Lino Cruz Campos fue detenido por policías estatales de Veracruz, quienes argumentaron que se escapó. “Pero esas son mentiras, porque el amigo de mi hermano, el que se peló, nos dijo que a él ya lo llevaban en la batea bien esposado. Todavía los estatales nos dijeron que nos fuéramos a la casa, que eran unos ladrones, pero que en la noche regresarían”, reclama su hermana.
Por Miguel Ángel León Carmona
Ciudad de México, 7 de mayo (SinEmbargo/BlogExpediente).– Lino Cruz Campos decidió vivir, quizá los últimos minutos de existencia, junto a su mejor amiga: su hermana. Se embriagó como siempre en el estanquillo del pueblo, pero actuó como nunca al llegar a casa. Entró con la mirada extraviada. Pidió de comer. Caminó de un lado a otro hasta que decidió mostrar la pantalla del celular: una amenaza se leía y su remitente era algún delincuente.
“Tu amigo Beto te está esperando en el infierno. También te va a cargar tu puta madre”, ambos hermanos tragaron saliva amarga luego de leer el texto, basto en faltas de ortografía.
Doña Martha entonces imploró “Lino, mejor vete. Hazlo por tus hijos”. Sin embargo, el hoy desaparecido respondió con voz firme: “Yo también juré a mi amigo ver por la familia”. Comió y se fue, no sin antes encomendar esta vez a los suyos. Fue la última ocasión que los hermanos se estrecharon la mano, una amistad de 47 años estaba por largarse.
Parte del génesis de otra desaparición forzada en Potrero Nuevo, Atoyac, Veracruz. Otro levantamiento masivo; el primero fue el 2 de agosto de 2013, cuando policías estatales, presuntamente, privaron la libertad de 19 personas. Unos años más tarde, el 13 de octubre de 2014, borrarían el rastro de otros seis, entre ellos el de Lino Cruz Campos.
Con base en la carpeta de investigación con número 04/2015, los captores también fueron gendarmes de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, a cargo de Arturo Bermúdez Zurita. De aquella barredora uno sobrevivió, el mismo que ayudó a que la hoja de denuncia ante el Ministerio Público de Atoyac no estuviera en blanco como tantas otras.
Tuvieron que pasar meses de sufrimiento para que Martha, la hermana del Lino Cruz Campos, finalmente decidiera narrar su historia a la prensa, para que la foto de su hermano se replique y la ayuden en la búsqueda, comenta.
La plática se da a puerta cerrada. La señora corre las cortinas, atranca todas las entradas de su casa y comienza a relatar con decibeles que apenas se distinguen en la grabación. Y no es para menos, hace unas horas que fue hallado el cuerpo de un joven con la cabeza por un lado y las manos por otro, regado sobre los cañaverales, a unos metros del domicilio que hoy sirve de guarida.
“A MI HERMANO SE LE ANUNCIÓ LA MUERTE UN MES ANTES”
“Un mes antes de que desapareciera, en septiembre de 2014, mi hermano vio cómo sujetos armados asesinaron de varios impactos de bala a su jefe y amigo. Los agarraron frente a la iglesia de Cristo Rey, la más importante del pueblo, donde el padre cada mes reza por los desaparecidos”, relata la mujer.
Desde entonces, el comportamiento de Lino Cruz Campos cambió, se le notaba temeroso y en guardia, revela. No obstante de las amenazas, siguió laborando para la cónyuge del finado como chofer de maquinaria pesada.
Fue el lunes 13 de octubre, cuando el hombre de 47 años salió a trabajar en punto de las 7 de la mañana. Encendió el motor de una camioneta blanca con tubos negros, que le había sido prestada para laborar, de donde sería sustraído horas más tarde.
El reloj marcaba los primeros minutos del día 14 de octubre de 2014. La esposa de Lino Cruz Campos seguía esperándolo desde las 13 horas del día anterior, cuando le avisó que ya iba llegando para comer juntos. Fue cuando varios puñetazos sobre la puerta de lámina resonaron en la casa de Martha, la hermana.
