Han pasado casi cinco años de que un comando asesinara a más de una docena de jóvenes en Chihuahua. Para Luz María Dávila, madre de Marcos y José Luis, muertos en esa masacre de Ciudad Juárez, el país “es lo mismo que cuando Villas de Salvárcar, porque esto nunca se acaba”. Pese al cambio de administración federal, la mujer que se atrevió a increpar al entonces Presidente Felipe Calderón Hinojosa considera que las cosas no han cambiado y que no existe diferencia entre el panista y Enrique Peña Nieto.
“Ninguno se irá con las manos limpias”, dice.
Vive aún en el recuerdo de sus jóvenes hijos. Su vida cambió, pero no su exigencia por justicia, que próxima a cumplir un lustro, no se ha acercado; y al contrario, las tragedias continúan. Luz se refiere específicamente al caso de los 43 normalistas.
A sus familiares le dice: “Que Dios les dé fuerza, sea lo que sea que vaya a pasar con ellos. Aquí estoy para tenderles mi mano, que le echen ganas porque no es fácil, es lo más difícil, pero de la mano saldremos adelante y, ojalá Dios quiera, que éste [Peña Nieto] saliera pronto y viniera uno que tenga pantalones. Ojalá”.
El dolor de esta madre se ha extendido al de otros padres que exigen un país en paz y con justicia.
Ciudad de México, 17 de noviembre (SinEmbargo).- Luz María Dávila García perdió a sus dos únicos hijos, Marcos y José Luis Piña Dávila, de 19 y 17 años de edad, en la masacre cometida el 31 de enero de 2010 en Villas de Salvárcar, Ciudad Juárez, Chihuahua. Ese día, unos 60 estudiantes del CBTIS 128, del Colegio de Bachilleres 9 y de la Universidad Autónoma de Chihuahua, se reunieron para festejar un cumpleaños.
Entonces, un comando conformado por 20 sicarios los atacó. Masacró a 15 e hirió de gravedad a 12, todos entre 15 y 20 años de edad.
Después de la matanza, la mayoría de los padres de los jóvenes tomaron a sus hijos y los velaron en sus hogares. Luz María también los hizo. Tuvo que hacer modificaciones en su hogar porque no cabían los féretros de Marcos y José Luis. Tiró un muro que dividía la cocina del comedor. Colocó los sirios en medio del refrigerador y la cocina integral. Las coronas de flores rodearon a sus hijitos, sus muchachitos –como les dice ella– que se encontraban en dos féretros negros colmados de cartas de despedida de sus amigos y familiares.
Después los sepultó en el panteón junto con los otros 13 jóvenes acribillados. En los días en los que rezaba el novenario, Felipe Calderón Hinojosa, entonces Presidente de la República, viajó a Ciudad Juárez, y se topó con Luz María Dávila y con su coraje. Ella se apostó frente a Calderón, lo miró a los ojos y le dijo: “Yo quiero que se haga justicia, no nada más para mis dos niños, sino para todos los demás niños. Yo no puedo darle la mano y decirle ‘bienvenido’, porque para mí no es bienvenido”.
“Discúlpeme, señor Presidente. Yo no le puedo decir bienvenido porque para mí no lo es. Nadie de ustedes lo es, ¿sí? Aquí nadie lo es. Porque aquí son más de dos años que se están cometiendo asesinatos; se están cometiendo muchas cosas y nadie hace nada”.
La imagen de la madre llena de dolor le dio la vuelta al mundo.
Antes, desde el extranjero, Calderón había llamado “pandilleros” a los jóvenes masacrados, por lo que Luz María Dávila le pidió cuentas:
“Yo quiero que esto se haga bien, que Juárez sea el Juárez de antes. Aquí Juárez está en luto. No es justo; mis muchachitos estaban en una fiesta. Ahora lo que quiero es que usted… usted se retracte de lo que dijeron, de lo que usted dijo: que eran pandilleros. Mentira”.
“Uno de mis hijos estaba en la UACH y el otro estaba en la prepa. No tenían… no tenían tiempo. No puede ser que digan que eran pandilleros. No tenían tiempo para andar en la calle, estudiaban y trabajaban”, le aclaró.
Sus palabras todavía retumban en la conciencia nacional.
A casi cinco años de aquella masacre y de aquel reclamo, Luz María Dávila aún conserva el mismo coraje. La justicia no llegó y el país que fue escenario de la masacre de 15 muchachos, empeoró.
