Georgina Moctezuma habló con SinEmbargo sobre su libro de ensayos, en los cuales combina su experiencia personal, la mística y la investigación de archivos históricos.
Ciudad de México, 17 de febrero (SinEmbargo).– El jardín de los ídolos (Fondo de Cultura Económica), cuya autora es la escritora Georgina Moctezuma, es un texto que explora todas las bondades que contiene el ensayo como género: se alimenta de elementos filológicos, de experiencias personales y al mismo tiempo de la propia historia de la ciudad de Puebla a partir de un recuerdo de esa primera infancia a la cual trata de regresar la autora.
Esta obra ganó el Premio Nacional de Ensayo Joven José Luis Martínez 2022. El libro consiste en cinco ensayos: “El jardín de los ídolos”, “Imaginería ligera”, “Las reliquias”, “Escucho con mis ojos a los muertos” y “Vaciar la casa de mi abuela”, en los cuales combina su experiencia personal, la mística y la investigación de archivos históricos.
“Entiendo el ensayo literario como esa posibilidad de recuperar una voz que parte de lo autobiográfico, pero que no es únicamente eso, sino que se pueden enlazar a historias que a mí me importan. Las historias tratan de diversos temas y a pesar de que hablan de un lugar muy concreto, que es la ciudad de Puebla, sí se asoman otros temas, que incluso para alguien que no es de aquí, pueden identificarse”, comentó la autora en entrevista.
De fondo, el lector puede desentrañar diferentes elementos mágicos que provienen de culturas prehispánicas y que están latentes a lo largo del virreinato que suele pasar desapercibido en la historia nacional.
Georgina Moctezuma pudo conocer este periodo de cerca durante su experiencia laboral en un proyecto de catalogación en un Archivo Histórico hace años.
“Para mí era muy rico encontrar en esos archivos, en esos documentos, eran cosas cotidianas, la verdad es que eran los gastos diarios de una fiesta, eran a lo mejor como los materiales que se ocupaban para ciertas construcciones, era sobre cuánto pagaban por el maíz o cuánto pagaban por el frijol, entonces, ahí es donde vi ese mestizaje: tenían la parte católica, que también tenía arrebatos místicos y tenía santos que se desmembraban para recuperar sus reliquias y eso también era súper fantástico en ese sentido.
Y por el otro, ahondó, dio con relatos que se han rescatado donde se recuperan todas esas historias que se tenían de antes de la llegada de los españoles. “Es ahí donde creo que se podría ensayar más al respecto, como en ese constante de cómo era el día a día, qué era lo que había, que se hacía como actividades muy básicas”.
Uno de los elementos místicos que aborda en sus ensayos es el de la serpiente, desde todo tipo de concepciones, desde la católica hasta la prehispánica.
“Era un elemento que yo quería introducir, la serpiente, los ídolos, es un símbolo que para mí tiene como mucha textura. Me interesaba por el lugar que tiene en el Génesis o que tiene en la tradición prehispánica de la Coatlicue, de muchas otras deidades que se relacionan directamente con la serpiente”.
Y ahondó: “es parte de algo que es un relato personal, como cierta fantasía que yo tenía, y que buscando en esta relación de todo lo que la serpiente implica se quedó muy bien en la narrativa, en la escritura del jardín”.
