Yecenia Armenta Graciano lleva presa en el Centro de Ejecución de las Consecuencias Jurídicas del Delito (CECJUDE) de Culiacán, Sinaloa, desde 2012. Durante las noches, agentes ministeriales –cubiertos con pasamontañas– revisan las celdas para detectar drogas o armas. Ella se siente incómoda y se llena de temor. Le hacen recordar a los que la golpearon y torturaron para que, con los ojos vendados, declarara en un documento haber participado en el asesinato de su esposo, hermano del actual candidato a la gubernatura del estado por el Partido Sinaloense, Héctor Melesio Cuén Ojeda.
Ciudad de México, 27 de mayo (SinEmbargo).– Yecenia Armenta Graciano fue víctima de tortura, de acuerdo con análisis de peritos, para que firmara con los ojos vendados un documento donde “confesaba” haber ordenado el asesinato de su esposo. Casi cuatro años después de las agresiones físicas, sexuales y psicológicas que recibió, desde prisión, pidió al juez –quien tiene la última decisión sobre su situación legal– que actúe por justicia y no por cuestiones políticas.
El 9 de mayo pasado, la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de Sinaloa formuló al juez conclusiones acusatorias. Ahora él es quien tiene que determinar si será liberada o condenada por delito de homicidio agravado. En entrevista telefónica con SinEmbargo, Yecenia le solicitó "que sea humano, que actúe por justicia y no por cuestiones políticas, que tome en cuenta que se me hizo firmar esa declaración falsa y que vea las falsas declaraciones de los agentes policiales".
Ella tiene dos hijos, una chica de 18 años y un joven de 16 años, quienes la van a visitar los sábados. Antes de ser relacionada con el homicidio de su esposo, su vida estaba dedicada a ambos, a su marido y a su hogar. Lo disfrutaba. Ahora, encerrada, requirió al juez "que piense en mis hijos, en el tiempo que nos han robado. Confío en Dios para que actúe apegado al derecho".
Yecenia nació en Guasave, Sinaloa. Se levanta a las siete de la mañana a pasar lista. Sobrelleva sus días leyendo, tomando el curso de belleza que imparten a las internas, caminando en un espacio pequeño y rezando el rosario a la Virgen de Guadalupe durante las tardes. Pero todo entre las rejas.
"A veces me despierto sin ganas de levantar la cabeza. Es cansado. Parece que nunca va a acabar", dicen en entrevista telefónica con SinEmbargo.
La relación con sus compañeras "es buena y de respeto". Nunca ha tenido algún conflicto y entre ellas se comparten ya sea comida, dulces o libros. No obstante, sin saber la razón, prefiere las actividades donde no hay muchas personas.
Durante las revisiones por las noches es cuando se siente incómoda. Agentes ministeriales, con pasamontañas, pasan a las celdas a vigilar que no haya armas o drogas.
"Me hacen sentir temor porque pertenecen a los policías que me golpearon...".
"FUERON BASTANTES GOLPES, AMENAZAS..."
Días después de la muerte de su esposo, el 10 de julio de 2012, Yecenia conducía su automóvil rumbo al aeropuerto. Era una mañana tranquila y normal, evocó. Triste por la pérdida, pero tenía la convicción de cuidar a sus hijos. Tras el funeral, su cuñada regresaba a la Ciudad de México. En el asiento de atrás iba su hermana. De pronto, un vehículo se le atravesó y descendieron dos hombres de civil. Las obligaron a bajar con el argumento de que se trataba de una unidad reportada como robada.
Primero Yecenia fue trasladada en un auto junto con su hermana. De su cuñada no volvió a saber. Posteriormente, dos encapuchados la llevaron solo a ella a una camioneta. "Ahí empezaron las agresiones verbales", recordó. La tumbaron en un asiento, esposaron sus manos hacia atrás y le vendaron los ojos. A partir de ahí no volvería a ver. Sólo escucharía y percibiría a sus agresores.
