Ciudad de México, 18 de feb (SinEmbargo).– Marcelo Ebrard está de vuelta. Al menos regresó a la Ciudad de México y, por primera vez desde la conclusión de su gobierno en el Distrito Federal, habla en entrevista de su futuro político. “Primero, evitar el colapso de la izquierda; después buscar la presidencia de mi partido, el PRD, y finalmente la candidatura a la Presidencia de la República”, dice.
No duda en poner distancia de Andrés Manuel López Obrador, su predecesor en la Jefatura de Gobierno, contrincante interno en la búsqueda de la postulación presidencial de 2012 y, ya se atisba, también en la de 2018. “Nunca me iría a Morena”. “Nunca he pedido que me den por muerto… me han hecho así de actas de defunción”, dice y separa sus manos 30 centímetros para graficar un legajo imaginario de entierros políticos.
Marcelo se ve relajado. Sigue con los kilos repuestos tras la persecución de la candidatura de las izquierdas y ríe con soltura. La oficina, su cuartel de la colonia Condesa, está decorada con algunas fotos. En una habla de frente con Bill Clinton. En otro par de imágenes se le ve idílico junto a su tercera esposa, Rosalinda Bueso.
– ¿Usted hubiera ganado la elección?– se le pregunta.
–Los hubieras no existen en política– esquiva el volado.
–Usted conoce los números, las debilidades del conjunto en juego. Usted era un Jefe de Gobierno sujeto a comparación inmediata con el Gobernador saliente del Estado de México.
–Hicimos una encuesta que se convino así y en esa encuesta Andrés Manuel sacó cuatro puntos porcentuales más. Yo respeté el resultado. De no hacerlo habría generado un sismo en la izquierda y ninguno de los dos hubiéramos ganado. Yo propuse el método –mantiene la guardia.
–Y ya está en pedazos la izquierda.
–Sí… Lo que debemos hacer es defender y promover una oposición inteligente y me refiero con esto a que sea comunicable y clara para los ciudadanos. En 2015 debemos convocar un frente amplio, una confluencia de fuerzas. De otra manera es la pulverización.
–¿Así sea ante la persistencia de Andrés Manuel de ser el candidato?
–Es muy temprano para ver el tema del candidato a la Presidencia. Ellos apenas están formando su partido. Veamos la correlación de fuerzas en 2015 y tratemos de llegar a un frente común. Si finalmente en 2015 Morena resulta ser una gran revelación, ¿qué discutimos entonces?
–¿Usted se ve en Morena?
–No.
–¿Y en un PRD que vaya con el Pacto por México como quiera que este sea?
–Yo me veo en un PRD que sea la principal fuerza de la izquierda mexicana y asuma la responsabilidad de encabezar la oposición informada e inteligente al gobierno de Peña Nieto y del PRI.
–Lo visto en otros países es que el jefe de la oposición es el candidato natural a la Presidencia.
–Eso puede ser, pero es más urgente contener la pulverización de la izquierda. Hagamos un gobierno en paralelo a los temas principales. Convoquemos al debate.
–¿No un gobierno legítimo?
–Por paralelo digo que si se tiene un Secretario de Energía, la oposición propone a una figura que hable de energía con toda la razón. Puede ser el ingeniero Cárdenas.
–¿Y quién le hable de tú al Presidente es Marcelo Ebrard?
–Es buscar el debate, incidir en el rumbo de las decisiones que se están tomando…
–¿Es Marcelo Ebrard?
–Bueno, yo me pienso o me veo en ese conjunto. No quiero decir que sea el único. El peor consejero es la vanidad y hay varios actores para este espejo. Yo voy a participar por la presidencia del PRD, sin duda.
–¿Estará en tiempo de aspirar a la Presidencia en 2018?
–Sí, ¿por qué no?– revira.
–Suele ser aspirante el Jefe de Gobierno en turno: Cárdenas, Andrés Manuel…– ataja antes de que la oración concluya con el nombre de Miguel Ángel Mancera.
–…Es muy sencillo: en 2017 veremos quién nos puede representar con mayor capacidad o posibilidad de éxito.
–¿A usted no se le da por muerto?
–No sé quien me haya dado por muerto.
–Pero está claro quien ha pedido que lo den por muerto cuando la intención ha sido otra.
