Escrito a lo largo de una década, Ää: manifiestos sobre la diversidad lingüística (Almadía, 2020) es un exponente de un auténtico florecer y renacimiento del pensamiento contemporáneo sobre las lenguas indígenas.
En entrevista, la autora Yásnaya Aguilar habló sobre discriminación lingüística y el menosprecio y desplazamiento de las lenguas indígenas en México por quienes defienden el español como única lengua nacional.
Ciudad de México, 18 de enero (SinEmbargo).- Leer los artículos de Yásnaya Aguilar reunidos en este volumen, así como los múltiples comentarios en redes sociales que los acompañan y enriquecen, es un placer que recomiendo de todo corazón a las lectoras y lectores.
Escrito a lo largo de una década, este libro está destinado a ser un exponente de un auténtico florecer y renacimiento del pensamiento contemporáneo hablante de lenguas indígenas.
Yásnaya Aguilar ha sido capaz de ver más allá de las imposiciones y de la violencia, impulsada por su profunda pasión por las lenguas, por la lingüística, por la literatura, para rebasar los confines de su nativo ayuujk y de su aprendido español, hasta acercarse a los idiomas más hablados del mundo, como el ruso, pero también a las incontables lenguas indígenas que en todo el planeta se encuentran marginadas, amenazadas y, a veces, al borde de la desaparición.
En su uso sin pretensiones del llano dialecto mexicano del castellano, destaca la generosidad constante de su estilo, su humor y sinceridad, que le permite construir una defensa tan apasionada como razonable, tan rigurosa como amena, del valor de las lenguas indígenas, de la pluralidad cultural, de la vitalidad de las tradiciones de nuestros pueblos originarios. Esta claridad da mayor fuerza también a sus denuncias contra la discriminación lingüística, contra el menosprecio a las lenguas indígenas y contra la prepotencia de los defensores del español como lengua nacional.
***
—Para empezar, ¿qué es la diversidad lingüística? Cuéntanos sobre los colaboraciones en el blog Este país…
—La humanidad tiene la facultad del lenguaje, la capacidad de comunicarnos por medio de un sistema de signos verbales, y estos sistemas son muchos. Por lo mismo, la humanidad habla una gran diversidad de lenguas, unas 6 mil 500 aproximadamente en todo el mundo; lamentablemente muchas de ellas están en desaparición.
En 2011, Paola Quintanar, editora de Este país, me invitó a colaborar con una columna semanal acerca de temas relacionados con diversidad lingüística y la pérdida de esta. Durante ese tiempo estuve colaborando y abordando distintos temas que me preocupan. Este libro es una compilación de mis colaboraciones de 2011 hasta 2015.
—¿Qué es lo que más te gusta de tu lengua materna?
—Me gustan muchas cosas, pero creo que disfruto más los mecanismos poéticos. Mientras que la metáfora es como un mecanismo muy importante en la tradición occidental, en los difrasismos del mixe dos frases juntas construyen un tercer significado poético, una cualidad muy particular de las lenguas mesoamericanas.
Cuando estudié Literatura y Letras en la universidad, que en ese entonces todo se relacionaba mucho con lo hispánico, me di cuenta que para mi edad adulta, yo no sabía hablar y escribir en mi propia lengua, no tenía referencias sobre gramática, y no tenía mucha información . Entonces ese contraste con lo que estaba estudiando en español fue muy importante para mí. A partir de ese momento me puse a investigar e inscribirme a todo un movimiento que desde hace 40 años por lo menos, está trabajando por la lengua mixe específicamente.
—¿Cuáles son los retos del bilingüismo?
—Siempre es una riqueza ser bilingüe o políglota. Una cosa privilegiada es poder ser “bilingüe de cuna”, es decir, desde pequeños; en mi caso no fue así, yo aprendí español ya más grande. Existen muchos estudios sobre las ventajas cognitivas de aprender idiomas, pero también hay ventajas culturales de todo lo que aporta conocer más lenguas.
Creo que se puede construir una sociedad que se entienda mucho mejor en varios sentidos, siendo una sociedad multilingüe que no le niegue a una gran población el derecho a hablar otra lengua. Es el monolingüismo con el español lo que debería preocupar.
—¿Qué pasa con las referencias a las lenguas indígenas en memes, con tono de burla? Afirmas que aunque se presentan como bromas inocentes, en realidad guardan detrás una actitud discriminatoria y abonan a una percepción equívoca de las lenguas…
—En el libro refiero los memes que tienen palabras en español con la terminación tl. Lo preocupante no es que pretenda ser un juego de palabras, los cuales me parecen muy interesantes y divertidos, el problema es que detrás de eso hay mensajes erróneos.