“Tampoco Enrique Peña Nieto, Presidente de la República, es bienvenido”, dice. “Antes tiene que responder” por los 43 normalistas de la Escuela Rural Raúl Isidro Burgos desaparecidos el 26 de septiembre en Iguala, Guerrero. Antes, “tiene que regresarle la paz perdida a México y hacer justicia a todos los muertos y desaparecidos”.
Hoy Luz María Dávila vive al día, sumida en depresión. Trabaja arduamente desde las seis y media de la mañana hasta las cinco y media de la tarde, seis días de la semana en una fábrica de bocinas.
A pesar del cansancio, cuando llega a su casa y se quita el uniforme de trabajo, mira el reloj con tristeza cuando son las siete y media, la hora a la que solía llegar José Luis de la escuela. Se enjuga las lágrimas, ya no hay celebraciones de cumpleaños ni navidades ni días festivos, sólo veladoras, flores y visitas al panteón.
“Es muy doloroso. Esto no se lo deseo a nadie. Ojalá que Peña Nieto agarrara conciencia”, dice.
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–Cuando usted escucha Ayotzinapa, ¿lo asocia con Villas de Salvárcar? ¿Es el mismo país que hace casi cinco años?
–Este país es lo mismo que cuando Villas de Salvárcar, porque esto nunca se acaba. Nunca se ha acabado. En Ciudad Juárez ha bajado la violencia, pero no deja de haber. Cuando no amanecen dos, tres ejecutados, diario es lo mismo. Lo de Ayotzinapa... qué tristeza, fueron muchachitos de 19, 18 años, de la edad de m’hijo. Es una tristeza, no es justo. ¿Qué clase de gobierno tenemos? ¿Qué clase de Presidente tenemos? Yo pensaba que entrando Peña Nieto sería un gobierno mejor, pero me equivoqué, porque tenemos un gobierno para la fregada. ¿Qué pasó con Calderón? Y ahora con Peña Nieto está peor. Yo perdí a mis hijos, mis dos únicos hijos. ¿Qué arreglaron? Nada. ¿Qué está esperando Peña Nieto?
–¿Conserva aquel coraje con el que le habló a Felipe Calderón?
–Claro que sí. Yo sé que al reclamarle a Calderón yo no gané nada, dijera que con eso yo voy a reponer a mis hijos, pero no gané nada. Pero al menos eché todo lo que yo sentía por la memoria de mis hijos. No fue planeado. ¿Por qué lo hice?, no sé. Pero me sentí tranquila porque alguien tenía que decirle en ese momento algo. Me da coraje que vienen a una ciudad y 'bienvenidos señor Presidente, bienvenido', ¡qué bienvenido! Si México se está destruyendo. Peña Nieto que anda en China [la entrevista se hizo días antes del regreso del Ejecutivo el pasado sábado 15 de noviembre], ¿por qué fregados se va para allá?, ¿para no hacer su trabajo?
–Si usted tuviera a Peña Nieto de frente, ¿qué le diría?
–Le diría lo mismo que le dije a Calderón. Que en lugar de ponerse las pilas, que se ponga hacer algo por el país, que vea atrás, lo que está pasando en México. Al menos para mí, él no será bienvenido, porque a mí también me duele lo que les hicieron a los muchachos, a los muchachitos, a los estudiantes, a los 43, a mí me duele. Yo perdí a mis dos hijos. Que se ponga las pilas, a trabajar.
–¿En qué se parecen estos muchachos de Ayotzinapa a sus dos hijos?
–En que ellos fueron estudiantes. Marcos estudiaba universidad y José Luis estaba en preparatoria. Los muchachitos, los 43 tenían la misma edad de mis hijos y eran estudiantes. No es justo que haya pasado eso con mis hijos y que esté pasando con los 43 estudiantes, Dios quiera estuvieran vivos, lo deseo de corazón. Es un dolor tan grande, que nadie se imagina lo que es perder a sus hijos. Yo me quedé sola, aunque tengo a mi esposo, ¿y qué gano?, si no tengo lo más valioso en mi vida. ¿Por qué?, por un maldito gobierno que no sabe hacer nada. ¿Para qué tenemos Presidente?
–¿Ayotzinapa y Villas de Salvárcar donde murieron sus dos hijos fueron crímenes de Estado?
–Sí, porque todos están relacionados. No es justo que por unos paguen todos. Que me quieran mandar equivocaciones, ¿cuáles equivocaciones?, todos están involucrados y los inocentes se van.