–Yo aquí sigo. No he dicho que me den por muerto y nunca lo haré.
–¿Se puede llegar desde la banca?
–Siempre estás en la política y hay que participar para la dirigencia del partido (este año). El partido necesita una nueva etapa para ser competitivo.
–¿Se está acabando la luna de miel con Peña Nieto? Ya ocurrieron los primeros mil muertos por el crimen organizado, ya ocurrió el primer escándalo internacional por la violación de las españolas, ya cometió las primeras pifias.
–Es muy pronto decir que la luna de miel terminó. Sería difícil establecer un tiempo. Tiene que ver más con lo cualitativo. Si no se comete un error estratégico, lo que espero no ocurra porque a nadie conviene, es probable que dure un poco más tiempo, pero finalmente terminará y llegará la hora de la verdad. ¿Cuál es la propuesta fiscal del gobierno? ¿Cómo van a recaudar más? Porque eso es vital para ellos. Lo que ofrecieron de apertura de exploración (de hidrocarburos) en el Golfo de México. Ahí es donde terminará la luna de miel.
–Usted que lo conoce, ¿es tan limitado Peña Nieto cómo se dice que es?
–No sería Presidente. Francamente no lo creo. Es un hombre con debilidades, como todos. Yo no lo subestimaría dado que está ahí. Hizo su plan y su programa, logró alianzas con mucha gente, construyó su imagen, etcétera. No lo subestimaría. Ya sé que no lee mucho, pero no pareciera ser esto un requisito hoy en día en el mundo.
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Marcelo Ebrard ejerce en este momento su papel político desde un lugar atípico para los políticos mexicanos: la diplomacia, un ambiente de interés para el ex Jefe de Gobierno capitalino desde o antes de la universidad. Es egresado de Relaciones Internacionales por el Colegio de México y tuvo paso por la Secretaría de Relaciones Exteriores, justo cuando Manuel Camacho Solís fue nombrado Canciller en los difíciles días en que Carlos Salinas optó su sucesión a favor de Luis Donaldo Colosio.
Hoy Ebrard es presidente de la Red Global de Ciudades Seguras de la ONU, una oficina que parece hecha a su medida: el Distrito Federal, antes referente de la inseguridad pública es un refugio en medio de la violencia avasallante del crimen organizado en decenas de urbes mexicanas, incluidas las presentadas como estandarte del orden y el progreso industrial, Monterrey, por ejemplo.
El de Ciudades Seguras es el primer programa propuesto para su creación por las propias metrópolis, donde habitará el 70 por ciento de las personas en el mundo dentro de los próximos cinco lustros, un crecimiento urbano equiparable al ocurrido durante los últimos cinco siglos.
La agenda de la Red incluye, entre otros ejes principales, el control de armas, la revisión del enfoque prohibicionista de las drogas, la violencia contra las mujeres, el desarrollo económico y el estudio de soluciones al aceleramiento de la urbanización.
De manera agregada a lo anterior, Ebrard plantea la necesidad de financiar el proyecto con criterios de corresponsabilidad, por ejemplo, en el caso de las drogas, la aportación que debieran hacer los países industrializados con alto consumo a favor de países productores o de tránsito con medianos y bajos ingresos y sociedades brutalizadas por el crimen organizado.
“Supongamos que la seguridad es una mesa”, ilustra Ebrard, “que requiere, en primer lugar, de un piso plano que son los derechos humanos y la transparencia. La oferta de seguridad partiendo de lo contrario, la violación a los derechos humanos y opacidad, son meros elementos propagandísticos. Véase Colombia: no funcionó”.
“La mesa requiere cuatro patas –agrega–. Un soporte es el desarrollo humano y esto implica la expansión de servicios de salud, educación. Otro tiene que ver con el crecimiento económico. Uno más son las libertades y los derechos empezando por las mujeres y los jóvenes. Y, finalmente, el perfeccionamiento cualitativo de la tecnología y la policía”.
–¿Hasta qué momento la Ciudad de México contendrá la cometida presente en Ecatepec, Neza o Coacalco? ¿Es previsible el día en que ocurra un narcobloqueo en el DF?
–Todos los días en la mañana, cuando empezábamos las reuniones de seguridad, manteníamos el reto de que eso no ocurriera. Se deben ganar territorios con una estrategia más compleja, no sólo con el envío de más policías. Lo que ya dio resultado en una zona puede darlo en otra.
