Varias víctimas de pederastia clerical en México han pedido reunirse con el papa durante su visita (del 12 al 17 de febrero). Una madre indígena oaxaqueña escribió una carta que será entregada a Francisco, en la que narra cómo hace cinco años un sacerdote cometió abusos contra niños de los pueblos zapotecas.
Por Carmen Peña
Ciudad de México, 6 feb (dpa) - "No hay absolutamente lugar en el ministerio para los que abusan de los menores", dice Francisco en una enfática carta dirigida en 2015 a las Conferencias Episcopales. Se trata de un tema espinoso para la Iglesia católica. En México, es una herida todavía abierta.
El grupo de activistas Foro Oaxaqueño de la Niñez (FONI) exigió en vísperas de la visita de Francisco justicia para los niños y adolescentes que sufrieron abusos sexuales por parte de sacerdotes en México. Su reclamo es que estos casos no queden impunes.
"El modus operandi de la Iglesia es claro: mantener el secreto, no denunciar, intimidar a las evidencias y cambiar de parroquia a los sacerdotes agresores", dijo a dpa Jesús Ramírez, portavoz del FONI.
La organización dice que en el estado de Oaxaca podría haber más de 100 casos de abuso a menores de edad perpetrados por sacerdotes a los que, señala, la Iglesia encubre.
Estos incidentes reabren un tema que se espera Francisco toque en su visita a México: la pederastia en la Iglesia católica.
De acuerdo con el ex sacerdote y activista Alberto Athié, el pontífice argentino no ha abordado el tema como debería, pese a que ha tenido fuertes declaraciones al respecto. En una entrevista publicada en el diario "La Jornada", señala que la comisión pontificia que formó cuando entró al Vaticano en 2013 no es la adecuada.
"Esto despertó expectativas importantes, pero esta comisión no es para revisar los casos del pasado, sino para prevenirlo en el futuro. No tiene dientes; ni siquiera tiene todavía un reglamento", dijo.
Para el activista, lo que debe hacer Francisco ante los casos de pederastia es simple: ejercer su autoridad en el Vaticano y acatar las recomendaciones emitidas en 2014 por el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.
En ese año, el mencionado comité publicó un informe en el que condenó en duros términos a la Iglesia por la forma en que manejó el tema de los abusos cometidos por clérigos en Estados Unidos, Irlanda, Alemania, Austria, Polonia, Australia, entre otros países.
México también figura en esa lista, con el caso del padre Marcial Maciel, fundador de la influyente orden conservadora Legión de Cristo, acusado de numerosos abusos sexuales contra seminaristas.
El caso del padre Maciel es conocido. Libros y hasta una película abordan la espinosa historia de uno de los hombres más cercanos al papa Juan Pablo II y que murió sin haber sido sometido a un proceso canónico pese a las pruebas en su contra.
"El papa tiene la responsabilidad de escuchar a las víctimas y a sus familiares de forma directa", sostiene Ramírez. "Debe dejar de hacer caso omiso a las denuncias y sobre todo explicar cómo es que la justicia eclesial exonera de toda culpa a un sacerdote al que meses después la justicia civil encuentra con los elementos necesarios para aprehenderlo".
"Es momento de que el papa se pronuncie también públicamente ante estos hechos y los reconozca no a nivel general si no particular", añadió.
Los legionarios, que fueron sometidos a auditorías en los últimos años, llegaron a ser una de las congregaciones más influyentes de la Iglesia católica en el papado de Juan Pablo II con 800 sacerdotes y 2.500 seminaristas, además de laicos consagrados.
En 2006, dos años antes de su muerte, Maciel fue separado del ministerio público por el entonces papa Benedicto XVI. Sin embargo, nunca hubo una sanción para el fundador de los legionarios. Tras su fallecimiento, se conoció que tuvo tres hijos con dos mujeres.
Varias víctimas de pederastia clerical en México han pedido reunirse con el papa durante su visita (del 12 al 17 de febrero). Una madre indígena oaxaqueña escribió una carta que será entregada a Francisco, en la que narra cómo hace cinco años un sacerdote cometió abusos contra niños de los pueblos zapotecas.
"Entre ellos se encontraba mi hijo cuando tenía 14 años", dice Narcisa Mendoza en la misiva.
"Mientras la orden sea callar, y obedecer siga siendo la carta fuerte del Vaticano, nunca se logrará terminar con este problema, que es justamente lo que ocurrió con todo el caso de Maciel y los Legionarios de Cristo", finaliza Ramírez, "sólo eso. Silencio".