Sergio Fajardo Valderrama afirmó que para emprender un cambio es necesario que los políticos y sus partidos recuperen la confianza del ciudadano, de lo contrario no se puede alcanzar un desarrollo que beneficie a la mayoría.
Ciudad de México, 8 de marzo (SinEmbargo).– La riqueza política se construye con base en la confianza, por ello, parte del desprecio que existe actualmente contra los políticos y sus partidos es porque no han sabido conservar este activo que ayude a la cristalización de proyectos conjuntos entre comunidades y gobiernos, así lo consideró el ex Alcalde de Medellín, Colombia, Sergio Fajardo Valderrama.
Fajardo Valderrama gobernó la ciudad colombiana del 1 de enero de 2004, al 31 de diciembre de 2007, sede del Cártel de Medellín que entre 1976 y 1993 se convirtió en uno de los principales grupos criminales de la nación sudamericana. El 31 de diciembre terminó su periodo como Gobernador del Estado de Antioquia.
Para el también periodista y académico, calificado por algunos medios como “el independiente más independiente de todos” y un serio aspirante a la Presidencia de Colombia en 2018, la confianza es un elemento primordial para tener un liderazgo efectivo.
En el caso de los políticos, consideró que lo primero que deben hacer es “ser honestos, la transparencia y de ahí en adelante, si se logra eso se va avanzado de una forma directa”.
A su juicio, “el clientelismo, la corrupción asociada con el clientelismo, la falta de transparencia y el uso del poder para unos intereses particulares es una enfermedad nefasta que tenemos en el mundo, en América Latina y mientras exista esa enfermedad todas las intervenciones van a ser parciales porque nunca van a arrojar la riqueza que se necesita en las comunidades”.
Durante su periodo como Alcalde de Medellín, en compañía de un equipo multidisciplinario que incluía urbanistas, Fajardo Valderrama, implementó un modelo en el que a través del “embellecimiento” y creación de espacios dignos en zonas populares con altos índices de violencia y marginación –en conjunto con otro tipo de acciones- se lograra “dignificar” a estas comunidades y crear un sentido de pertenencia entre sus habitantes para que fueran ellos mismos quienes ya no dejaran entrar a quienes detonaban la violencia.
“Cada sociedad tiene su respuesta, sus dinámicas y conclusiones, yo no doy respuestas para Jalisco de lo que nosotros sabemos, que es compartir una experiencia, no hay tiempos exactos para decir en este tiempo 'esto se puede hacer', pero es el reto de la política y de lo público”, expresó en entrevista con SinEmbargo.
ACTUAR Y TRABAJAR
Para el ahora académico, la política es la decisión de actuar y trabajar, por ello, consideró que parte de la transformación de una comunidad es diaria, pero un elemento importante para este cambio es transformar las mentalidades de los ciudadanos.
“Vamos construyendo una riqueza política que se llama confianza y es crucial para tener un liderazgo efectivo cuando la gente va recuperando la confianza que es algo de lo que más rápido se pierde. Y que es una característica del desprecio por la actividad política, por los partidos políticos”, expresó.
Insistió en que para recuperar esa confianza, los políticos lo deben hacer en las calles, platicando de cara al ciudadano y no a través de propaganda mediática que en ocasiones transmite un mensaje que no logra esa conexión con las comunidades, en cambio, si se da a conocer de manera personal no sólo estrecha esos lazos de confianza sino que también aprende a identificar las necesidades que existen en cada lugar.
“Los aprendizajes nos van permitiendo identificar condiciones especiales como cuáles son los jóvenes vulnerables, cuáles son sus aspiraciones, cómo construyen los símbolos y cómo la comunidad va participando en todo momento y de qué manera se apropia de los elementos, cómo va a transformando la autoestima, cómo disminuye la deserción escolar, qué jóvenes son proclives a entrar en algún tipo de delincuencia”, expresó.
Afirmó que el transformar el espacio urbano en zonas marginadas y proclives a la violencia, no sólo debe consistir en la construcción de unidades deportivas o canchas de futbol sino en todo un proyecto que ayude a complementar estas edificaciones, por ejemplo, que vayan acompañas de bibliotecas, ludotecas, espacios con computadoras… En pocas palabras, espacios en los que la gente pueda encontrarse en lugar de que estas áreas se conviertan en zonas de concentración de pandillas o vendedores de drogas.
“En Medellín los retos eran: desigualdades sociales profundas, la violencia como una característica de la violencia, que ha mejorado en Medellín, tenía unas condiciones superlativas en muchos espacios, además de la cultura de la ilegalidad está también la corrupción”, enumeró.
Estos problemas, según relató, se enfrentaron entendiéndolos, describiéndolos y diseñando las herramientas necesarias, según las características de la comunidad.
“Por ejemplo, en una comunidad donde hay violencia, la violencia se convierte en miedo y ese es el poder de los violentos: el miedo al que someten a las personas; el miedo se convierte en fragmentación, y cada quien queda atrapado en pedazos del territorio y se van destruyendo las posibilidades de comunidad para dar paso al término de ‘sálvese el que pueda’”, explicó.
Construir los espacios adecuados para que se encuentre la gente, afirmó, ayuda a vencer el miedo y a evitar que se fraccione la comunidad.
“Lo que hicimos en Medellín es hacer proyectos urbanos integrales. En esas comunidades creamos las condiciones para que de manera simultánea aparecieran las condiciones de desarrollo. Pudimos encontrar un urbanismo que cree la esperanza, llevar un urbanismo para los más humildes, gracias a eso estamos dando una respuesta política y de paso el urbanismo y los símbolos que vamos poniendo tienen que ver vencer con esa violencia, ese miedo”, finalizó Fajardo Valderrama, quien este martes ofrecerá una conferencia en el marco de Mextrópoli 2016.