El sino del escorpión recuerda a Monsiváis cuando escribía sobre las generaciones de mexicanos formadas en los libros, luego sobre la generación formada en el cine y la radio (como la del mismo Carlos), para finalizar con la generación formada en la televisión (los nacidos en los años cincuenta del siglo viejo). Ahora, podemos ya hablar también de las generaciones formadas en las redes sociales. Pero la televisión, con sus posibilidades de streaming, sostiene su fortalecido impulso al homo videns, para el cual la palabra es suplida por la imagen y “lo visible prima sobre el pensamiento abstracto”, escribió Sartori en Homo videns. La sociedad teledirigida (1998).

El venenoso lee en Sienmbargo.mx una reveladora nota escrita por Guadalupe Fuentes López: “Decadencia a todo color. La tele mexicana va en un tobogán al abismo: sin credibilidad, acumula pérdidas…”, donde revisa la crisis de credibilidad de las dos mayores televisoras del país, Televisa y TV Azteca, así como la caída de sus acciones en la bolsa de valores, sus problemas financieros y su endeudamiento. La información está basada en estadísticas de Nielsen, Investigación de Mercados, el último reporte del Instituto Reuters y la Universidad de Oxford (junio 2024), así como en HR Ratings más información del Observatorio Mexicano de Medios.

El análisis de Guadalupe Fuentes se pregunta cómo a las televisoras “el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) les renovó sus concesiones por 20 años más” al final del sexenio de Peña Nieto, cuando afrontan “su peor ciclo financiero y de credibilidad por la calidad de sus contenidos, sobre todo en sus barras de opinión y noticieros”. También añade que a pesar de que sus contenidos en ocasiones exceden “los límites del respeto a las audiencias”, ambas televisoras gozan de la mayor publicidad oficial por parte del Gobierno federal, ya que en 2022, diez medios acapararon 52.88 por ciento de un presupuesto de mil 283 millones de pesos, y los primeros dos lugares son para Televisa y TV Azteca.

El venenoso quiere centrarse ahora en un fenómeno revelador, el reality show “La casa de los famosos”, porque este espectáculo televisivo ha trascendido más allá de los programas de chismes y rumores, el TikTok, la usuales mesas frívolas y las columnas periodísticas especializadas, para provocar extendidas protestas en redes sociales, una petición en change.org, un llamado de atención de la Secretaría de las Mujeres de la CDMX, e incluso una mención en la conferencia matutina del Presidente López Obrador. Todo ello, insiste el escorpión, por el contenido de abierta violencia de género que el programa transmite en televisión abierta.

El reality consiste, básicamente, en encerrar en una casa a quince personas más o menos famosas (actrices, actores, influencers, conductores, comentaristas, etcétera) y mantenerlos ahí durante ocho semanas sin comunicación con el exterior. Todo para observar sus comportamientos 24/7 y que el ganador (votado por el público), se lleve al final millones de pesos. En este contexto, lo que provocó protestas generalizadas y el llamado de atención de la Secretaría de las Mujeres, fue el grado de violencia hacia las actrices Gala Montes. Según reportó Guadalupe Fuentes, “la dependencia pidió a Rosa María Nola, productora del reality show que se transmite a través de televisión abierta por Televisa y por la plataforma ViX, evitar este tipo de actitudes”.

El influencer Adrián Marcelo y varios participantes más ya habían ejercido repetidas veces ostensible violencia de género en contra de la actriz Brigitte Bozzo, pero en el comunicado, la Secretaría, con “ese tipo de actitudes”, se refiere en particular a la agresión de este personaje, Adrián, en contra de la actriz Gala Montes, ataque que perpetua “estereotipos, prejuicios, discriminación y violencia contra las mujeres debido a que, de forma reiterada, desvalorizó y se burló de la salud mental y emocional de la actriz, situación que además fue difundida a través de las redes sociales”. Luego de esto, y tomando en cuenta que los habitantes de esa casa del horror no se enteran de lo sucedido afuera, “esas actitudes” empeoraron, pues se escuchó a tres participantes (incluida una mujer) llamar a “echarle aceite hirviendo” a Brigitte, “echarle agua hirviendo” y “acabar con ella”. ¿Un llamado al feminicidio en momentos en que se intenta liberar a un priista acusado de ser autor intelectual de arrojar ácido al rostro de una mujer?

Aunque muchos periodistas y analistas políticos desprecian hablar de la farándula por considerarlo un tema menor o indigno de sus especializados saberes, la violencia de género en este programa televisivo llegó incluso a la conferencia matutina del presidente López Obrador, quien al ser inquirido sobre el tema aseguró desconocerlo, pero se manifestó en contra de cualquier censura a la libertad de expresión y trasladó la responsabilidad a los productores y a la televisora. El alacrán no es especialista en la farándula y sus extrañas costumbres, pero le parece grave que actitudes criminales de abuso y violencia de género, agresión emocional, verbal y psicológica hacia las mujeres, se intenten normalizar o promover en un reality show en vivo y en directo ante millones de telespectadores y sin ninguna consecuencia.

No obstante, el alacrán sospecha que, impulsado por este álgido tema y en contra de lo que podría pensarse, el programa eleva su rating, se habla de él en todas partes, trasciende las noticias de chismes y sigue ganando espectadores. ¿Acaso la producción espera que al final de la competencia los violentadores y promotores de feminicidio reciban algún merecido castigo mediante el desprecio del público? ¿O los productores y participantes están conscientes de que el objetivo es precisamente un mayor escándalo y con él, más dinero, más patrocinadores, más éxito mediático, más espectadores?

El escorpión coincide entonces con la reportera de Sinembargo.mx cuando afirma: “La tele mexicana va en un tobogán al abismo...”

Alejandro De la Garza

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Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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