Les llaman “emisiones fugitivas”. Es decir, gases que se escapan en los procesos de exploración, extracción, procesamiento y distribución de hidrocarburos, ya sea petróleo o gas natural. ¿Qué gases son los que salen de ahí? No se sabe. Y lo peor es que el Gobierno mexicano, tampoco.
Esta investigación, realizada por el equipo de Pié de Página –con el apoyo de la Fundación Böll, Cemda, Fundar y Cartocrítica– documenta las fallas en el sistema de medición y monitoreo de gases contaminantes en la extracción de hidrocarburos, así como la inexistente investigación sobre los impactos en la salud de una localidad. Muestra, además, el aumento en las emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero que contribuye al Calentamiento Global.
PRIMERA DE CUATRO PARTES
Por Daniela Pastrana
Ciudad de México, 18 de febrero (Pié de Página/SinEmbargo).– La imagen, a través de la cámara infrarroja, es dantesca: densas nubes negras y grises se extienden y dan giros encima del pozo, que apenas hace unos segundos se veía inofensivo. De hecho, si no fuera por el olor a huevo que nunca se va de esta ciudad y el ruido de las bimbas, parecería que no está funcionando. Porque a diferencia de la Refinería, aquí no salen llamas de lo alto de las instalaciones. Sólo es un veneno incoloro.
Es noviembre de 2017. En Poza Rica, Veracruz, hace un día normal. Los niños van a la escuela y los centros de salud lucen llenos. Pero cuando el equipo de Earth Works saca su cámara y comienza a dirigirla hacia los pozos petroleros que hay por toda la ciudad, el cielo que aparentemente está claro se satura de humos que crecen y se alargan.
¿Qué son esos gases? Nadie aquí puede respondernos. Y meses después, sabremos que nadie podrá hacerlo. Porque en México, las instituciones responsables de controlar las emisiones no monitorean ni registran con metodologías claras las “emisiones fugitivas” (o contaminantes que se escapan) en el proceso de exploración y explotación de hidrocarburos.
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Todas las empresas emisoras de contaminantes tienen la obligación de hacer dos trámites: la licencia ambiental única, que es el permiso de instalarse y emitir gases, y la Cédula de Operación Anual, más conocida como COA, un formato para reportar cuantas emisiones hace.
Las COA alimentan el Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero, a través de dos instrumentos: el Registro de Emisiones y Transferencia de Contaminantes (RETC) y el Registro Nacional de Emisiones (RENE).
La diferencia entre ambos es sutil, pero importante: el RENE registra emisiones de cambio climático y las empresas sólo tienen la obligación de reportar sus emisiones cuando son arriba de 25 mil toneladas al año de gases de efecto invernadero. En cambio, el RETC incluye todas las emisiones (también las que no rebasan 25 mil toneladas al año), e incluye emisiones contaminantes en agua y suelo, no sólo de aire. Es decir, tiene un universo más amplio.
Sin embargo, todos los registros tienen el mismo problema de origen: basan sus datos en las COA. Y una COA es algo que cada empresa presenta de manera unilateral.
“Es como la declaración de impuestos, tú presentas tu información y mientras no te caiga una auditoría, Hacienda la da por buena”, dice Manuel Llano, de Cartocrítca.
El marco legal regulatorio para las emisiones contaminantes de la industria está en La ley General de Cambio de Climático (LGCC), la Ley General de Equilibro Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA), la Ley de la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y de Protección al Medio Ambiente del Sector Hidrocarburos y los reglamentos en materia de registro de emisiones. De ellos se desprende que los organismos encargados de regularlas son el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), creada en 2015 y que concentra varias atribuciones que antes estaban en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Cuando decidimos seguir la pista a los gases de Poza Rica rápidamente descubrimos que es un rastro difícil y que requiere mucha precisión técnica. Así que pedimos ayuda a un grupo de expertos en solicitudes de información, ambientalistas y abogados. La Fundación Heinrich Böll nos llevó a Fundar, Fundar a Cartocrítica y Cartocrítica a Cemda. Durante meses, nos ayudaron a definir y sistematizar medio centenar de solicitudes de información que, para efectos de organización, se dividieron en tres grupos: INECC/Semarnat, ASEA y Petróleos Mexicanos (Pemex).