Uno es pensar que todas las lenguas indígenas tienen esa terminación, cuando de una lengua a otra hay diferencias abismales. Incluso hay más relación entre el persa y el español que entre el zapoteco y el mixe, que son de familias lingüísticas muy distintas entre sí. Otra cosa muy preocupante es el tipo de imágenes que se asocian con esos memes, que son una manifestación más del racismo y el clasismo completamente.
—En tu libro mencionas que “lo lingüístico es político”. ¿Por qué es importante, políticamente, reivindicar las lenguas o no dejarlas en el olvido?
—Las lenguas no desaparecen solo porque sí. El proceso de desaparición lingüística tiene detrás un montón de violencia. No sólo nos interesa el hecho de que las lenguas dejen de hablarse, también son importantes las razones por las que se dejan de hablar. Cuando una lengua deja de hablarse, tiene que ver con el hecho de que los hablantes han sufrido mucha violencia por hablar esas lenguas.
En el caso de México, tiene que ver con la imposición de una lengua que en su momento era minoritaria. Para 1820, el 80 por ciento de la población hablaba una lengua indígena. Para que se impusiera la lengua de una minoría con poder en el sistema colonial, la de los criollos, se implementó el español y para imponerla, existieron una serie de violaciones a derechos humanos, de torturas físicas, para desplazar las lenguas originarias. Esto sigue sucediendo y tiene que ver con un proyecto político del Estado mexicano.
—¿El Gobierno en turno tiene una labor activa para no dejar que mueran las lenguas indígenas y visibilizar a esta gran parte de la población que casi siempre queda fuera del discurso político?
—Creo que no se está haciendo lo suficiente. A partir del 94 se hizo una serie de cambios en el marco legal, pero la implementación es muy lejana; siempre que se hacen modificaciones se olvidan de la parte más concreta y pragmática.
—¿Qué nos corresponde hacer, como ciudadanos y lectores, para que la literatura indígena se tome más en serio?
—En primera, reconocer que el hecho de que hablemos español no es un hecho fortuito; es un hecho que tiene que ver con esta imposición de la que hablo. Habría que pensar: si no le hubieran arrebatado la lengua a mis antepasados, ¿qué lengua hablaría yo?
Otra cosa fundamental es informarse: una de las estrategias principales del Estado para imponer el español ha sido borrar del sistema educativo estos temas. Es más fácil saber los nombres de ríos en el mundo o las capitales de países europeos, que los nombres de las lenguas que se hablan en nuestro propio país. Debemos ir en contra de toda esta censura.
Y en tercer lugar diría que, así como existe una perspectiva de género, debemos incorporar una perspectiva lingüística en todo lo que hacemos. Por ejemplo, en el periodismo: ¿qué periodismo se está haciendo en otras lenguas y cómo se está haciendo? Reportar sobre casos de abusos y discriminación linguistica, que todavía hay muchísima. En el mejor de los casos, recomendaría aprender una lengua indígena.
—¿La industria editorial está volteando más hacia la literatura indígena actualmente?
—Está cambiando, pero muy poco. Casi todo este tema se está dando exclusivamente en editoriales independientes y universitarias. La gran industria no ha cambiado realmente. Pienso que estos esfuerzos no son suficientes y no caminan a la velocidad en que camina la diversidad lingüística.
—¿Qué autores y autoras de literatura indígena destacarías, que sean de tu preferencia personal?
—Uy, ¡son muchos los nombres! Sobre todo ahorita lo que está pasando es que hay un movimiento muy interesante de mujeres que escriben sobre muchos temas, desde distintas lenguas indígenas. Tenemos a Briceida Cuevas Cob, una poeta maya de Campeche; Irma Pineda, Natalia Toledo, Nadia López, Rubí Huerta y Enriqueta Lunez, por mencionar solo algunas.
Recientemente he leído a Humberto Ak’abal, un autor ‘ K’iche’ de Guatemala, que tiene una obra poética maravillosa. Murió hace poco lamentablemente. También están Mardonio Carballo, Martín Tonalmeyotl, Hubert Matiúwaá,
—¿Algún mensaje final para los lectores?
—Como mensaje final puedo agregar lo siguiente: se calcula que en los próximos cien años más de la mitad de las lenguas en el mundo habrán desaparecido, por lo que es urgente hablar de este tema, y de verdad espero que este libro sea como un grano de arena para discutir masivamente esta problemática.