Hace 16 años el entonces Presidente Vicente Fox Quesada ideó que la solución contra el desempleo y la economía informal era que los mexicanos generaran sus propios trabajos por medio de negocios propios que denominó “changarros”. Como resultado, todavía hoy en día 70.1 millones de mexicanos trabajan en la informalidad.
Ciudad de México, 6 de mayo (SinEmbargo).– “No hay proyecto que exija más esfuerzo, desvelos, trabajo y dedicación que crear y mantener un changarro”, aseguraba el ex Presidente Vicente Fox Quesada hacia el final de su mandato. No estaba equivocado: percibir un salario bajo, sin seguro médico ni otras prestaciones de Ley, exige esfuerzo.
El Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario (Pronafim) de la Secretaría de Economía (SE) fue creado en 2001, durante la administración del panista Vicente Fox con el objetivo de reducir el número de trabajos informales por medio de la creación de oportunidades de autoempleo a través de “apoyos no recuperables destinados a la difusión, promoción y operación de esquemas de microseguros y de capacitación al microempresario”. Fox Quesada se refirió como “changarros” a estas micro y pequeñas empresas.
Instituir el Pronafim implicó crear un fideicomiso ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y Nacional Financiera (Nafin), por medio del cual habían sido otorgados 7 mil millones de pesos a cinco años de su creación, en julio de 2006. La última estadística señala que tan sólo en 2015 fueron beneficiadas 600 mil personas y en total se otorgaron mil 400 millones de pesos en microcréditos.
En la actualidad, este programa apoya a negocios como panaderías, tortillerías, carpinterías, cafeterías, entre otras, por medio de créditos que van desde 500 hasta 60 mil pesos. Estos micro y pequeños negocios son alrededor de 99.8 por ciento del total de empresas en México y generan 72 por ciento del empleo, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Los microempresarios tienen un ingreso promedio de 5 mil 600 pesos mensuales, de acuerdo con Cynthia María Villarreal Muraira, coordinadora del programa. Al respecto, académicos opinan que el resultado del Pronafim han sido empleos que no les proporcionan a sus dueños y empleados los recursos suficientes para sobrevivir.
Villarreal Muraira declaró en 2015, en el marco del XIV Encuentro Nacional de Microfinanzas, que este ingreso hace a los microempresarios vulnerables y que los microcréditos son apenas suficientes para subsistir porque los emprendedores deben recibir, además de los recursos, educación financiera.
Así, el programa que nació como antídoto contra el desempleo ha cumplido de manera parcial con su objetivo.
Por cada 100 microcréditos erogados de Pronafim son generados, en promedio, 65 empleos. De éstos, 28 son autoempleos y 37 empleos indirectos. Esto es lo que señala el estudio “Small is Beautiful. La política de microfinanciamiento en México: impacto y rentabilidad social”, elaborado por el doctor Henio Millán y publicado en la Revista Mexicana de Sociología.
Aproximadamente 211 mil personas son empleadas cada año por medio de este programa; sin embargo, las condiciones laborales de estos empleos no son tan afortunadas.
“Plantear que cualquiera puede tener su “changarro” es algo desatinado, una ocurrencia, porque lo que los mexicanos desean es tener un empleo decente, digno, que tenga seguridad social”, como plantea el profesor Alfonso G. Jiménez de Sandi Valle, economista y sociólogo, especialista en Asuntos Latinoamericanos en entrevista para este medio.
RELACIONES LABORALES DETERIORADAS
“En países como Italia, los pequeños negocios juegan un rol muy importante en la economía”, dice el profesor Jiménez. Sin embargo, en el caso de México, ni la economía ni las relaciones entre empleados y empleadores pudieron seguir el modelo italiano.
En las micro y pequeñas empresas hay una “enorme flexibilidad de las relaciones laborales: los trabajadores no tienen sindicalización ni contrato colectivo. Son empleos precarios, con malas condiciones de trabajo en los que el patrón despide a alguien y normalmente no pasa nada. Es todo un pantano”, explica el doctor Enrique de la Garza Toledo, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana y ex presidente de la Asociación Latinoamericana de Sociología del Trabajo.
Ambos académicos coinciden en que los trabajadores de las micro y pequeñas empresas están “a la merced” de sus patrones porque por un lado la corrupción impide que las inspecciones sean realizadas de manera eficaz y, por otro, la mayoría de los trabajadores consideran que no están en posición de exigir que sus derechos sean respetados.
“El mundo del Derecho laboral les parece [a los trabajadores] una caja negra muy oscura. Tendrían que emplear a un abogado laboral, pero apenas les alcanza para medio vivir, y tampoco tienen confianza de que puedan salir adelante”, explica el doctor de la Garza.
Ante este panorama, y 16 años después de que el Pronafim fue instaurado, las micro y pequeñas empresas como generadoras de empleo se quedaron en promesas. “La idea de apoyar a los emprendedores suena muy bien en el discurso, pero no lo vemos en la práctica”, opina Alfonso Jiménez.
“El Gobierno federal, incapaz de fomentar otro tipo de crecimiento de empresas grandes, trató de hacer algunos programitas, pero tenemos 30 años de un crecimiento económico fundamentalmente bajo, eso quiere decir que se ha fracasado en el modelo y, por tanto, no se proporcionan suficientes empleos”, concluye Enrique de la Garza.
Vicente Fox aseguraba hacia el final de su administración que “difícilmente se podría encontrar otra Nación que quiera tanto a sus emprendedores, a sus changarros, a su gente que quiere progresar, trabajar, que quiere salir adelante". Difícilmente se podría encontrar, también, a otra Nación que considere 5 mil pesos mensuales como un salario digno.