–¿Existen las condiciones políticas y capacidades para hacerlo?
–No veo por qué no. Hacer las cuatro cosas, las cuatro patas, sí se puede. Ahora, hay muchas diferencias (en estilos de gobierno en el DF y el Estado de México que lo rodea). Esto depende de una posición política y esperaría que se hiciera. Y, de nuevo, no hay resultados en seguridad pública sin desarrollo humano.
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–¿Encuentra usted algún cambio en la estrategia de fondo seguida por la actual administración federal con respecto de la anterior?
–No me queda claro. ¿Existe una iniciativa estratégica nacional para vincular estas cuatro cosas? No la veo. Los derechos humanos o la expansión de libertades y derechos no son parte de la argumentación del actual gobierno. La “Cruzada contra el hambre” es lo mismo que Pronasol y no sólo se trata de qué hacer con los más pobres sino cómo hacer que las ciudades sean más justas. El concepto de “cruzada” ya ni en El Vaticano lo usa. La seguridad es un resultado, es otra filosofía política.
–¿Tiene cabida esa filosofía en el nuevo PRI?
–Hay una fuerte tendencia retro. Esto es inmanente al grupo y a la coalición de intereses que está en el poder hoy en el país. Quien no lo vea es porque no quiere hacerlo. Tratarán de instalar una versión moderna de la hegemonía política. Esto ya lo veíamos venir. A mí me preocupa qué haremos quienes estamos en una posición progresista. Qué pasará con los 16 millones –en alusión a los votantes de la izquierda en 2012– que quieren otra cosa.
–¿Encuentra las condiciones políticas y sociales para que ese propósito hegemónico se concrete?
–Depende de qué hagamos los principales actores en el campo progresista. Vería que, por lo que hace a diversas iniciativas, podemos seguir en la pulverización, por referencia la existencia de una nueva organización, Morena, que es legítima o entendible, no la cuestiono, pero su defecto político estratégico es la separación de una parte de la izquierda. Luego tienes al PT aliándose al PRI en algunos estados, ¿qué es eso?.
“En mi modo de ver, el PRD, el partido en que yo milito, debería tener más reservas respecto al Pacto por México. El tema son los contenidos de ese pacto. Cuáles son los cómos, cuáles son las iniciativas de ley. En materia tributaria, yo no conozco la iniciativa del gobierno y tampoco el PRD. ¿Cómo vamos a estar de acuerdo? Libertades y derechos, igual. El PRD debe tener mucho cuidado con eso, estar muy atento y ser muy combativo respecto a la traducción de ese pacto. El otro tema preocupante es el energético”.
–¿Se mantiene la tendencia pragmática de Nueva Izquierda, la corriente que dirige al PRD?
–Se promueve la idea de la conveniencia de hacer acuerdos de gran tamaño. Si en el caso de la reforma hacendaria se tiene un propósito progresivo en tanto que se grave más a quien más tiene, no me parece criticable el esfuerzo por sostener un acuerdo. Lo preocupante es que se proponga una cosa distinta y no critico a Nueva Izquierda, sino que no conozcamos el contenido. Se fija un rumbo en lo general, pero se carece de contenido en lo particular.
–Si usted presidiera el PRD, ¿qué sí y qué no?
–Tenemos un consenso respecto a la cuestión de PEMEX y que está escrita, fue presentada por Cuauhtémoc Cárdenas –la tenencia del Estado del sector energético–. Habría que defender esa tesis y, por supuesto, oponernos rotundamente a la modificación del artículo 27 constitucional –relativo a la propiedad de la nación de los recursos naturales– o a que se quiera compartir la renta petrolera. Ahí sí hay un consenso muy claro en las izquierdas. El tema fiscal debe ser hacia un cambio progresivo, porque en este país no se contribuye y querrán, como siempre, ir por la fácil con el aumento del IVA. ¿Cómo van organizar la seguridad social universal? Está el tema de género. El de libertades a colectivos en condición de minoría o debilidad. Telecomunicaciones. La agenda es clara.
–¿Y en qué hay coincidencias con este PRI?
–Hasta no conocer sus planteamientos específicos no veo cuáles serían.
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–¿Le costó no hacer abiertamente política con Felipe Calderón?
