Por el estado de nuestra boca podemos deducir algunos rasgos de nuestra salud que nos lleven a visitar a un médico o a mejorar ciertas prácticas y costumbres.
Por Jordi Sabaté
Madrid, 17 de febrero (ElDiario.es).- Hace unos años, en Ocho cosas malas que te pueden pasar si no cuidas debidamente tu boca hablábamos de los peligros para la salud que implicaba una mala higiene bucodental, ya que infecciones en esta zona podían suponer un esfuerzo inmunulógico que estresara el cuerpo, además del peligro de recircular los gérmenes a otras partes del cuerpo vía el torrente sanguíneo.
Comentamos entonces que los problemas de boca pueden llevar a sufrir problemas musculares, articulatorios o incluso renales y cardíacos si se mantenía una mala higiene y no se les ponía remedio. Ahora queremos retomar el tema pero desde la óptica opuesta, para explicar qué posibles enfermedades, y sobre todo qué malos hábitos, podemos padecer y qué nos dicen nuestras muelas y encías sobre ellas y ellos.
Que no cunda el pánico, aviso para personas hipocondríacas. Un síntoma o rasgo debe ir acompañado de otros para determinarnos a visitar a un médico. Ahora bien, a veces, si sospechamos que no estamos del todo bien, un mal estado de la zona bucodental puede servir para determinarnos. Por otro lado, lo que más suelen reflejar unos dientes y encías en mal estado es una higiene bucodental deficiente y una alimentación incorrecta.
10 COSAS QUE DICE NUESTRA BOCA
Superficie de los dientes plana: si la superficie dental tiene poco relieve es una muestra clara bruxismo [leer ¿Cómo saber si rechino los dientes?], fruto de una mala gestión del estrés cotidiano o por hechos puntuales como cambio de trabajo, problemas sentimentales, etc,
Encías sangrantes: si las encías nos sangran sin motivo o al apretar, aunque sea esporádicamente, estamos ante un síntoma de mala nutrición que provoca anemias, por falta de hierro o avitaminosis, es decir déficit de determinadas vitaminas. No hace falta recurrir a la expresión "pasar hambre" para explicar lo que es la mala nutrición, basta con pensar en alguien que come muy poca fruta y verduras, así como poca carne y pescado, y se alimenta en exclusiva de ultraprocesados.
Caries numerosas y frecuentes: delatan un exceso de azúcar y alimentos dulces en la dieta, que es el motor de la proliferación de las bacterias de la caries; también puede tener vínculo con una posible diabetes, en la que la alta cantidad de azúcar en sangre dificulte la llegada de las defensas a la zona. [leer Estos son los alimentos que más perjudican los dientes]
Manchas marrones: debidas al tabaquismo, al abuso del café o el té o incluso al abuso del vino o algunas frutas. También hablan de una mala higiene con cepillados poco frecuentes. [leer Cómo lavarse los dientes correctamente]
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Dientes amarillos: pueden deberse a la ingesta de determinados antibióticos en la infancia, que retrasaron la esmaltación del diente, así como a algunos antidepresivos y antihistamínicos, con pH ácido y por tanto corrosivo. También hablan de mala higiene bucal, de que nos cepillamos poco y no nos lavamos correctamente los dientes [leer Este es el top 10 de sustancias que más manchan los dientes].
Manchas blanquecinas o surcos en el esmalte: es la llamada hipoplasia dental, una detención en el desarrollo dentario en algún momento de nuestra vida debido a enfermedades en la infancia, a una malnutrición o bien a síntomas de enfermedad celíaca.
Encías retraídas: la retracción de la encía sobre la superficie del diente, que deja visible la zona sensible y no esmaltada llamada dentina, se debe a problemas de sarro, que no es necesariamente suciedad sino la placa de bacterias que habitan este área. El sarro obedece a un pH básico de la boca, ya sea por edad, por cuestiones genética, etc. Por descontado se relaciona con la higiene, pero personas con poca higiene pueden tener menos y otras más aplicadas más. Además puede provocar el retraimiento el uso de cepillos de cerdas demasiado duras.
Dolor pasajero al tomar líquidos calientes o fríos: es consecuencia del retraimiento de las encías, que además de la estética tiene efectos nerviosos debido a la exposición de la dentina, la parte sensible del diente. A este respecto, un estrés excesivo también puede provocar retraimiento.
Encías enrojecidas e inflamadas, con dolor: la consecuencia final del retraimiento si no hay buena higiene es una periodontitis, es decir una infección de las encías. Cuidado que puede estar vinculada a una mala higiene, pero también a una posible diabetes o a enfermedades renales cuando nos esmeramos y la periodontitis persiste. [leer Diez pistas para saber si padecemos diabetes]
Dientes deslucidos: se debe a la pérdida del esmalte dental por reflujo gastroesofágico, xerostomía, abuso de refrescos ácidos, que suelen tener ácido ortofosfórico.