–¿En 2014, México es un peor país que cuando sucedió lo de sus muchachos?
–Sí, en el 2010 estuvo tremendo, desde 2008, y en el 2010 se agravó. Murieron muchos inocentes, de lo que es el 2010 y para este año, es lo mismo, están muriendo inocentes, ahora, dejen de asesinar mujeres. Perdóneme la palabrota, porque enojada soy grosera, pero este Presidente vale madre.
Esa es mi opinión, es mi coraje que yo tengo, que el Presidente paseándose y no se está enfrentando al problema que hay. Él no está poniendo la cara, manda a sus achichincles para que le estén informando si los familiares ya encontraron a sus seres queridos, si son los muchachos los que están calcinados, ¿por qué él no va allá y les dice a los padres de familia qué se les ofrece?, ¿por qué no lo hace? Yo quisiera tener un Presidente con los pantalones bien puestos, adelante de la gente que está lastimada ahorita, pero desgraciadamente presidentes no hay como esos, ven el problema y parecen ratas, van y se meten a una cueva para no dar la cara.
–¿Calderón y Peña Nieto son iguales?
–Sí, no sirven. Peña nieto, ¿por su linda carita? Es un Presidente muy joven, y la juventud no le está sirviendo de nada, no nos está ayudando. ¡Qué porque está carita!, pero, ¿y? ¿Qué ganamos?, tiene porte, tiene su carita, pero no agarra la pala y dice órale vamos a buscar, no mandar a sus achichincles a que le estén informando lo que les conviene, porque, o sabe bien lo que está pasando, o de plano tiene los ojos vendados, porque no está haciendo nada.
–¿Qué les diría a todas esas mamás que están marchando por sus hijos desaparecidos y asesinados?
–Que si ellas me invitan a hacer una marcha en México para estar con ellas, yo estaría, me uno a su dolor, lo que sea yo me uno con ellos, les ofrezco mi apoyo. Es el mismo dolor. Mis hijos son cinco años y es el momento que yo no me resigno. Es un dolor muy fuerte porque llego del trabajo y mi casa sola, llegan sus cumpleaños y voy al panteón. 10 de mayo, no lo festejo. Diciembre, no los festejo. Sé lo que están pasando, porque no saben si sus hijos están vivos o muertos, porque no sabemos si eso que dicen que los encontraron en cenizas es cierto, así como es este gobierno de corrupto, que no saben que decir para tapar el hoyo, no les creo. Yo extraño mucho a mis hijos, los extraño llegar, porque ellos llegaban a las siete y media de la tarde. José Luis de la preparatoria, llegaba muy juguetón conmigo, Marco trabajaba junto conmigo, íbamos juntos. Llegaba a las 11 de la noche, yo lo esperaba a que regresara. Extraño muchas cosas de ellos, más el fin de semana. Yo daría todo porque me dijeran: “allá afuera están sus hijos”, que me dijeran, “mami ya llegué”, pero yo sé que eso, nunca será, ¿por qué?, por un maldito gobierno corrupto, por unos desgraciados que me los mataron.
–¿Cómo es un día normal para usted?
–En la mañana yo trabajo, entro a las seis. Ahorita nos alargaron el turno, salgo cinco y media. Llego a la casa, me quito la ropa del trabajo, me pongo hacer de comer y miro el reloj, a la hora que entraba José Luis, a las siete y media llegaba de la escuela. Llegaba muy amoroso, le daba su comida, se metía a su cuarto con su computadora. Luego llegaba Marcos, él trabajaba junto conmigo entrábamos a las cinco media de la mañana, a las tres salíamos, venía y me dejaba y se iba a la escuela. Yo lo esperaba a las once de la noche, se acostaba a la una, dos de la mañana haciendo trabajos de la escuela y así se levantaba muy temprano. El fin de semana ellos se levantaban súper tarde, descansaban lo que querían y nos organizábamos para la limpieza. Ahora estoy en depresión porque no tengo a mis hijos. Llegaban sus cumpleaños y les comprábamos un pastel, no reuníamos, mi esposo y yo los despertábamos, les dábamos sus regalos porque se lo merecían, avanzaban bien a la escuela. Ahora llega el cumpleaños de José Luis y espero que pase el día, le pongo sus veladoras y flores y me voy al panteón. Mi vida cambió. Para mi esposo es lo mismo. Ya no tenemos hijos con quien platicar, decir un regaño o un te quiero, un abrazo, ya no.