INECC: UN INVENTARIO HECHO CON ESTIMACIONES
El Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero es una obligación del INECC, pero no tiene una frecuencia fija: las emisiones de fuentes fijas se miden al año, y las que no son de fuentes fijas son cada dos años. Aunque tiene la obligación de hacer pública la información, se presenta como “actualización” y el link del sitio web donde se integra la información tiene documentos incompletos.
En el proceso de la investigación, el INECC fue el menos serio para contestar. Aprovechó cualquier falla en la pregunta para dar largas en sus respuestas. Pero el dato principal que surgió de esas respuestas fue la inconsistencia metodológica para construir un inventario.
En la solicitud 1612100007918, por ejemplo, sobre emisiones que le entregaron estados y municipios. La respuesta incluyó datos de transporte (estimación de la flota vehicular en circulación a nivel municipal) y residuos (encuesta sobre los sitios de disposición final), y “para el resto de las categorías del Art.7 de la LGCC no se recibió información de los Estados y Municipios, ya que se estimaron las emisiones con las estadísticas nacionales”.
“No dudo que el inventario esté construido con estimaciones muy serias, pero sin datos reales de los estados y municipios. ¿Cómo lo están calculando?”, preguntó asombrada Carla Flores, de Fundar, al recibir la respuesta.
La ASEA [Agencia Nacional de Seguridad Industrial y de Protección al Medio Ambiente del Sector Hidrocarburos] fue creada marzo de 2015 y es la encargada de regular los gases contaminantes, por lo que a la pregunta de si existe un procedimiento para el monitoreo de emisiones fugitivas, respondió que no, pero que el emisor lo registra en la COA. De hecho, a pesar de que la agencia está obligada a emitir formatos y lineamientos propios, en prácticamente todas sus respuestas remitió a las COA.
En esta investigación no hubo ninguna respuesta positiva de la ASEA. A la pregunta de si Pemex hace verificación o vigilancia y respondieron que no tienen reportes y “no están obligados”; a la solicitud del listado de emisiones en caso de accidentes, contestaron que no la tienen, que no es su obligación, que el emisor debe entregar de forma voluntaria y ellos apenas empezaron. En relación a si los emisores están obligados a presentar esa información respondieron: “Sí”; y en relación a si hay un reporte de esas verificaciones dijeron “no”. La perla de todas las respuestas estuvo en la solicitud 1621100016818, sobre las emisiones fugitivas en caso de contingencias o accidentes. “¿A qué se refiere con emisiones fugitivas?”, respondió el enlace.
Al final solicitamos también un listado de las licencias ambientales únicas de Pemex en Veracruz. Nos remitieron a Semarnat. Lo pedimos a Semarnat y respondió que ya no son sus atribuciones, sino de la ASEA.
“Los peor –dice Manuel Llano– es que esta falta de transparencia y de operatividad y flujo de información no sólo es de la autoridad a la ciudadanía sino es interdependencias e intradependencias”.
Pemex es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero en México, así que fue a donde se dirigieron más solicitudes de información, para distintas áreas.
En una de las solicitudes, la paraestatal entregó un html que no está en formato de tabla y resulta ilegible. En otra, al pedirle las bitácoras de información y mantenimiento, que está obligado a tener, entregó 11 discos con COAs. En otros casos dijo que la información es inexistente o reservó la información por cinco años argumentando seguridad nacional.
En la solicitud 1857500042718, a la pregunta sobre la frecuencia con que se realizan mediciones de las emisiones fugitivas de las instalaciones de Pemex Exploración y Producción, respondió que sólo realiza “estimaciones de las emisiones a la atmósfera” y no se realizan mediciones directas.
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Aunque el objetivo inicial de este reportaje fue conocer el registro que hay de las emisiones fugitivas, durante la búsqueda de información fue evidente que, incluso en las emisiones de proceso, no hay un registro eficiente.
Así que si una persona quiere saber cuánto contamina la fábrica de su municipio o la refinería más cerca de su ciudad, no tiene ninguna posibilidad. Después de meses de preguntar, tampoco sabemos qué gases son los que circulan en los pozos extractivos de Poza Rica.