Cualquier persona que haya escuchado la alerta no puede quitarse de la cabeza el característico ulular que emiten unos 14 mil altavoces del país combinado con una voz que advierte de manera intermitente: “Alerta sísmica, alerta sísmica”.
La alarma se activa en Ciudad de México con terremotos que alcanzan la magnitud 6. La alerta la determina un complejo algoritmo que calcula la intensidad que puede tener el sismo en función de su magnitud y distancia.
Por Eduard Ribas i Admetlla
México, 17 de septiembre (EFE).- “Terrible, terror”. Así de contundente describe Catalina el miedo que le recorre el cuerpo cuando escucha la alerta que advierte a los mexicanos de que se avecina un sismo. Una sensación que ha incrementado desde el poderoso terremoto que azotó el centro del país el 19 de septiembre del año pasado.
“Antes no le dábamos importancia a la alerta. Nos poníamos debajo del marco de la puerta y ya”, recuerda la joven Fabiola, quien desde la experiencia de hace un año cumple estrictamente el protocolo de salir a la calle y alejarse de los edificios.
Cualquier persona que haya escuchado la alerta no puede quitarse de la cabeza el característico ulular que emiten unos 14 mil altavoces del país combinado con una voz que advierte de manera intermitente: “Alerta sísmica, alerta sísmica”.
Incluso algunas estaciones de radio y televisión detienen sus emisiones y las sustituyen por la alerta sísmica cuando ésta se activa.
“México fue pionero en el mundo en avisos de alerta por terremoto”, explica a Efe Juan Manuel Espinosa, ingeniero y director del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires), organización civil que fue fundada tras el letal temblor de 1985 y que actualmente gestiona la alarma.
El Cires comenzó a desarrollar el Sistema de Alerta Sísmica de Ciudad de México (SAS) en 1989, con 12 sensores situados en la zona sísmica de la costa del estado de Guerrero.
No fue hasta 1993 que se consiguió hacer funcionar por primera vez un sistema de alarma preventiva por terremoto, que por entonces tan solo alertaba a ciertas autoridades.
Dos años después, la alerta comenzó a difundirse públicamente por la radio, en escuelas y, posteriormente, a través de altavoces públicos en Ciudad de México y otras ciudades como Oaxaca.
“La primera alarma sonaba como una patrulla de policía. Por culpa de ello, cuando en las escuelas escuchaban el paso de una patrulla creían que se trataba de un simulacro”, explica Espinosa.
A raíz de eso, se convocó a profesionales de la industria de la radio mexicana para que desarrollaran “un sonido único para la alerta”, que se mantiene hasta el día de hoy.
El New York Times reveló recientemente que la persona que da voz a la alerta sísmica es el difunto Manuel de la Llata García, locutor de radio y actor de doblaje que llevó al español cintas como “Supermán” o “Los Ángeles de Charlie”.
La voz de Manuel de la Llata se activa en Ciudad de México con terremotos que alcanzan la magnitud 6. La alerta la determina un complejo algoritmo que calcula la intensidad que puede tener el sismo en función de su magnitud y distancia.
“Cada alerta depende del foco sísmico. Hay que determinar el origen y el momento en el que ocurre (el temblor) con los sensores para luego avisar a la alerta”, relata Espinosa.
El ingeniero explica que las ondas sísmicas se desplazan a una velocidad de entre cuatro y ocho kilómetros por segundo. Por ello, la alerta de la capital tiene entre pocos segundos y un minuto de margen para alertar del terremoto desde que los sensores lo detectan.
“El sismo del 19 de septiembre fue muy cerca y no hubo condiciones de medirlo de manera rápida”, lo que explica que la alerta comenzara a sonar cuando la ciudad ya estaba temblando, confiesa Espinosa.
A pesar de eso, el ingeniero sostiene que la alerta “hizo lo que tenía que hacer según los parámetros establecidos”.
Durante este año se ha desatado una polémica porque hay zonas de la capital donde no se escucha la alerta, lo que ha obligado al Gobierno de Ciudad de México a revisar algunos de sus altavoces.
Espinosa admite que el sistema de alerta “hay que mejorarlo de manera continua”. Entre los retos, señala, está diseñar avisos para la gente sorda y encontrar la manera de que la gente pueda despertarse si la alerta suena en la noche.
De todos modos, avisa de que la alerta sísmica no sirve de nada “si la gente desconoce el plan de seguridad”. Por ello pide una mayor concienciación para que los ciudadanos conozcan mejor cómo actuar cuando suena la alarma, en lugar de entrar en pánico.
Aun así, el recuerdo del pasado terremoto sigue desencajando rostros como el de Catalina, quien cuando escucha la alerta en el trabajo no puede más que pensar en su familia: “Si nos tiene que tocar, que nos toque juntos”, relata.