–¿Cuál es la situación de las familias de los otros jóvenes?
–La mayoría de los papás quedaron muy lastimados. A los muchachos que quedaron vivos los han operado varias veces. A un muchachito le dispararon en las piernas, a otro le dieron cerca de los pulmones y trae una bala ahí. A uno que le dieron en el abdomen. Los que sobrevivieron ya no son los mismos, uno de ellos me dijo: “doña Luz, nos quitaron a nuestros amigos, me siento solo”. Afortunadamente las otras familias tienen otro hijo, dos hijos, una hija. Desgraciadamente todos los afectados, cuando no es diabetes, es presión alta, mucha depresión, enfermedades. Al momento que pasó nosotros no lo sentimos, nos bloqueamos. Ya van a ser cinco años de mis hijos, yo ya no me siento bien de salud, estoy enferma, las otras familias están igual.
–¿Cuál sería la justicia para sus hijos?
–Yo lo que exijo que se haga justicia y que atrapen a los que faltan de Villas de Salvárcar y ahora, con los muchachos de Ayotzinapa, porque no es justo que se quede así; nosotros a sufrir y los que la hicieron, bien gracias. Yo pido justicia, no pido más, justicia para mis hijos, para todos los muchachos.
–¿Se prepara una demanda en contra del gobierno federal?
–Sí, estamos haciendo una demanda para que se resuelva, se haga justicia, lo que pedimos es que no quede impune, no se han resuelto muchas cosas. Lo que estamos pidiendo es indemnización por parte del gobierno federal y del estado. Cuando pasó esto de mis hijos a los 15 minutos llegaron federales, los soldados, pero dijeron que no escucharon nada, nomás nosotros los familiares. No llegaron ambulancias ni nada, nosotros tuvimos que llevar en camionetas a nuestros muchachos. Pedimos lo que nos corresponde por los daños, porque es una cosa tremenda. Fiscalía [del Estado de Chihuahua] no ha trabajado bien, nos trae puros cuentos, yo no veo que se muevan. Nosotros esperamos que regresen a este sujeto que se llevaron para México, a Israel Arzate Meléndez [a quien la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó su liberación inmediata el 6 de noviembre de 2013, al comprobarse que la prueba que lo vinculaba con el delito, se obtuvo bajo tortura] porque no es justo hay muchos muchachos que lo identifican al 100 por ciento, ¿por qué fregados se lo llevaron?, ¿por qué lo dejaron salir?
–¿Hay testigos que estuvieron ahí, que lo identifican?
–Siempre hubo testigos que lo identifican y si Fiscalía sabe que hay testigos, ¿por qué fregados lo dejaron ir?, esto tampoco se vale. Ahorita este señor anda en el Distrito Federal paseándose de seguro para arriba y para abajo y mientras, nosotros aquí.
–Señora, Calderón dice que se fue de la Presidencia de la República con las manos limpias. Si lo tuviera frente a frente de nuevo, ¿qué le diría?
–Le volvería a reclamar lo mismo, le volvería decir que por su culpa yo nos tengo a mis hijos, que por su culpa ha pasado todo lo que pasado y sigue pasando, por su culpa me quedé sola, porque él destrozó al país, y por su culpa, se perdieron muchas vidas, muchos inocentes, muchos estudiantes, familias completas: niños, bebés, no supo detener lo que ahora está pasando, igual que con Peña Nieto.
–¿Peña Nieto tampoco puede decir, cuando se vaya, que se va con las manos limpias?
–Claro que no. Yo quisiera ver un Presidente con verdaderos pantalones, pero tenemos presidentes que en lugar de tenerlos puestos, se los quitan, son los primeros que corren, en lugar de dar la cara, ni porque están viendo tanto sufrimiento, ahora con los estudiantes no se pone a pensar, ¿él no tiene hijos?, yo creo que no los tiene, por eso le vale un sorbete. Ojalá viniera a Juárez y lo pudiéramos tener en frente, ojalá, pero yo creo que estará difícil. Por lo que yo sé y están anunciado que al parecer vendrá pronto, pero así como le saca a una cosa, le saca a otra. Pero eso sí, vienen bien escoltados, ¿por qué no viene sin escoltas?, ¿por qué no ven de frente a la gente y resolver lo que está pasando?, ¿por qué le temen andar sin escoltas?