–[Respira hondo] Sí nos costó, porque tuvimos otro período luchando contra todo. Al DF le quitaron 9 mil millones de pesos y al Estado de México le dieron 17 mil millones. Tú dirás. Fue gobernar contra la corriente.
–Y fue gobernar, al final de su administración, contra la corriente que estaba con Andrés Manuel.
–No necesariamente son exactas las simpatías por uno o por otro. Todo el sexenio tuvimos un equilibrio complejo y difícil.
–Inició con la oposición de Nueva Izquierda y concluyó con su apoyo; comenzó con el apoyo de los batristas y terminó confrontado con quien hoy es presidente de Morena [Martí Batres]. Algo de sintomático debe tener.
–Las tensiones derivadas de posicionamientos distintos, pero nunca lo llevamos a situaciones que pusieran en entredicho al gobierno de la ciudad o la autonomía de la ciudad respecto de la federación.
–En algún momento parecía que usted gobernaba sobre un metro cuadrado.
–Hasta en menos, pero la pasamos. Mientras tengas 15 centímetros de maniobra.
–Al parecer, Miguel Ángel Mancera está en una condición más cómoda.
–Es otra la circunstancia política en la Ciudad y creo que puede tener un margen mayor de maniobra al que nosotros tuvimos en su momento.
–¿Está muy cercano a Peña Nieto?
–No necesariamente.
–¿Lo ve usted así?
–Creo que él está haciendo el cálculo de mantener una buena relación, pero cercanía política es otra cosa. Creo que Miguel tiene muy claro que en la Ciudad de México, Peña perdió dos a uno. Nada más.
–Y al parecer existe cierta desconfianza sobre su capacidad política, no académica o administrativa.
–Si no es un político, ¿cómo llegó? No es un político tradicional en el sentido de que no estuvo en las trincheras de los partidos, si a eso te refieres, pero probablemente eso le dio un apoyo mayor. Es lo paradójico de los ciudadanos en el DF y, desde mi punto de vista, lo hará muy bien.
–Insistiendo: a diferencia suya, es un Jefe de Gobierno cercano al presidente constitucional y alejado de Andrés Manuel López Obrador.
–Cerca de Miguel hay gentes que participaron muy cerca de Andrés Manuel, por ejemplo el secretario de Turismo (Miguel Torruco, también consuegro de Carlos Slim). Me imagino que la ruta de Miguel es sacar las mayores ventajas posibles para la ciudad y mantener el equilibrio de todo el conglomerado político de las fuerzas que intervienen, particularmente de izquierda.
–¿Incluidas las tribus?
–Todos los partidos tienen tribus. ¿Cómo se llaman en el PAN? Acciones, ¿verdad? –ironiza y ríe–. En el PRI inventaron las corrientes; la primera fue la Democrática. Es un término que se importó del PRI.
–Que, por cierto, mantiene pertenencia a la Internacional Socialista.
–Son de un cinismo sin límite. Nunca he visto una cosa más pragmática.
–¿Ni “Los Chuchos” [apodo de la corriente Nueva Izquierda]?
–No, no, no. El PRI tiene el campeonato global de pragmatismo. Pueden ir a la Internacional Socialista, que también tiene lo suyo, cuando toda su vida estratégica ha sido en sentido contrario. En el caso del PRD debemos hacerlo un protagonista, pues en su vida actual no tendrá capacidad de enfrentar lo que viene en los próximos años.
–¿Puede complementarse el PRD en algunos aspectos con el PAN? ¿Conviene al PRD el desfondamiento del PAN?
–La izquierda rebasó al PAN desde el 2012. Terminó un ciclo conservador y comienza otro en la vida del país. Hoy por hoy la izquierda es la principal fuerza de oposición. La gran batalla política es entre el PRI y la izquierda. Será muy costoso para el PAN todo el camino pasado e irse a tercer sitio.
–¿Sigue considerando usted que es positivo para la izquierda aliarse electoralmente con el PAN?