Era un conocido del desaparecido, sus ropas llegaron empapadas de aguas negras del río de Tepatlaxco, Veracruz, a donde, contó, se arrojó para que la corriente lo alejara de la tragedia. El hombre jadeaba de cansancio y de angustia, tenía heridas sangrantes sobre su piel, que rebotó entre piedras y troncos que llevaba la corriente.
“Fueron los estatales. Se llevaron a seis, entre ellos iba el Lino, llegaron en sus patrullas y soltaron de tiros, a él ya lo llevaban trepado en la batea esposado. Apenas me dio tiempo de escapar, no sé si mataron a alguien. Yo vengo a decirles que lo vayan a buscar al rancho Los Naranjos, allá fue el desmadre. Me tengo que ir del pueblo si quiero librarla”, dijo el testigo.
Fue lo último que Martha supo del informante, apenas comunicó lo sucedido, recuperó el aliento y salió disparado entre el chilladero de los grillos y los ladridos de perro. El hombre se perdió entre la madrugada.
La familia acudió al día siguiente hasta el predio de Marcelino Reyes, en Paso del Macho, Veracruz, sitio donde presuntamente desvalijaban autos de carrocería pesada. “Cuando llegamos, al poco rato llegaron los estatales, como si alguien hubiera dado el aviso. Fue ahí cuando les eché todo en cara”, comenta la hermana, con el mismo tono quedo.
“NOSOTROS LO DETUVIMOS, PERO SE NOS PELÓ”
Los policías estatales aceptaron haber detenido a Lino Cruz Campos y otras cinco personas, según la declaración 04/2015. Sin embargo, el copiloto argumentó que todos habían escapado a bordo de una camioneta, misma que sería reportada por los mismos agentes estatales como abandonada y puesta en resguardo en un corralón de Paso del Macho, Veracruz.
“Pero esas son mentiras, porque el amigo de mi hermano, el que se peló, nos dijo que a él ya lo llevaban en la batea bien esposado. Todavía los estatales nos dijeron que nos fuéramos a la casa, que eran unos ladrones, pero que en la noche regresarán”, reclama Martha.
Y pasó el tiempo. La hermana comenta que la vigía nocturna duró hasta el mes de enero de 2015, cuando la desesperación los llevó a imponer una denuncia. Noches de llanto y vela que a todos en la familia agotó. De ahí se desprendió también un infarto cerebral al padre del hoy desaparecido.
El viejo, a la fecha, espera al más joven de sus hijos tirado en cama, con la mitad de su cuerpo paralizado.
“MI HERMANO ERA MUY HUMILDE PARA SER MALANDRO”
“No sé si mi hermano andaba en malos pasos, pero si vieran en qué condiciones vivía. No tenía ni mesa para comer ni sillas; tiene una estufa vieja que mi madre le dejó de herencia hace unos 22 años. Su pinche camioneta vieja nadie la ha podido echarla a andar. Así no vive un malandro”, comenta la hermana sin contener su importancia y le invade el llanto.
“Él se fue pensando en que no tenía dinero, se acercaba el día de muertos y no tenía siquiera para el altar de nuestra madre. Yo veo sus fotos y siento que me dice, hija de la chingada, estás viendo que me está cargando la madre y no haces nada por mí”, lamenta Martha.
Un hombre de quien su familiar extraña principalmente los consejos que solía darle para abandonar la bebida, así como las llamadas de atención. "El Oso" le apodan sus familiares “por gordito”, así era hasta antes de que la diabetes lo invadiera.
Con base en la información de la página de internet de desaparecidos de la Fiscalía General del Estado, Lino Cruz Campos viste pantalón de mezclilla azul, camiseta roja, zapatos café y una gorra azul que nunca se quitaba.
Para Martha, desde la tragedia del 13 de octubre de 2014, el acudir a Servicios Médicos Forenses se ha vuelto un hábito, lo primero que busca en un cadáver maloliente son los pies, particularmente el derecho, “a mi hermano le amputaron un dedo a consecuencia de la diabetes. Cuando los muertitos llegan enteros, es lo primero que le busco como seña particular”.