Discriminación, explotación laboral, dificultad de acceso a la justicia, violencia, hostigamiento y hasta muerte viven migrantes que deciden permanecer en México, acusan ONGs.
Ciudad de México, 17 de diciembre (SinEmbargo).– No vino en ‘La Bestia’, montada sobre el metal que a veces hierve y bajo el sol que siempre abrasa y abraza. Ella optó por llegar a México por otra vía, a manos de transportistas. Vino de Honduras, la región que un año atrás logró el título del país sin conflicto bélico más violento del mundo; y salió, como tantos otros, en busca del sueño americano.
En el camino despertó.
“Ella dice que es complicado. Que desde el principio salir de casa provoca dolor y es un gran sacrificio. Desde el primer día que salen, si es que tienen dinero, los coyotes los traen; y si no, se vienen aventurando, escondiéndose de toda autoridad, desorientados sin saber sus derechos”, platicó a SinEmbargo Emilio, esposo de una migrante.
“En Guatemala las autoridades cobran el paso, los transportistas abusan de ellos, los espantan: les dicen que hay retenes y lucran con eso. Ella sufrió. Me decía que tenían que bajarse y caminar y caminar ranchos y potreros y caminitos, allí donde los asaltan y roban”.
“Cuando llegó aquí [a México], vio que estaba muy complicado pasar. Apenas comenzaba su viaje y ya no tenía recursos, estaba muy riesgoso. Optó por quedarse y se metió a trabajar a un comedor. Allí la conocí. Desde entonces estamos juntos”, recordó.
Hace diez años que la esposa de Emilio vive en Palenque, Chiapas. Detuvo su viaje justo en el punto en que, de acuerdo con la Misión de Observación de Defensores de los Derechos Humanos de los Migrantes (MODDHM), comienza la ruta (Palenque-Tenosique) en que más se secuestra y extorsiona a migrantes. Entonces su sueño cambió de nacionalidad: se hizo mexicano.
“México se está convirtiendo en la primera opción para quedarse para quienes vienen de Centroamérica. Así como van a Estados Unidos, también vienen con una idea de que en algún estado de la República puedan mejorar su nivel de vida, tanto en términos de seguridad como económicos”, dice a SinEmbargo Karina Ramírez, de Un Mundo Una Nación AC.
Aunque no existen cifras oficiales de la cantidad de inmigrantes centroamericanos que viven en el país con una estancia irregular, organizaciones de la sociedad civil indican de los 400 mil que ingresan al país anualmente un alto porcentaje decide permanecer en el territorio.
En 2014, un análisis realizado por el Parlamento Centroamericano (Parlacen) señaló que debido a el cambio demográfico y sociológico de los últimos cinco años, México se había convertido en un lugar atractivo para los centroamericanos, lo que habría desembocado en un nuevo fenómeno migratorio.
Y para aquel año, Gustavo Mohar Betancourt, especialista en migración y quien se desempeñara como subsecretario para Asuntos Migratorios, de Población y Religiosos para la Secretaría de Gobernación (Segob) en el sexenio pasado, dijo que la inmigración de centroamericanos a México había aumentado en un 50 por ciento; sobre todo de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos.
Según las asociaciones consultadas por SinEmbargo, los migrantes centroamericanos que deciden quedarse en México permanecen sobre todo en estados del sur por su cercanía con la frontera.
“Es cierto: existe este ‘sueño mexicano’, pero algunas veces puede convertirse en una pesadilla”, advirtió Karina Ramírez.
LA PESADILLA
“El Gobierno mexicano para los centroamericanos es un ojete. Ésta es una palabra vulgar, pero da a entender muy claramente lo que ha sido este gobierno para sus hermanos de Centroamérica”, dijo a este medio Alejandro Solalinde, director de la Casa para Migrantes Ixtepec.
En los últimos años, las denuncias de asociaciones defensoras de derechos humanos por violencia hacia migrantes en México han aumentado; pero esta violencia, explican, no está dirigida exclusivamente a aquellos que están de paso, sino también a quienes deciden quedarse.
Discriminación, explotación laboral, dificultad de acceso a la justicia, violencia, hostigamiento y hasta muerte es lo que los migrantes que deciden permanecer pueden enfrentar.
“Un migrante es una persona que no encuentra su lugar. Alguien a quien no le dan su lugar y carece de protección. Los migrantes son usados para negocios, para sacar dinero y también para fines políticos, pero esa es una cosa que no le importa a nadie”, dijo Solalinde.
“Las personas que deciden quedarse aquí suelen sufrir una discriminación horrible, eso es con lo que más cargan. Ellos no siempre pueden establecerse y vivir de forma ‘normal’ porque siempre estarán sujetos a ser ofendidas”, agrega la miembro de Un Mundo Una Nación.
