La “narcodiputada” se inició en el negocio por amor, ya que “El Chapo” la envió al área del Triángulo Dorado, en las montañas de Durango, para que comprara marihuana para él, dado que ella había vivido en esas comunidades y tendría facilidades para ello.
Nueva York, Estados Unidos, 17 de enero (EFE).- La ex Diputada mexicana y amante de Joaquín “El Chapo” Guzmán, Lucero Guadalupe Sánchez, relató hoy ante un jurado estadounidense el arranque de su relación sentimental con el narcotraficante, así como su entrada en el negocio de la marihuana por amor hacia el capo.
Hablando de forma abatida, Sánchez, quien una vez fue la legisladora local más joven del estado de Sinaloa con solo 24 años, se declaró confusa sobre la clase de relación que mantenía con Guzmán: “Hasta el día de hoy yo estoy confundida, porque pensé que (la nuestra) era una relación de pareja”.
“Yo me confundía con mis propios sentimientos, a veces lo quería y otras no, por sus diferentes actitudes trataba siempre de tenerlo contento”, relató la joven de 29 años, que inició un romance con “El Chapo” cuando solo tenía 21, mientras la Fiscalía leía en voz alta distintos mensajes que intercambió con el narcotraficante.
En varios mensajes de texto, en los que ambos se dirigían el uno al otro como “amor”,”El Chapo” daba órdenes a Sánchez sobre cómo quería que enviara los paquetes de marihuana, que debían ser de 10 kilos cada uno.
La “Narcodiputada” se inició en el negocio por amor, ya que “El Chapo” la envió al área del Triángulo Dorado, en las montañas de Durango, para que comprara marihuana para él, dado que ella había vivido en esas comunidades y tendría facilidades para ello.
Su encargo estaba claro: las instrucciones de “El Chapo” era que le mandara droga “que tuvieran las tres B de calidad”: buena, bonita y barata.
Sin embargo, ella misma no estaba cómoda con esa decisión, por lo que empezó a enviar al Chapo marihuana “con semilla” (de peor calidad). “Quería que se molestara conmigo y me mandara venir, pero no lo conseguí”, relató.
Incluso contó algunas de las desventajas de trabajar en zonas de montaña, donde tenía que subir cada mañana y cada tarde a un cerro para obtener señal telefónica y poder recibir los mensajes con órdenes del narcotraficante.
“El Chapo”, notablemente incómodo, apenas dirigió la mirada a la testigo, en tanto que buscó con los ojos a su mujer, Emma Coronel, en diversos momentos de la sesión.
Coronel, vestida con un traje de chaqueta negro, solo reaccionó al arranque del testimonio de la amante de su marido, riéndose sobre la confusión de sus sentimientos.