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Sierra de Guerrero, 16 de febrero (SinEmbargo).– Es suficiente ver los pies de Nicasio para saber que el narcotráfico no es, necesariamente, dinero fácil ni riqueza desbordada. El trabajo de los gomeros guerrerenses es duro y lo es más desde el colapso del Cártel de los Beltrán Leyva, cuando la organización se pulverizó en una docena de bandas que ofrecen a los campesinos de la amapola la disyuntiva de la lealtad absoluta o la muerte despiadada.
El trabajo siempre ha sido duro. La amapola es más exigente que el maíz y más amarga que el café. Nadie siembra adormidera en su parcela y a las plagas que persiguen las flores –conejos, zorrillos y gusanos– se suma la caza del Ejército, que destruye el intenso trabajo de tres meses en un santiamén.
La pérdida, como siempre, es para el campesino.
¿Cómo es la vida en los campos vestidos de flores? ¿Cómo es hacer dar a luz a la dama de roja para escurrirle la heroína, una de las drogas más adictivas y letales?
SinEmbargo sigue su recorrido por Guerrero, tierra de la amapola, era dama vestida de rojo..