Al llegar a un zaguán, la atacaron física y verbalmente. Voces le cuestionaron sobre una persona que no conocía y que la relacionaban con el asesinato de su esposo. "Fueron bastantes golpes, amenazas; fue una cosa muy difícil".
Luego, por terracería, la condujeron a otro sitio. Sólo escuchaba amenazas. Le decían que ya tenían a su hermana y le cortarían la lengua y la cabeza.
–Ya te llevó la chingada. Los ministeriales te entregaron –le gritaron. Ella asumió que eran miembros del crimen organizado. La violaron.
No paraban de lanzarle preguntas sobre su familia y arrojarle agua. "A ratos me desmayaba y me despertaban a golpes para que siguiera hablando", narró durante la charla con este medio.
Después de ser colgada, atada de los tobillos, y sólo percibir la presencia de muchos hombres y escuchar la risa de una mujer, fue obligada a firmar con los ojos vendados el documento donde "aceptaba" haber ordenado el homicidio de Jesús Alfredo Cuén Ojeda, su esposo.
Él, médico en la Dirección de Deportes de la Universidad Autónoma de Sinaloa, fue asesinado a disparos al salir de un restaurante el 2 de julio de 2012, un día después del proceso electoral en el que su hermano Héctor Melesio Cuén Ojeda participó como candidato al Senado por el Partido Nueva Alianza (Panal). Actualmente es el candidato a Gobernador de Sinaloa por el Partido Sinaloense y Movimiento Ciudadano.
APOYO DE AMNISTÍA INTERNACIONAL
Amnistía Internacional ha seguido el caso de Yecenia al menos desde hace dos años. Ella se siente profundamente agradecida y aseguró que su apoyo es "como un respiro".
A lo largo de su estancia en el Centro de Ejecución de las Consecuencias Jurídicas del Delito (CECJUDE) de Culiacán, ha recibido cartas de aliento de miembros de la organización internacional. Algunas no las entiende porque están escritas en otro idioma. También le envían postales, collares o pulseras.
"He sentido un gran apoyo [...]. Es una bendición, estoy eternamente agradecida con cada uno de los que se toman el tiempo de escribirme y contarme sobre sus vidas; es como un respiro", afirmó.
Finalmente, antes de que fuera a comer después de la entrevista, SinEmbargo solicitó a Yecenia enviar un mensaje a quienes lean sobre su caso.
Pidió, en primera instancia, tomarse tiempo para conocer a las personas antes de juzgarlas. "A quienes creen en mí", añadió, "síganme apoyando, oren por mis hijos y piensen en otras personas con mi mismo caso. Yo espero justicia, que no se olviden de mí y que a nadie lo traten como a mí se me trató", concluyó.
CNDH PIDE CASTIGAR SU TORTURA
En febrero de 2013, la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH) de Sinaloa determinó que aplicaron tortura en contra de Yecenia y lo notificó a la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE). En septiembre de 2012, médicos independientes ya habían detectado señales físicas y psicológicas.
El Ombudsman sinaloense, Juan José Ríos Estavillo, informó que encontraron violaciones a su derecho a la libertad, integridad, seguridad personal, legalidad y salud. Ante ello, recomendó iniciar una investigación contra los servidores públicos identificados como responsables.
La PGJE no aceptó la recomendación por no estar acreditada la existencia de una “situación de coacción” contra la mujer.
Dos años después, en enero de 2015, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) pidió al Gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez, acatar las disposiciones emitidas por la CEDH por la tortura a Yecenia Armenta. Coincidió en que se violaron los derechos humanos a la integridad y seguridad personal, así como al trato digno, y demandó a López Valdez que se repare el daño.
“Después de la recomendación de la CNDH en 2015, el estado de Sinaloa abrió una averiguación previa por tortura en el caso de Yecenia. Nosotros tenemos contacto con la Procuraduría estatal, pero no hemos visto resultados completos. Peor aún, después de tantas evidencias y a cuatro años de su tortura, la Procuraduría tuvo la audacia de mandar peritos para retraumatizarla y levantar otra pericia para fallar que ella no fue torturada”, dijo Madeleine Penman, de Amnistía Internacional.