En su investigación, el New York Times explica cómo los problemas ambientales están desafiando a los centros urbanos del mundo en los que tanto se ha investido. En específico, dice que gran parte de los 2 millones de habitantes en la Ciudad de México no tienen servicio de agua potable. Además, detalla, los capitalinos se enfrentan a graves problemas de la salud derivados de la contaminación del aire y corren riesgos por la vulnerabilidad de la vivienda a los deslizamientos de tierra, “lo que significa que no podemos abordar ninguno de los verdaderos problemas de la ciudad sin enfrentar el problema climático”.
Ciudad de México, 17 de febrero (SinEmbargo).– La Ciudad de México ha estado siempre “corta de agua”, pero sigue perforando más y más, debilitando los antiguos lechos de barro de arcilla sobre los cuales los aztecas construyeron gran parte de la ciudad provocando que se desmorone todavía más, dice un reportaje interactivo publicado este viernes por The New York Times.
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La investigación, realizada por Michael Kimmelman y que contiene fotografías de Josh Haner, plantea que este es un ciclo que se ha agudizadopor el cambio climático. “Más calor y sequía significan más evaporación y más demanda de agua, añadiendo presión para aprovechar depósitos distantes a costos asombrosos o drenar más los acuíferos subterráneos y acelerar el colapso de la ciudad”, establece.
Kimmelman se refiere a la Delegación Iztapalapa, donde viven cerca de dos millones de personas, “muchos de ellos incapaces de contar con el agua de sus grifos– donde las banquetas parecen “porcelana rota”, y 15 escuelas elementales se han desmoronado o derrumbado.
“Se está escribiendo mucho sobre el cambio climático y el impacto del aumento de los mares en las poblaciones ribereñas. Pero las costas no son los únicos lugares afectados. La Ciudad de México –en lo alto de las montañas, en el centro del país– es un ejemplo evidente. El mundo ha invertido mucho en las capitales llenas de gente, como ésta, con un gran número de personas, grandes economías y la estabilidad de un hemisferio en riesgo”, destaca en el texto, el primero, de acuerdo con el NYT, de una de una serie de artículos que publicará en los días siguientes sobre cómo el cambio climático está desafiando a los centros urbanos del mundo.
A diferencia de los congestionamientos de tránsito o el crimen, el cambio climático no es algo que la mayoría de la gente vea o sienta fácilmente, no es algo de lo que los habitantes de la capital del país hablen todos los días, pero “es como una tormenta que se aproxima, forzando un tejido social ya precaria y amenazando con empujar a una gran ciudad hacia un punto de ruptura”.
El periodista cita a Arnoldo Kramer, director de resiliencia de la Ciudad de México: “El cambio climático se ha convertido en la mayor amenaza a largo plazo para el futuro de esta ciudad. Y eso se debe a que está relacionada con el agua, la salud, la contaminación del aire, la interrupción del tráfico de las inundaciones, la vulnerabilidad de la vivienda a los deslizamientos de tierra, lo que significa que no podemos abordar ninguno de los verdaderos problemas de la ciudad sin enfrentar el problema climático”.
Hay mucho más en juego que el bienestar de esta ciudad, plantea Kimmelman, pues llegado el extremo, y si el cambio climático causa estragos en el tejido social y económico de los países emergentes –como la Ciudad de México–, advierte el escritor Christian Parenti, “ninguna cantidad de muros, armas, alambre de púas, aviones aéreos armados o mercenarios permanentemente desplegados serán capaces de salvar a una mitad del planeta del otro “.