En 2013, Jorge Andrade, del Colectivo Ustedes Somos Nosotros, indicaba a la inglesa BBC que para los migrantes en tránsito que se veían obligados a quedarse en México existía una “creciente xenofobia”, debido a que esta población compite por empleos y cuenta con servicios por parte de casas de migrantes, lo que se había “traducido en agresiones de los pueblos a los migrantes y los activistas que les ayudan”.
Por otro lado, indica Karina Ramírez, “para los migrantes, el miedo es parte de su día a día. Ellos viven con el temor de que en algún momento migración los encuentre o en un operativo vean que está de forma irregular y lo deporten”.
Ayer, Heyman Vázquez Medina, de la casa del migrante Huixtla, Chiapas, denunció que los operativos realizados por el Instituto Nacional de Migración (INM) son una forma de criminalizar a los migrantes: “migración entra a los pueblos y los busca y los persigue como delincuentes. Y eso sólo ha hecho que en la sociedad se genere rechazo y xenofobia”.
Expuso el caso de un inmigrante indocumentado que, ya establecido en el municipio de Escuintla, en aquel estado sureño, fue asesinado: “La esposa del muchacho al que mataron le dijo al Ministerio Público (MP) quiénes lo habían matado, y el MP lo sabía pero no hizo nada. Quedó impune. Esos que asesinaron al joven, y que han asesinado a más migrantes siguen libres”.
“Esto se vive en aquella comunidad, pero también en toda la región. No hay ninguna intención del Estado Mexicano de atender y velar por los derechos humanos de los migrantes, por lo que ellos están en total indefensión”, declaró.
La indefensión de los migrantes indocumentados radicados en México puede observarse también en el ámbito laboral. De acuerdo con un artículo académico realizado en 2009 por María de Lourdes González Chávez, de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), y Gabriela Beatriz González Gómez, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la legislación nacional “va en perjuicio de los trabajadores inmigrantes que laboran en nuestro territorio sin autorización legal para hacerlo”, pues ellos no suelen gozar de las prestaciones adquiridas a través del derecho natural laboral.
Por otro lado, explicó Solalinde, a los inmigrantes con estancia irregular en el país “les está costando mucho trabajo la regularización, porque el INM pone todas las trabas del mundo, y les está cobrando todo lo más que puede. Incluso la visa que se les da por un año después ya no se las reiteran, o alegan que ya su caso no prosperó por que ya no tiene razón de ser, y entonces tienen que salir del país”.
“Los tramites para regularizar su situación son largos, y con muchas deficiencias. Lo que el gobierno busca es aburrir a los migrantes y que el proceso de regularización no suceda. El sistema siempre pone muchas trabas. A aquellos migrantes que deciden deciden hacer su trámite regulatorio y que no van al INM acompañados por una organización civil o personas que puedan apoyarlo, se les complica aún más”, dijo Karina Ramírez.
EL PATIO TRASERO
Si México no da lugar a migrantes centroamericanos es porque “se siente presionado por Estados Unidos, quien le ha pedido que cuide su patio trasero, y cuidar ese patio trasero es cuidar su seguridad… Entiendo que un país tan paranoico como EU tenga miedo, porque ‘debe muchas’ en la historia y en el mundo por haber estado metidos siempre en guerra; pero de eso a que le pida al gobierno mexicano que haga ese trabajo tan sucio y que éste por su propia cuenta atropelle tanto los derechos humanos de los hermanos centroamericanos, es otra cosa”.
“El Gobierno mexicano quiere ser un policía para sus hermanos del sur […] Aun cuando es imposible evitar que los migrantes sigan llegando (ni tres ni 20 Donald Trump’s van a evitar que sigan llegando ni a nuestro país ni a EU) México no tienen voluntad de dar lugar a nuestros hermanos centroamericanos”, afirmó Solalinde.
Pero es demasiado tarde para evitar la migración, sostuvo. “México debería de ser un país hospitalario como siempre lo había sido, antes de estas últimas décadas que han sido desastrosas. Hasta antes había tenido una tradición de acilo pero lo único que está haciendo ahora es romper la hermandad con los países de Centroamérica y a veces de Sudamérica”.
“México debería darle todas las facilidades para que puedan quedarse. Está bien si no quiere mandarlos a Estados Unidos, pero entonces por lo menos debe de darles una oportunidad de quedarse aquí porque no pueden regresar a sus países de origen. La sociedad mexicana debe abrazar a los migrantes porque la tierra es de todos. Porque no existen ilegales en ningún país”, concluyó.