todos los movimientos de López Obrador”. Y explicó: “El objetivo era urgente y riguroso: menoscabar la imagen pública de Andrés y, si las circunstancias lo exigían, y así lo exigirían, a todo su círculo de colaboradores y familiares”.
La firma, según lo relatado en el libro, empleó una granja de trolls cibernéticos que tenía su principal centro de operaciones en la calle de Berlín 245, col. Del Carmen, en la delegación Coyoacán, en la Ciudad de México.
“Después se ordenó ir más allá de la parodia. Si la estrategia, en verdad aspiraba a ser eficiente, no podía quedarse en el terreno de los memes. Necesitaban contenidos más elaborados que fueran capaces de lesionar a nuestro candidato. Agustín Coppel se reunió con Enrique Krauze para encargarle que prepararan contenidos intelectuales más refinados. La encomienda le fue asignada a Fernando García Ramírez, columnista de El Financiero y miembro del consejo editorial de Letras Libres, publicación dirigida por Enrique Krauze”, escribió Tatiana Clouthier.
No obstante, Krauze siempre ha negado su participación en esta trama.
EL ORO RUSO
A raíz de la supuesta injerencia rusa en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016 y una serie de sospechas sobre una presunta intervención del Kremlin en otros procesos democráticos, en el pasado proceso electoral se buscó deslizar la posibilidad de un respaldo del Gobierno de Vladimir Putin a López Obrador.
Clouthier indicó en su libro que esta narrativa se enmarcó en la misma guerra sucia que denunciaron en contra de López Obrador, la cual, escribió, “no sólo fracasó, sino que se les revirtió. Las versiones periodísticas que se referían a la supuesta simpatía del Kremlin por el precandidato de Morena, al carecer de sustento, incluso fueron negadas por el propio Eduardo Sánchez Hernández, vocero de Enrique Peña Nieto”.
Por su parte, López Obrador capitalizó las acusaciones de su supuesto vínculo con Moscú con un video publicado en enero de 2018 en el que se mofó de los señalamientos: “Soy AndresManuelovich, AndresManuelovich, hoy estuve ahí en el muelle, ahí en Veracruz, esperando que emergiera el submarino con el oro de Moscú, no llegó”.
La burla del entonces candidato de Morena provocó una ola por todo el país que apuntaló su campaña. Muchos cambiaron hasta sus avatares con nombres rusos. Lo que fue una acusación, al final, se volvió una tendencia a favor de AMLO, como reconoció la propia Clouthier.
EL FINANCIAMIENTO EMPRESARIAL
“En el 2006 es cuando en México se echó a andar por primera vez una campaña de guerra sucia contra un candidato, esta campaña la organizó el PAN y posiblemente también con vínculos del PRI en contra de Andrés Manuel López Obrador, era la campaña que decía que López Obrador era un peligro para México”, recordó Rafael Barajas sobre lo ocurrido en 2006, una estrategia que, señaló, la derecha replicó contra el candidato de la izquierda en 2012 y 2018.
En ese sentido, Clouthier describió en su libro cómo tuvo conocimiento de que Germán Larrea había pretendido “destruir la campaña de AMLO por atreverse a nombrar como Senador a Napoleón Gómez Urrutia”, mientras que “en Monterrey otro grupo que hizo campaña dentro de su empresa promoviendo que no se votara por Andrés Manuel fue Femsa”, presida por José Antonio “El Diablo” Fernández Carbajal, un empresario que tenido diferencias con López Obrador desde tiempo atrás y con quien actualmente sostiene un diferendo por la Reforma Eléctrica que ha propuesto el mandatario federal.
Clouthier también habló sobre cómo Enrique Coppel, presidente y director general de Grupo Coppel, encabezó en 2018 un movimiento a favor del entonces candidato del PRI, José Antonio Meade. “Yo me pregunté en ese momento: ¿Y por qué deseaban hacerlo? ¿Qué los animaba? La respuesta, al final, se me fue revelando sencilla: conservar los privilegios que les habían dispensado los gobiernos priistas y panistas, como a otros grupos”, refirió.
“Es un hecho que en México desde 2006 se utilizan estas estrategias de guerra sucia por parte de la derecha para golpear a los candidatos de izquierda, que en 2006, 2012 y 2018 curiosamente el candidato presidencial fue López Obrador en las tres campañas”, expresó a su vez Rafael Barajas.