–Tenemos una razón táctica y relevante. ¿No hacer alianzas cuando tu adversario tiene tres veces más recursos que tú? ¿Cuándo tu adversario tiene el apoyo de un gran número de medios? ¿Cuándo tu adversario tiene estados como Coahuila con miles de millones de pesos que quién sabe dónde terminaron? No es una competencia pareja, sino una con un alto grado de inequidad y en ocasiones las alianzas compensan esos desequilibrios. Si tuviéramos un sistema con una competencia equitativa plena, tal vez el razonamiento sería diferente. Ahora, finalmente el PRI mantiene hoy y en la práctica todo lo que criticaba hasta hace poco tiempo respecto de las alianzas con el Pacto.
–¿Y el resultado en Puebla con Rafael Moreno Valle es positivo en su opinión?
–Pues es mejor que el Góber Precioso [Mario Marín, envuelto en un escándalo de pederastia]. Tú dirás –ríe–. Y Gabino Cué lo es inmensamente frente a Ulises Ruiz y Mario López Valdez frente al señor contra quien compitió [Jesús Vizcarra Calderón]. Si quieres conseguir gobiernos casi perfectos, pues no sé cómo le vas a hacer. Lo que importa es la ruptura del modelo hegemónico.
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Tras la elección de Ernesto Zedillo, Ebrard renunció al PRI en 1995 y, dos años después, fue electo Diputado federal por el Partido Verde Ecologista de México, partido al que sin pertenecer formalmente abandonó. Se convirtió entonces en un lobo solitario en San Lázaro y llevó por bandera la denuncia al conjunto de fraudes organizados desde el Fobaproa.
A fines de los noventa se reunió con su viejo maestro Manuel Camacho Solís, con quien integró el Partido Centro Democrático, al que representó en 2000 en la contienda por la Jefatura de Gobierno. Ebrard no llegó a la meta pues declinó a favor de López Obrador, de quien se convirtió en asesor, Jefe de la Policía, Secretario de Desarrollo Social y sucesor.
Hoy, nuevamente, Ebrard está fuera de la función pública.
–En algún momento, usted fue recuperado por Manuel Camacho Solís. En otro, por Andrés Manuel López Obrador. ¿Y ahora?
–No me necesitan recuperar ahora. Son ciclos políticos donde te toca formar parte de un equipo y respaldar a alguien –endurece la quijada.
–¿Cómo está su equipo?
–Tenemos un equipo muy vasto y no quiero ser soberbio con esto. No es un equipo como si fuera un partido, sino más horizontal en el despliegue y más moderno, si se me pregunta.
–¿No le preocupa que Mario Delgado no se vea en el Senado, que José Ángel Ávila pase desapercibido en la Cámara de Diputados o que Vidal Llerenas sea poco visible en la Asamblea Legislativa?
–Sí se ven, pero no tienen la situación de mayoría como para que se viesen mejor. Nunca hemos tenido eso. Yo estuve sólo en la Cámara de Diputados. ¿Darme por muerto? A mí me han dado por muerto a cada rato. Tengo un fólder de este vuelo de actas de defunción –separa las manos.
–¿Tiene usted más actas de defunción que de matrimonio?
–Olvídate. Sí, fácil.
–Se tiene la idea de que usted sería el candidato de 2018 luego de que Andrés Manuel lo fuera en 2012. Él mismo dijo que no buscaría la candidatura por tercera ocasión “por dignidad”, quizá en alusión a los tres intentos de Cuauhtémoc Cárdenas.
–No se pactó así, sino acordamos la creación de un frente amplio. Yo veía venir lo que estamos viviendo ahora respecto a la división de la izquierda. Este es el gran peligro. Lo siguiente es que debemos impedir la pulverización, en primer lugar; crear un frente amplio no sólo como la designación de una coalición en el partido, y tercero competir por la Presidencia de la República en 2018. Si existe un plan mejor, que se ponga sobre la mesa. Si se trata de ser sólo oposición, entonces ¿qué caso tiene?
–¿Al final de la luna de miel es que vendrá su oportunidad?
–Más que en mi persona, tendrá oportunidad todo el espectro progresista del país. Vamos a vivirlo.
–¿Son Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray los personajes interesantes del sexenio?
–Habrá más.
–¿Los imagina como un boxeador piensa a quién enfrentará en su próxima pelea?
–Los estamos observando todos los días, pero hay otros personajes interesantes. Ya en su momento diré cómo vamos.
–¿Se habla con frecuencia con Andrés Manuel?
–No lo he visto este año. Pero yo no tengo problema de hablar con él.